Salón Del Terror.

Te imaginarias cambiar de colegio por él trabajo de tus padres, imaginarias tener que convivir a diario con un salón lleno de jóvenes de distintas características. Jóvenes con trastornos mentales, drogadictos, locos y psicópatas...
¿Te darías la oportunidad de Conocerlos y de convivir con cada uno de ellos?, ¿Te
cambiarías de estancia? ¿O los querrías como a tus mejores amigos? Una aventura
que sucederá por medio de una chica nueva al instituto, una tragedia y un nuevo
miembro al salón del "Terror".
Capítulo 1.
La casa es mucho más bonita de la que solíamos tener en Bogotá, es de dos pisos, la parte de enfrente tiene un portón color café oscuro, al entrar se encuentra un patio pequeño con piso de azulejo color gris, la puerta secundaria; de madera con un acabado moderno en color chocolate acompañada de un detalle un vidrio en forma de rectángulo en vertical, una chapa en color plata, el interior de la casa era aún más hermoso, la sala estaba forrada en terciopelo color negro, la parte trasera conservaba un jardín hermosísimo, con césped y diferentes flores alrededor de la barandilla, con un árbol grande el cual conservaba una rama en forma de silla. Mientras mi madre revisaba la cocina, fui directamente a ver la parte superior de la casa, era una casa de locos, las habitaciones eran el doble de grandes que la habitación que solía tener en Bogotá, la casa contaba con cinco recamaras fijas y tres para gente de servicios, sin contar las que solían conservar los artículos de limpieza y cosas que usualmente no se usan, abrí la puerta de una habitación, los colores eran muy claros, básicamente la casa se conformaba por tres colores; blanco, blanco grisáceo y gris, la habitación tenía una ventana, la cual me daba la vista necesaria al patio trasero.
Me senté un momento en el borde de la ventana, mire que ya era de noche y el patio tenía una iluminación muy linda, se veía como un centro comercial en navidad. Era lindo viajar a otros países y conocer costumbres nuevas, pero era muy difícil tener que adaptarse a una nueva vida, nuevos amigos, nuevas cosas. Pero siempre he considerado que era más hermoso conocer nuevas cosas, nuevos lugares y dejar atrás los lugares y las cosas que alguna vez te atormentaron.
Después de tener solo un fin de semana para la instalación, para acoplarnos por completo a la casa y para salir un poco a las calles, llego el día más esperado por mi madre, pero el más odiado por mí; el primer día de clases, admito que esta vez no había investigado nada acerca de la escuela y mucho menos de la ciudad, la alarma había sonado a las 6:30 de la mañana, a esta hora en Bogotá el sol ya había salido completamente y aquí en México casi estaba a medio salir. Me di un baño y me aliste, me puse unos jeans negros, una blusa blanca, mi suéter negro, dejé mi cabello suelto y por último un poco de loción, según mi madre era una preparatoria a la que podía asistir con ropa común y sin llevar un molestó uniforme.
-Buenos días- hable bajando las escaleras
-Buenos días cariño- respondió mi madre desde la cocina, sin quitar la vista de la estufa- ¿Quieres desayunar algo?
-Si- conteste sentándome en un banco
-¿Te vas tan temprano?- dijo mi padre mirando el periódico
-Según el horario que me han dado, hoy entro a las 8:30 a.m. y salgo a la 1:40 p.m.
-Aquí tienes.- mi madre me había dado unos huevos con tocino, mientras ella seguía preparando el desayuno para papá. Comí algo rápido ya que nunca me ha gustado llegar tarde a ningún lugar y mucho menos hoy a mi primer día de clases, no me emocionaba, pero no por ello iba a faltar a mis principios.
-Me voy- dije secándome las manos mojadas después de haber lavado los trastes que ocupe
-Ten un lindo primer día de clases nena- respondió mi madre mirándome con esos hermosos ojos color avellana
-Gracias mamá te veo luego, adiós papá
-Adiós cariño, cuídate.
El día se veía muy bien, el sol ya había salido; saliendo de mi casa, subí a un autobús el cual mi madre me había informado que me dejaría cerca del colegio, miraba por la ventana todo el recorrido, la ciudad es muy bonita, aquí todo es tan diferente... me acelere al notar que no había dado vuelta dos calles después de las indicadas. Me pare de inmediato de mi asiento y fui directo con el conductor.
-Disculpe, ¿no tenía que haber dado vuelta como dos calles después?- hable parándome a su lado
-No- dijo él sin quitar la vista del camino
-Podría bajarme aquí por favor- pague con una moneda y él me regreso tres más pequeñas
-Claro- freno y baje del autobús.- ¿A dónde te diriges?- pregunto él mirándome
-Voy al colegio "12-23 Benito Juárez"
-El colegio de las minas, cruza esta calle y das vuelta a la derecha ahí saldrás
-Gracias- respondí regalándole una sonrisa
-De nada- respondió poniendo en marcha su autobús.
Vaya aquí si era todo diferente, las personas son más amables, camine la calle y di vuelta a la derecha como me había indicado aquel señor, una esquina antes de cruzar la calle para llegar a la escuela habían unos chicos los cuales al verme comenzaron a murmurar, a gritarme y a chiflar, me sentí realmente tonta y ofendida. A pesar de haberme perdido y soportar las acciones por parte de aquellos muchachos, la escuela no se veía del todo mal, el zaguán era color gris, las paredes eran de ladrillos rojos y en la parte superior se encontraba un letrero con letras grandes de color blanco las cuales rezaban el nombre de la escuela, los alumnos caminaban, entraban y jugaban como en cualquier escuela. Entre y por dentro era aún más linda, los pasillos tenía azulejo, las paredes estaban pintadas de color blanco, con una combinación de gris, el pasillo principal te dirigía directamente a las áreas de deportes, a la derecha se encontraba un pasillo en el cual al fondo se encontraban las oficinas de dirección, prefectura y las salas de maestros, a la izquierda se encontraban cinco casilleros en una hilera verticalmente, de color gris y al lado de ellos se alcanzaba a ver una entrada hacia unas escaleras que claramente te dirigían al segundo piso.
-Hola- dijo una chica de cara bonita, con una minifalda y un escote que cualquiera podría notar que era la típica chica que se enreda con cualquiera
-Hola- respondí sonriéndole
-Debes ser nueva ¿cierto?
-Si así es
-Si lo deduje por tu expresión al entrar, dime tu salón, tal vez pueda ayudarte - hablaba sin dejar de contornear las caderas
-Genial, mi salón es el- mire el papel- B13.- al parecer le había dicho algo malo porque la sonrisa se le había borrado del rostro.
-Tienes mala suerte- me miró y luego hizo una mueca
-¿Por qué lo dices?- dije confusa
-Lo siento no puedo ayudarte. Adiós- exclamo dando media vuelta y retirándose moviendo las caderas
-¡Pero que mierda!- suspire y camine un poco, deje caer el papel al sentir que chocaba con alguien
-Lo siento- hablo una voz masculina
-No importa- alce la vista y mire a un chico de ojos color café claro en frente de mí, un mechón de su cabello cubría un poco su frente, tenía unos ojos realmente hermosos, tenía el cabello un poco rizado de color castaño, de tez clara, llevaba puesta una chaqueta negra y su aspecto era muy bueno.
-Vas en el B13- hablo mirando el papel que aún se encontraba en el suelo, su voz era suave, de esas voces que te endulzan el odio tan fácilmente.
-Si- respondí recogiendo el papel- ¿Sabes dónde está?
-Sí, podría llevarte a el- hablo sin dejar de mirarme fijamente a los ojos, tenía unos ojos muy bellos, era muy lindo; pero mirarlo fijamente por mucho tiempo daba miedo y te producía un escalofrío tremendo, es mucho más alto que yo, así que no podía mirarlo por bastante tiempo.
-Genial- le brinde una sonrisa y camine junto a él
-Dime, ¿Cuál es tu nombre?- pregunto sin mirarme
-Jessica- dije mirándolo- Puedes decirme Jess
-Jessica- me miró- Lindo- hablo con una sonrisa mostrándome sus dientes blancos.
Camine segura hasta que todos los chicos comenzaron a mirarme, mire de reojo al chico de ojos hermosos, él llevaba las manos en los bolsillos de su chaqueta negra. Cruzamos algunos pasillos de los casilleros, todos los alumnos a dónde íbamos nos miraban muy extraño, el muchacho de los ojos lindos caminaba como si nada le estorbara, con la frente en alto y los hombros bien erguidos, dimos vuelta y ya estábamos en el pasillo de los salones, todos tenían una puerta de madera, en la parte de arriba se encontraba el número y la letra que les correspondía.
-Aquí es- hablo deteniéndose enfrente de un salón de puerta color café. Él se quedó recargado en la entrada mientras yo miraba el interior del salón, ahí solo se encontraba una chica que escribía en su libreta.
-¿Tu no me dirás tu nombre?- exclame mirándolo
-Lo sabrás en clase- respondió él sin mirarme
-Genial- dije en voz baja, entrando al salón y buscando un asiento. Decidí sentarme en la columna tres de la cuarta fila.
-¡Ahí no!- grito una chica de cabello negro que al parecer media como 1.60.
-Déjala que se siente donde ella quiera histe- exclamo la chica que escribía en su libreta, al parecer ella era más amable
-Ese ha sido siempre mi lugar América
-Es nueva histe, por favor- pidió la chica de ojos color miel
-No me importa- repitió la chica haciendo una mueca
-Ok... ven siéntate aquí- dijo América señalándome una silla al lado de ella
-Gracias- respondí sonriéndole
-De nada- me devolvió la sonrisa- Soy América Aráoz- extendió su mano. Era una chica de cabello castaño claro, tez güera y con una sonrisa muy hermosa.
-Soy Jessica Reyes - dije estrechando su mano- Puedes decirme Jess
-Ella es Marlene más conocida como la histe, es la abreviatura de histérica- respondió soltando una leve risita
-Ya veo- conteste divertida. Mire que ya habían entrado como trece chicos al salón, había notado que no se sorprendían por el hecho de la presencia de alguien nuevo en el salón, mire que el chico de los ojos hermosos entraba al lado de otros dos muchachos, uno era de tez trigueña, y el otro era un poco más moreno. El muchacho de tez trigueña se sentó enfrente de mí, el chico moreno atrás de mí y por último el chico de los ojos bellos, se sentó enfrente de América.
-Chica nueva- hablo el muchacho volteando y mirándome a los ojos
-Si- respondí sonriéndole
-Genial, has escuchado eso Mati, carne nueva-dijo mirando al chico de atrás por encima de mi hombro
-Así es... dime ¿de dónde vienes?- hablo detrás de mí, tocándome el hombro
-De Colombia- respondí volteando para así mirarlo
-Mucho mejor- exclamo haciendo una expresión de perversión y mirándome de arriba abajo- Me han dicho que las colombianas se mueven muy bien es ¿cierto?
-N... No... No lose- respondí confusa
-No les hagas caso solo son dos idiotas que no tienen nada más quehacer que estar molestando a la gente- hablo América rodando los ojos
-No te metas mare, que no ves que la niña quiere ser nuestra amiga- se defendió el chico de tez trigueña
-No tienes ningún derecho a llamarme así, tú no eres nada de mí para que me nombres de esa manera- exclamo ella furiosa
-No tiene nada de malo "mare"- respondió él haciendo énfasis en mare y alzando las cejas
-Mira hijo de...- grito levantándose de su silla
-¡Que!- grito interrumpiendo a América y levantándose del asiento -¿Qué, Piensas matarme o secuestrarme? como solías hacerlo o peor aún vas a....
-¡Mario!- grito el chico de los ojos bellos, interrumpiéndolo
-Ella comenzó todo- respondió él defendiéndose
-No importa, ahora cállate y siéntate.- Mario se sentó como un niño regañado, al igual que América.
-No necesito que me defiendas- hablo América en voz baja
-De nada- hablo el chico de ojos hermosos sin quitar la vista de su cuaderno.
Todos lucían como unos chicos normales, pero al parecer no lo eran, Mati me había devorado con la mirada y Mario había pronunciado algunas palabras "secuestrarme y robarme", se las había gritada a América a la cara. ¿Qué significaba todo eso?
Me había dado cuenta que el chico de los ojos bellos no quitaba la mirada de su cuaderno y que dibujaba algo con su lápiz, podía sentir su mirada sobre mi en algunas ocasiones, sabia que me miraba algunas veces sin darme cuenta. Admito que estaba incomoda no me agrada la idea de estar rodeada de chicos que no conozco, quería volver con mis amigos; pero mamá siempre me había dicho que era mejor así, yo muy en el fondo sabía que ella y papá habían estado haciendo estas cosas solo por querer ayudarme, ayudarme a huir del pasado y su plan funcionaba a la perfección ya no recordaba, ya no había nada que me lastimara y que me hiciera recordar esos monstruos, no había nada que volviera alimentar mis demonios, no había sombras, no había lágrimas, no había nada, solo yo y mi futuro feliz.
Capítulo 2.
Pasaron cinco minutos, Mario reía junto con otro chico que se encontraba enfrente de él, el chico era de tez trigueña, un poco alto, de cabello negro y sus ojos eran de color miel, América seguía escribiendo en su libreta y el chico de los ojos hermosos, seguía concentrado en su dibujo.
-Buenos días jóvenes- hablo una voz algo ronca, era un señor alto, un poco calvo y con una cara de viejo gruñón, pero a la vez buena onda. Al parecer era el profesor.- Necesito que hagan equipos, mínimo dos máximo cuatro ya lo saben.- todos los chicos empezaron a moverse y a reunirse con sus amigos, mientras que yo esperaba a que alguien hiciera equipo conmigo.
-Esta vez trabajaras tu conmigo- dijo América acercando su silla al lado de la mía
-Por mí no hay ningún problema- le sonreí
-Que bien chica nueva- hablo el profesor mirándome- Genial no importa. Muy bien muchachos necesito que saquen su libro y lean la pagina 45 a la página 50, van hacer una redacción de dicho tema y necesito que planeen una maqueta para que en base a ello hagan una exposición para el día jueves, muy bien a trabajar.- dio un aplauso, finalmente me miro y moviendo los labios dijo "bienvenida", después me sonrió, le devolví la sonrisa dio media vuelta y se sentó. América saco su libro y lo puso en medio de las dos bancas.
-Bien la página es esta- dijo ojeando el libro
-Si esa es- respondí mirando el número de página
-Bien antes de comenzar con todo esto, te daré a conocer a cada uno de los chicos que estamos en esta estancia, no somos un salón muy común a cualquiera de los otros o al que comúnmente estés acostumbrada- hablo América mirándome seria.
-Ok, no creo que sea tan grave- respondí con indiferencia
-No es lo que dicen todos, pero bueno espero sigas opinando lo mismo cuando termine- respondió con una sonrisa en su rostro y alzando una ceja- ¿ves ese grupito de enfrente?- hablo con voz baja señalando a tres chicos de los cuales dos eran hombres y una de ellos era Marlene.
-Si los veo- hable mirándolos atenta
-Ahí se encuentra Marlene, como ya te lo había dicho es una histérica, el muchacho de la izquierda es Abraham un chico que es muy inteligente pero su único defecto es que es demasiado arrogante y por ultimo Ethan el famosísimo asesino
-¡Que!- exclame mirándola exaltada, aquella palabra no era apropiada para mis oídos, me comenzaron a sudar las manos, mi corazón latía más rápido, no podía creer lo que estaba escuchando ese chico era un asesino, en qué clase de colegio pueden tener un asesino como alumno, aquello debía de ser una broma.
-Tranquila. Solo mato una vez por querer ayudar a su hermana pequeña, solo eso, no es que sea un asesino- tomo una pausa- Oh en realidad nadie lo sabe, bueno en fin-suspiro- Nunca le ha hecho daño a nadie de nosotros
-¡Estás loca! Él podría ser un asesino de verdad y tú convives con él a diario ¿Cómo puedes vivir con eso?- respondí, mi corazón estaba al mil.
-Te acostumbraras-dijo ella con indiferencia- Mira haya- volteo a su lado izquierdo- El trío de chicas que están ahí- sonrió- La chica de pelo suelto es Chloe, la que está a su izquierda es Abi y por último la Reyna Astrid la que ha roto el récord de puteria y zorrismo.
-Enserio, vale que no lo ha había notada- hable con un poco de sarcasmo en mis palabras, claramente se les notaba y mucho.
-Sí lose se les nota bastante, pero solo había que resaltarlo- me guiño un ojo- Ellas se acuestan con quien sea, deben estar más pasadas que las prostitutas de la alameda del centro- hablo América en tono de asco- Pero son buenas niñas- me miro y me sonrió- Sigamos. A tu derecha están dos chicas
-Si así es- respondí en un tono muy bajo
-Bien, la hermosa chica de pelo castaño es una chica de personalidad bellísima y de buenos gustos, ella es Geraldi la lesbiana- se mordía el labio. Pero ¡que rayos!, pensé.- Y al lado de ella se encuentra la loca Agnes- dijo con voz trémula
-Dijiste que Geraldi tiene buenos gustos porque ella y tu tuvieron algo que ver no es así- la mire enarcando una ceja
-¿Qué, acaso eres adivina?- hizo una expresión de asombro - Maldición ya veo porque estas aquí eres una maldita bruja
-¡No!- alce las cejas- Enserio ¿tú y ella tuvieron algo que ver?
-Algo así, en esta vida hay que probar de todo ¿no lo crees?- me miro y luego alzo una ceja - Pero tranquila no fue nada serio
-Claro. ¿Por qué la loca Agnes?- pregunte con asombro
-La chica está loca, te recomiendo que no te acerques a ella.- me miro seria- Mantente lo más alejada que puedas de ella
-Está bien- respondí desconcertada, esto me daba miedo, América me había confesado así sin más que había tenido algo con una chica homosexual, no tenía nada en contra de eso, pero me lo había confesado con solo apenas treinta minutos de conocerme.
-Bien... Mm- hablo moviendo los ojos como un radar en busca de algo- Ellos, los dos que están ahí atrás de ellas, la chica es Aidé y el muchacho es Dominik ambos tienen algunos trastornos mentales, pero son jodidamente amables y el chico es jodidamente sexi, solo que se cubre bastante- sus expresiones eran demasiado graciosas, se mordía el labio superior, alzaba sus cejas y hacia muchos ademanes.
-Al parecer todos aquí tienen alguna personalidad en especial- opine asombrada
-Así es- respondió ella en un suspiro
-Bueno, creo que a ellos tres ya los conociste- miro al lado donde se encontraba el chico de los hermosos ojos
-Bueno me gustaría que me dieras las características de cada uno ellos, también cuentan, son parte de la estancia o ¿no?- trate de sonar lo más indiferente que se pudiese no quería que América se diera cuenta que ese chico me interesaba.
-Vale tienes razón. Mario y Matías son dos pervertidos de primera, pero tranquila no te harán nada, su primera ley es "No te haremos nada al menos que tú quieras"- hablo en tono de perversión y por ultimo guiño un ojo - Fernando, él es un chico demasiado serio y muy reservado en realidad nadie sabe qué hace o a que se dedica
-¿Enserio? Y él ¿tiene novia?
-¡Hey! Te ha interesado el seriecito de la clase eh- respondió ella divertida y dándome un pequeño golpe con su puño en el brazo
-Solo es una pregunta ¡por Dios! América
-Bien... tranquila- respondió divertida- Pero no pierdas el tiempo todos dicen que es gay, porque nunca nadie lo ha visto con una chica, créeme ni esas tres han podido enredarse con él y que lastima- hablo triste- Porque ese hombre está ¡muy bueno!
-¡Valla!- dije impresionada, debía admitir que sentía algo de decepción al escuchar eso, América me entendía... que lastima.
-Bueno- suspiro y luego volteo hacia atrás- Por ultimo están ellos- miro atenta a tres chicos que se encontraban en la parte trasera del salón- Daniel el chico de la gorra, Iban el del medio y Juan Pablo los drogadictos.-suspiro- Y bien ese es tu salón, esos son tus compañeros- hablo y finalmente me miro
-Bueno- me aclare la garganta- Nada fuera de lo común- respondí lo más tranquila e indiferente posible, realmente estaba asustada, aterrada de permanecer a un grupo de chicos con varios problemas emocionales.
-No es la respuesta que esperaba, pero me agrada que estés tranquila- hablo con una sonrisa en su rostro
-Claro- conteste- Pero ¿cómo es que pueden convivir con personajes así?, ¿como puedes estar rodeada de un asesino, de gente con trastornos mentales y...
-Te acostumbras y así como ellos tienen un pasado o un presente pésimo, todos lo tenemos- tomo una pausa y luego suspiro- Por ultimo estoy yo una chica que robaba, secuestraba y era cómplice de todos los delitos que Marcos Araoz pudo cometer, mi padre es el hombre más buscado de España y yo soy la niña más conocida como "El diamante de Marcos Araoz"- dijo ella en tono de decepción y desprecio
-Tú- exclame sorprendida- Tu eres el diamante más buscado de España, ¡eres española!
-Si así es, debes conocerme por toda la mierda que las televisoras decían- hablo rodando los ojos - Al parecer México tiene muchos huéspedes de distintos países
-Algo así- respondí moviendo las manos de un lado a otro - Bueno en realidad mi madre tiene sangre mexicana
-¡Que genial!- hablo sorprendida y luego tomo una pausa - Bueno mi querida Jess, nosotros somos tus nuevos amigos- ella sonrió y me abrazo
-Si ya veo.- respondí devolviéndole la sonrisa. Debía admitir que no estaba de acuerdo con permanecer a este salón lleno de personajes de diferentes características, como podía estar rodeada de personas así, debía consultar todo esto con mi almohada para pensar muy bien si voy a cambiarme de estancia o permaneceré aquí hasta terminar el curso escolar. Estaba huyendo del pasado oscuro, no quería saber nada de trastornos mentales, asesinos y ahora estaba rodeada de personas así.
Capítulo 3.
América y yo nos apresuramos a terminar el trabajo, las dos horas que teníamos clase de biología terminaron. Todos se levantaron para poder acomodar sus sillas y el profesor salió del salón. Mi mente seguía sin poder procesar la información, no podía creer en qué clase de colegio podían tener a personas así, lo más extraño era que, no había alguien que pudiera resaltar entre todos ellos, el único que sobresalía era Abraham que era inteligente pero arrogante. Pero aún quedaba una duda en mí ¿Por qué me habían colocado en este salón?
-¿Qué prosigue?- pregunte al aire, guardando mis cosas.
-Diseño gráfico- hablo una voz masculina detrás de mí
-Gracias- gire para así mirar al dueño de dicha voz
-Tú eres la niña nueva- dijo tomando una silla y sentándose enfrente de mí- Mucho gusto soy Daniel pero puedes llamarme Dani y tú eres- me extendió su mano con una bella sonrisa en su rostro, el chico era de tez güera, ojos café oscuro, cabello castaño, alto y delgado.
-Jessica, pero dime Jess- respondí estrechándole la mano y devolviéndole la sonrisa, al parecer América no mentía, el chico se veía realmente demacrado por las drogas, pero no le quitaba el aspecto de ser guapo, era una lástima que los chicos de personalidad linda y aspecto agradable se destruyeran de esa manera.
-Veo que ya convives- hablo Mario mirándome y sentándose al lado de los dos- ¡Que hay hermano! - saludo a Daniel dándole una pequeña palmada en la espalda
-Que onda bro, veo que ya la conociste- hablo sin quitarme los ojos de encima
-No tanto, solo sé que es colombiana, por cierto- dijo mirándome- Nunca me presente, soy Mario- hablo colocando su mano sobre mi hombro, me ofreció una sonrisa tierna y luego me guiño un ojo
-Jessica- le sonreí nerviosa
-Yo soy Matías, puedes decirme Mati- se acercó detrás de Mario, me miro y sonrió
-Mucho gusto para los tres- respondí amable y con una sonrisa
-Jess, vámonos a taller de dibujo- hablo América tomando sus cosas
-¿A dónde fuiste?- pregunte apartándome de los chicos
-Tenía que averiguar si nos daría la clase aquí en el salón o tendríamos que ir al taller- respondió ella saliendo del salón y yo junto a ella. Note algo muy extraño al salir, me di cuenta que éramos los únicos en salir, no había más grupos, más personas, éramos el único grupo que caminaba sobre el pasillo; esto no era normal, o tal vez solo es idea mía o simplemente el horario no coincide con los demás grupos.
-Al parecer vamos al taller- respondió Abraham caminando a un lado de ella- Mucho gusto soy Abraham- me extendió la mano por enfrente de América
-Mucho gusto soy Jess- respondí estrechando su mano
-Jesi... tu nombre significa que eres tierna y tienes un carácter único- hablo como si estuviera recitando una poesía, era demasiado evidente que se sentía muy seguro de sí mismo y claro, si América no mentía y él era tan inteligente; cualquiera se sentiría así con esos conocimientos.
-Sí, así es- conteste asombrada
-Si es así, deberías ser así con algunos en este salón, créeme les hace mucha falta. Sabes deberías hablar y acercarte a Fernando, aunque ahora que lo pienso no servirá porque creo que es gay- alzo una ceja y por ultimo hizo una sonrisita maliciosa
-No hables de mí a mis espaldas "sabelotodo"- exclamo Fernando enrollando a Abraham por el cuello con el brazo y susurrándole al oído-Sabes que no me gusta- luego me miro, soltó a Abraham, lo aventó y finalmente se marcho
-Sabes que un día de estos te romperá la cara si sigues hablando así de él- opino América mirando a Abraham
-Que me haga lo que quiera no le tengo miedo.
-Ni él a ti- respondió ella retadora guiñándole un ojo y finalmente entrando al taller.
-Bueno días jóvenes- hablo un señor alto de cabello negro, algo más joven que el profesor anterior, el profesor dio las instrucciones y se sentó. En la antigua preparatoria no llevaba ningún taller y esto era interesante, a ellos les daban el taller de diseño gráfico a pesar de ser quienes son; no los juzgo y tampoco los creo unos tontos, pero el taller se veía como si nadie más entrara a ese lugar, como si solo perteneciera a ellos.
-¿Podemos entrar?- hablo Matías con Mario a su lado, desde la puerta.
-Como siempre tarde- exclamo el profesor
-Vamos no exagere esta es la cuarta vez que llegamos tarde- se defendió Matías mirando al profesor
-Que sínico, entren pero tendrán retraso
-¡Eso desde que nacieron!- hablo Ethan en voz alta desde su lugar y todos comenzaron a reír
-Que gracioso- contesto Mario sentándose en su lugar
La clase se me hizo bastante divertida ya que el profesor en ocasiones hacia bromas con nosotros y todos convivían mientras hacían su trabajo, mire de reojo el trabajo de América, su obra era realmente increíble, había dibujado un atardecer; de esos que desearías que nunca se acabaran, en el centro tenía la tonalidad de un rojo, difuminado con naranja y amarillo, en la parte de los lados comenzaba a tornarse color rosa y finalmente se veía el azul. Luego mire hacia enfrente y vi el caballete del chico de los ojos hermosos, él había realizado la mitad de un rostro solo podía distinguirse la frente, las cejas, unos ojos color avellana, la nariz griega y la hermosa cabellera color castaño claro de una mujer, no tenía labios, el dibujo era tan hermoso, pero los rasgos dibujados en aquel retrato me eran muy familiares.
-¿Puedo salir al baño?- pedí al profesor mirándolo, el cual se encontraba cerca de mi asiento
-No tienes que pedir permiso tu puedes salir- respondió sonriéndome
-Gracias- salí del salón, me sentía muy tonta, todos ellos había hecho una pintura realmente hermosa, claramente llevaban más tiempo en esto, pero yo era un fracaso, no sabía nada de pintura. Me detuve y suspire, camine rogando a Dios que no me perdiera, pero al parecer no, los baños se encontraban cerca del taller de dibujo, observe que la escuela era grande, tenía canchas para jugar fútbol soccer, basquetbol, fútbol americano y al parecer más haya se veía el reflejo del agua que parecía ser una piscina, todavía se encontraba un piso en la parte de arriba que según mis conclusiones ahí se encontraban los chicos de un grado superior al nuestro. El colegio era hermoso, después de haber observado, fui al baño; al salir de ahí sentí que alguien me observaba detenidamente pero no veía a nadie. -Así que se llama Fernando-. pensé.
-Fer, para los mejores amigos- hablo una voz masculina detrás de mí. Me sobresalte, al girar mire que el chico de los hermosos ojos se encontraba recargado en la pared. Como era posible que el estuviese ahí, no lo había visto al pasar ni al salir del baño; y también me había dado cuenta que había pensado en voz alta, ¡maldición Jess! ¿Qué carajo acabas de hacer?
-Lo... Lo siento... n... no creí que tu estuvieras ahí- hable nerviosa, me sentí tan avergonzada, ni siquiera lo conocía del todo solo sabía su nombre y que tal vez fuera gay y él había escuchado mi estupidez de pronunciar su nombre, mientras salía del baño.
-No importa, suele pasar- me miró fijamente amenazador y luego se acercó a mí en una forma muy ruda- Dime Jess ¿quien te ha dicho mi nombre? yo que recuerde en ninguna clase han pasado lista- sin quitarme los ojos de encima, avanzaba cada vez más, yo retrocedía con calma, hasta que mi espalda se pego a la pared, sin dudarlo me acorralo posando los brazos uno de cada lado sobre la pared.
-Fue América- conteste nerviosa
-Y ¿Por qué no me lo has preguntado a mí?- exclamo con una voz más amable y tierna
-Tú me has dicho que lo sabría en clase, cuando te lo pregunte- hable un poco histérica, como era posible que no se acordase de aquello, primero me amenazaba solo por saber su nombre y ahora actuaba con tanta amabilidad, ¡que estúpido!
-Ok lo siento, soy Fer para ti y para todos los chicos del 13B- me miro a los ojos y luego me tendió su mano, la estreche y él sin dejar de mirarme me sonrió, le devolví la sonrisa y luego sonó la campana, se apartó de mí y sin dejar de sonreír se marchó; todos los chicos comenzaron a salir y entre ellos América.
-¿Dónde estabas mujer? te tardaste mucho- se quejó y luego me dio mis cosas
-Ha sido mi culpa mare, yo la entretuve- hablo Fer acercándose a América, colocándole una mano en el hombro, esbozó una sonrisa y me miro- Solo hablábamos para conocernos mejor
-Ya veo- respondió América mirando a Fer, valla que tenia una buena educación, al menos había tenido la delicadeza de decir que aquello no había sido culpa mía. Fer nos dejó cuando Mario y Mati habían pasado por él, América y yo caminamos a la salida para que tomáramos el autobús, nuevamente éramos los únicos en salir.
-Te veo mañana nena, yo no tomo el autobús- América se despidió con un beso en la mejilla y luego avance.
-¡Jess! - escuche que gritaban detrás de mi
-Fer- dije con una sonrisa
-¡Valla! Que caminas rápido- espeto él con voz agitada
-Gracias, lo aprendí de mi padre- respondí divertida
-¿Te gustaría ir conmigo a la plaza?
-Yo...Yo no lose- hable algo nerviosa
-Vamos, no muerdo- afirmo con una sonrisa de oreja a oreja
-No puedo, tengo muchas cosas que hacer, aun no término de acomodar mi habitación, la mudanza y todo eso, es mucho trabajo
-Te ayudare si aceptas ir conmigo- ladeo los labios
-Gracias pero será en otra ocasión- le sonreí y me di la vuelta
-Espera, ¿iras en autobús?
-Si- conteste alegre
-Bien iré contigo.- Fer se sentó junto a mí en el autobús, me platico un poco acerca de la escuela y un poco de los chicos que pertenecían al salón 13B, en todo lo que decía siempre incluía una broma, lo cual me hacía reír demasiado; al parecer él era comediante o algo así, Fer era muy gracioso. Llego mi parada, yo baje y él siguió su camino, me había sorprendido que me hubiese invitado a salir hoy en mi primer día de clase; no lo esperaba y él ni siquiera me conocía aun, ¿Por qué querría salir conmigo?
Capítulo 4.
Entre a mi casa y como todos los días de siempre, mi casa estaba sola. Mis padres eran unos adultos ocupados, la mayoría de las veces estaban fuera de casa o más bien dicho siempre. Subí a mi habitación, tire mi mochila al suelo, pare en seco y mire de arriba abajo, la habitación era todo un desastre; sabía que tenía que poner manos a la obra hoy, ya que era el único día que solía salir temprano del colegio.
-Bien hagamos esto- hable al aire, suspire, encendí mi reproductor de música, comenzó a sonar; "Come and Get Your Love" de Redbone y comencé a trabajar. Me tenía que inspirar, para poder acomodar muy bien las cosas, al parecer hoy era mi día de suerte, ningún maestro había dejado tarea.
Después de una larga jornada de mover muebles, acomodar ropa y accesorios. Me detuve y observe - Valla esto fue estúpidamente cansado- exclame tumbándome en la cama, realmente me había esforzado, el resultado me había encantado. Cerré mis ojos por un momento y sin darme cuenta me había dormido. A la mañana siguiente cuando desperté estaba cobijada y sin zapatos; me frote la cara y mire el reloj rápidamente, me había espantado por un instante creí que ya era tarde para ir al colegio, pero en el reloj apenas eran las 5:45 de la mañana; me levante tratando de evitar la pereza que tenía. Tome un baño e hice la rutina de siempre, baje a desayunar.
-Buenos días cariño- hablo mi madre algo acelerada
-Buenos días-respondí- ¿Te vas tan temprano?
-Tengo un juicio hoy así que tengo que estar ahí, para hablar con mi cliente y planear muy bien lo que dirá, te he preparado el desayuno- hubo silencio por un momento- Por cierto ¿Qué tal tu primer día de clases?
-No estuvo nada mal- respondí- Pero- tome un pausa
-Pero, ¿Qué paso cariño?- pregunto mi madre mirándome, desconcertada
-Pero quisiera cambiarme de estancia- hable algo insegura, en realidad no sabía si realmente quería hacer el cambio, América se había ofrecido hacer mi amiga, Fer me había invitado a salir y la mayoría de los chicos se habían portado muy amables conmigo.
-Claro cariño, yo haré lo posible porque te cambien- hablo ella tomando su abrigo- Te veo en un par de horas- dijo y finalmente se marchó. Puse en el microondas el desayuno que mi mamá me había preparado, desayune tranquila, note que hoy el día no estaba muy lindo como el día anterior. Estaba algo nublado y al parecer había llovido toda la noche, tome un abrigo y salí de ahí, me acerque a la avenida y espere mi autobús, creí que al subir vería a Fer, pero no fue así, tal vez era de los que llegaba más temprano o mucho más tarde. Esta vez había tomado el autobús correcto, ya que si me había dejado justo enfrente del colegio, al bajar mire que América me saluda desde la entrada, le sonreí y fui directo hacia ella.
-Buenos días nena- hablo ella con voz ronca
-Buenos días- respondí con una sonrisa- ¿Algo enferma?- pregunte mirándola
-Algo así, mi garganta hoy amaneció algo rebelde- dijo divertida
-Ya veo- hable entre risas.
América y yo entramos, note que hoy no había tantos chicos como el día de ayer, de hecho todo se encontraba vacío y muy silencioso.
-Soy yo o hemos llegado temprano- hable desconcertada
-No, estamos ha buena hora- respondió América mirando el reloj que llevaba en la muñeca izquierda
-¿Y porque no hay nada de gente?
-Porque el día de hoy martes y los días que siguen hasta el viernes, nosotros los del 13B entramos a esta hora de mierda- hablo con tono de enfado- Si observas bien el horario, entramos temprano y salimos tarde a excepción de los días lunes que es el único día que salimos a las 2:00 de la tarde- exclamo ella sin mirarme y metiendo sus manos a los bolsillos de su sudadera para cubrirlas del frió.
-¿Por qué?-pregunte confusa
-Porque el director no quiere que nos mezclemos con los demás alumnos- hablo rodando los ojos
-Pero nos mezclamos con ellos, ayer al entrar- dije confundida
-Sí, los lunes son los únicos días, porque no quedo de otra, no había maestros libres para cubrir esas horas- hablo enarcando las cejas- Pero hoy te darás cuenta que ya no nos mezclaremos con ellos, a la hora que ellos entran, nosotros estamos en clase, y cuando nosotros salimos ellos ya se fueron. Que acaso no revisaste tu horario- dijo mirándome
-Para ser sincera no- respondí apenada, no era justo que no pudiéramos convivir con los demás alumnos, sabía que para el director no era correcto juntarnos, pero América aseguraba que nadie del 13B haría daño.
Ya habíamos llegado al salón, solo habían llegado Dominik y Aide y el frio seguía presente.- América- hable tocando su hombro
-Si dime- dijo ella mirándome atenta
-Ayer Fer, me invitó a salir y...
-¡Oh por dios! Enserio- hablo ella sorprendida e interrumpiéndome
-Sí, pero eso no es todo, él se fue conmigo en autobús- ella abrió más los ojos al igual que la boca- ¿Qué?- pregunte asustada
-Es muy raro- respondió ella acercándose más a mí- Él jamás toma él autobús y el autobús que tu tomaste se va, hacia el sur y él vive al norte- hablo ella confusa- Él jamás había invitado a alguien a salir
-Está bien- hice una pausa- Esto me asusta, crees ¿Qué sea normal?- pregunte mirándola
-Tranquila, puede que le hayas gustado- exclamo guiñándome un ojo y finalmente se acomodó en su asiento dándome la espalda
Eso me emocionaba, pero ella sabía que eso era extraño, nadie sabía a qué se dedicaba y muchos menos yo, lo cual me hacía pensar muchas cosas, ¿porque él querría salir conmigo? Y en especial el primer día, si aún no sabía nada de mí.
-Buenos días- hablo una voz detrás de mí, que provoco que saliera de mis pensamientos
-Buenos días- respondí girándome para así mirar quien era. Para mi sorpresa era Fer, quien el día de hoy vestía una camisa de cuadros, color rojo y negro, con un pantalón negro.- ¿No tienes frio?- pregunte mirado su camisa tan delgada
-A alguien como yo jamás le da frio- respondió él sonriente
-¡Wau!- dije enarcando una ceja
-Es broma- hablo riendo- Mi sudadera esta justo aquí- hablo sacando una sudadera negra de su mochila, al parecer era muy fan del color negro- Solo que no me la puse porque no me dio tiempo, se me hacía algo tarde, veo que te gusta llegar temprano- hablo colocándose su sudadera, sin dejar de mirarme.
-Si así es- respondí nerviosa
-Es porque tienes frio o ¿estas nerviosa?- pregunto alzando una ceja y ladeando los labios
-Es el frio- trate de contestar lo más tranquila que pudiese, pero a quien engañaba este chico tenía algo que me ponía muy mal, en realidad no sabía lo que era, su mirada, su manera de hablar, sus labios, tenía bastante tiempo que nadie me hacía sentir así, desde aquel problema mental, desde mi pasado; pensé, serré mis ojos por un momento y vinieron a mi cabeza aquellas escenas de mierda.
-Hey- hablo Fer tocándome el hombro, lo cual había hecho que saliera de mis pensamientos- ¿Estás bien?
-Si- respondí afligida
-Yo no te veo bien- exclamo el mirándome a los ojos- Lo veo en tus ojos, sé que algo te atormenta o te sigue atormentando, ¿acaso fui yo?- pregunto él asustado
-No- respondí rápidamente- Todo está bien, no te preocupes- respire
-Sé que no es así- respondió él seguro- Salgamos un día y hablemos de ello- me sonrió y finalmente coloco un mechón de cabello detrás de mí oreja.
Que me estaba pasando, ¿Por qué él se interesaba tanto en mí? Si solo tenía un día de conocerme y ¿Por qué me hacía sentir de esta manera? Sabía que no era amor, él es guapo pero yo no me enamoro tan fácil, no lo conocía, no sabía aun quien era él, lo peor de todo es que nadie sabía nada acerca de él.
-Hola- hablo Mati sentándose al lado de Fer
-Otra vez tarde- exclamo Fer
-Gracias, llegue bien bro y tú- dijo él en tono sarcástico- Hola princesita veo que no te arrepentiste de pertenecer a este grupo- hablo mirándome muy coqueto
-Hola- respondí sonriéndole- Lo consulte con mi almohada pero aun no decido nada
-Piensas cambiarte de estancia- interrumpió Fer con voz apagada
-No puedes, ya no- hablo Mario con voz trémula - Después de que entras ya no sales- dijo con voz de espanto
-No seas imbécil terminaras asustándola más de lo que ya está.- Mario comenzó a reír y Fer me miro- No te vallas, créeme no somos malas personas
-Fer tiene razón- hablo Mati- Si te quedas seremos tus mejores amigos- alzo su mano derecha, mostrándome la palma- Te lo prometo
Me quede callada y suspire, los mire a los tres, y todos me miraban como cachorros abandonamos en medio de la lluvia, les sonreí por igual y antes de que pudiese decir algo, una voz ronca nos interrumpió; al mirar vi que era el profesor. Él se disculpó por la tardanza y enseguida de ello dio la clase y finalmente dio algunos ejercicios a resolver. Me detuve un momento para observar a todos los chicos, Fer tenía razón nadie era malo, al parecer todos trabajaban en los ejercicios y no daban tantos problemas, como en la mayoría de los salones comunes. Sentí que alguien me pico la espalda y enseguida de ello una mano se asomó por mi hombro, entregándome una nota la cual tenia escrito; "¿Has terminado los ejercicios?" con tinta negra, "No" respondí a aquella nota y luego la entregue sin voltear, en menos de un minuto volví a recibir la nota, "Termina, para salir, quiero mostrarte algo" esta vez tenia tinta azul y al final de la nota había una carita feliz con una firma que decía Fer. Tome mi lápiz y seguí trabajando en dichos ejercicios; Fer se levantó y fue directo al profesor, mostrándole su cuaderno y explicándole algunas cosas, luego serró su cuaderno, lo coloco encima del escritorio, fue a su lugar, tomo sus cosas y salió. Ya había terminado así que decidí entregar el trabajo y salir de ahí, para mi sorpresa todo había estado bien, así que salí; mire a todos lados pero no vi a Fer, así que camine un poco.
-Buscas a alguien-hablo una voz detrás de mí, lo que había provocado que saltara del susto, voltee para así mirar y era Fer quien se acercaba a mí- No te espantes- dijo con una sonrisa en el rostro
-Lo siento, la escuela está muy sola y el día está nublado que no se puede ver mucho- en realidad mentía, esto me aterraba demasiado la escuela estaba completamente sola y yo estaba rodeada de personas con características no muy buenas.
-Tranquila ahora pediré que enciendan las luces- hablo él divertido
-Que gracioso- exclame rodando los ojos
-No es broma, ven- hablo tomándome de la mano. Caminamos por un pasillo que nos dirigía hacia la parte trasera, de los baños, la terraza era grande, como a tres metros comenzaba el pasto, y más haya se notaban las canchas de fútbol, basquetbol etc. Atrás de los baños, se encontraba una bodega, a la cual Fer y yo nos dirigimos y ahí se encontraba un señor de pelo negro con algunas canas, su aspecto asustaba a cualquiera o al menos a mí sí.
-Buenos días Don Franco- hablo Fer parándose detrás de él
-Buenos días- respondió él con una voz ronca
-Podría prender las luces de los pasillos, por favor, hoy está algo nublado y los pasillos se ven algo oscuros- pidió amablemente Fer, para pertenecer a un salón tan despreciable según la mayoría, el muchacho tenía modales.
-Si ahora las enciendo- respondió el señor- Es tu chica- hablo mirándome de arriba abajo
-No- respondió Fer, sonrojado- Es una amiga nueva
-Oh alumna nueva, veo que se ha quedado en tu salón- hablo el hombre, esta vez algo más interesado en el tema
-Así es- contesto Fer- Es bonita verdad- dijo él con una sonrisa y abrazándome, el hombre me miraba muy atento, comencé a sentirme algo incomoda y al parecer Fer lo había notado porque al instante me soltó y dijo - Bueno, tenemos que irnos, aún faltan clases y nosotros no podemos estar fuera del salón cuando los demás llegan
-Cuídense- hablo detrás de nosotros, con esa voz ronca, que en realidad daba mucho miedo.
Fer se detuvo por un momento, e hizo que me detuviera al igual que él; la mirada que tenía no me gustaba mucho, ya que mostraba, que algo estaba planeando.
-¿Pasa algo?- pregunte mirándolo- Ven vámonos tenemos que ir a clase
-Ven te mostrare algo- hablo tomándome de la mano, y dirigiéndome a las escaleras del segundo piso, al llegar al último escalón se encontraba una puerta, la cual estaba cerrada, no me sorprendía en lo absoluto después de saber que el director no quería que los alumnos se mezclaran. Fer me miro y luego tomo su mochila, paso unas cuantas veces su mano por dentro de ella y luego saco un gancho pequeño.
-¿Qué haces?- exclame deteniéndolo, sabía que esto no estaba bien y que me traería problemas. Hizo caso omiso a lo que le dije y continuo abriendo la puerta.
-Listo- hablo él, después de que la puerta se abriera- Vamos- dijo sosteniendo mi mano, dimos vuelta a la derecha, a tres metros había una escalera de fierro y en la parte de arriba se encontraba una pequeña puerta, la cual al abrirla te dirigía a la azotea de la escuela. El primero en subir fue Fer, yo solo lo mire y trataba de tranquilizarme estaba jodidamente nerviosa, esto no estaba bien, por alguna razón esa puerta permanecía bajo llave y ¿Por qué mierda estaba aquí con un chico a quien no conozco y el salón al que pertenece no tiene buena reputación?- Ven dame la mano- hablo extendiendo su mano para que yo subiera
-No quiero subir- hable nerviosa- Tenemos que volver a clases- afirme
-Desconfías de mi- exclamo él divertido- Vamos no te haré daño, solo quiero mostrarte algo- él se miraba muy tierno ahí arriba extendiendo su mano, para que yo pudiera subir, me miraba mucho a los ojos, su mirada siempre era cálida y se mostraba muy seguro de sí.
-Está bien- exhale, subí las escaleras y luego tome su mano, puse los pies firmes en el pavimento y luego solté la mano de Fer al mirar la hermosa vista que daba desde este punto.- ¡Wau! Esto es hermoso- el sol apenas se asomaba, la vista era hermosa.
-Lose- respondió sonriendo- Yo vengo aquí cada vez que quiero estar solo, obviamente a escondidas de los chicos y de los profesores
-La ciudad siempre es más hermosa desde estos puntos- dije sin mirarlo, realmente esta era una vista hermosa, se veían todos los edificios y las casas de los alrededores.
-¡Agáchate!- hablo alterado, me tomo de los hombros rápidamente y me tiro al suelo, parte de su cuerpo había caído encima de mí.
-Auch- me queje
-Lo lamento- exclamo el quitándose de encima- ¿Estas bien?
-Creo- respondí sentándome, trate de mover mi tobillo, pero este me dolía, pero que mierda *pensé* debió sufrir una torcedura en el momento que Fer me tiro al suelo
-¿Pasa algo?- hablo él preocupado
-Me duele el tobillo- exclame, lo mire a los ajos, él se ruborizo y esbozó una sonrisa.
-Bajare yo primero y después bajas tú...-suspiro- Lo siento mucho- sonrió y luego se puso de pie. Él puso en marcha el plan acordado, bajo y espere su señal.- Listo ya puedes bajar- me acerque a la salida, me senté al modo que mis piernas quedaran colgando; lo vi parado ahí abajo mirándome atento.- Salta- hablo extendiendo los brazos
-¡Estas bromeando!- respondí exaltada- De aquí allí abajo son como cuatro metros
-Tres metros en realidad, no es mucho, vamos salta- hablo tranquilo- Yo te agarro, confía en mí- me miro y luego hizo una cara como niño pequeño, entre serró los ojos, sonrió y me di cuanta que se le habían formado dos líneas a cada lado de su sonrisa y debía admitir que se veía bastante tierno
-Bien- exclame en voz baja, suspire y salte; Fer me tomo de la cintura sin dejar que mis pies tocasen el suelo, coloque mis manos en sus hombros y lo mire, él sin soltarme me miro y sonrió, su rostro estaba tan cerca del mío que podía sentir su respiración.
-Te dije que confiaras en mí
-Gracias- respondí devolviéndole aquella sonrisa, poco a poco me iba bajando, sin dejar de mirarme a los ojos y aun sin quitar las manos de mis caderas, me sonrió y bajo su mirada a mis labios, ladee mis labios y él se acercó un poco más a mí.- Creo que debemos irnos- dije interrumpiendo aquella acción.
-Claro- afirmó aclarándose la garganta, se colocó su mochila y yo tome la mía, se hizo a un lado el mechón de cabello que tenía en la frente y luego me tomo entre sus brazos. Avanzamos un poco hacia las escaleras y notamos que alguien estaba en la puerta, Fer paro en seco y me bajo.
Capítulo 5.
Miro el reloj de su muñeca izquierda, luego sonrió y volvió a mirar a la puerta, la sombra se había ido.
-Vas a quedarte aquí- hablo casi en un susurro, ayudándome a recargarme en la pared- Iré por ayuda
-¡Que!- exclame exaltada- Piensas dejarme aquí sola
-No va a pasarte nada, o prefieres pasar ahí conmigo y que te lleven a dirección
-No, pero tampoco quiero quedarme sola- chille
-Le diré a mare que venga por ti, será fácil, solo no te muevas de aquí- finalmente tomo su mochila, me guiño un ojo y se fue.
Como si pudiera moverme; pensé. Esto no era bueno, tenía que esperar a que América viniera por mí, y si venia gente y me veían aquí varada, por segunda vez en que me había metido, que carajo había hecho. Pasaron cinco minutos, a mí se me había hecho una eternidad, oí las voces de dos mujeres; en efecto dos chicas subían las escaleras, abrieron la puerta y me miraron, una de pelo negro y la otra de pelo castaño oscuro; sin decir nada siguieron su camino, escuche que alguien subía sigilosamente, al mirar quien era, mi corazón y mis ojos se alegraron de verla.
-¡Wau! creo que es la primera vez que alguien se alegra de verme- dijo América acercándose a mi
-Si- dije pasando mi brazo por su cuello y ella me abrazo por la cintura- Estoy muy feliz de verte
-¿Alguien te ha visto?- pregunto jadeando, al ayudarme a bajar
por las escaleras
-Solo dos chicas, que no me tomaron mucha importancia
-Tienes que contarme que fue lo que realmente paso, Fer no me lo contó- dijo decepcionada
-¿Dónde está Fer?- pregunte sin aire
-En dirección- respondió así sin más.
-Lo han cachado- hable preocupada, se había arriesgado por mí, si mi tonto tobillo no se hubiera torcido esto no hubiera pasado
-Sí, pero no te preocupes no es la primera vez- respondió indiferente- Además ustedes no debieron de estar ahí- hablo con un tono de molestia en su voz
-Lo sé, América lo siento- la mire ofreciéndole una sonrisa, ella me miro y me devolvió la sonrisa
-No me digas América, dime mare- hablo sin quitar la sonrisa de su rostro- Ya eres parte de nosotros- hablo con un toque de ternura en su voz, esas palabras... ella ya me consideraba parte de su círculo de amigos y yo quería huir de ella, de todos, aquellas palabras me habían hecho sentir mal. Llegamos al salón y ella me poso en una silla.- Hemos llegado- hablo soltando un suspiro
-Gracias mare- le ofrecí una sonrisa y ella me la devolvió- ¿Dónde están todos?
-Están en taller de diseño, no tardaran en llegar- se sentó en la silla que se encontraba al lado de mí y después me miro- ¿Cómo harás para llegar así a tu casa? al parecer esta inflamado tu pie- bajo los ojos y miro atentamente mi tobillo
-No lose- tome una pausa- Esto no está bien
-¿Por qué estaban ahí? ¿Qué hacían?- me miro asombrada- ¿Lo besaste?- esbozo una sonrisa enarcando las cejas
-¿Qué? ¡No! Mare, solo me mostró como se veía el amanecer desde el techo de la escuela, nada mas
-Vale, haré que te creo- tomo una pausa- Aunque, es difícil creer, eres la primera chica que llega a nuestro salón y que logra tener un acercamiento con Fer- suspiro- Bueno yo soy muy cercana a él porque somos mejores amigos, pero a mí nunca me subió al techo de la escuela para ver el amanecer
-¿Qué va a pasar con él?
-La pregunta correcta es ¿Qué va a pasar contigo? No puedes irte a casa así y mucho menos sola- respondió mirándome
-¡SOY YO!- grito una voz masculina, que provoco que América y yo brincáramos del susto- La persona más inteligente- pronuncio Fer cantando y entrando al salón
-Eres un imbécil- refunfuño América
-Me amas lo sé- la miro y paso su dedo con cautela acariciando su mejilla
-Estas muy feliz, como para haber ido a dirección- respondió América seria, no hubo respuesta por parte de Fer, así que América prosiguió- ¿Qué te han dicho?
-Solo que no quería que volviera a ocurrir
-¡Nada más!- hable desconcertada
-Ahí esta- respondió América indiferente- Y tú preocupándote
-¿Estabas preocupada por mí?- hablo Fer acercándose a mí, me miro a los ojos y sonrió- No me hicieron nada, Jess tranquila- sin dejar de mirarme a los ojos, acaricio mi mejilla- Dime ¿Cómo está tu pie?- hablo con voz tierna, América lo miro y enarco una ceja.
-Bien...-América se aclaró la garganta- Creo que yo sobro aquí, así que iré al baño- me miro y finalmente dijo- No me iré lejos- hablo con ironía.
-Lamento mucho lo de tu pie- hablo él muy apenado - Pensaras que acabo de conocerte y quiero romperte los huesos poco a poco - dijo con un leve risita
- Estoy bien - tome una pausa- Lo que aún no sé, es ¿Cómo me iré a casa?
- Yo te llevare - me miro a los ojos - Te dejare hasta la puerta de tu casa.
Recordé lo que América había mencionado, ¿Por qué había tomado ese autobús? Si él no vivía en esa dirección.
-Puedo preguntarte algo
-Claro, pregúntame lo que quieras- se incorporó y me miro atento
-¿Por qué ayer t...
-¡Huy! ¿Por qué tan solos?- hablo Abraham entrando al salón- ¿Interrumpí algo?- hablo irónico
-No es de tu incumbencia- respondió Fer mirándolo retador
-Veo que seguiste mi consejo - Abraham me miro y soltó una risita burlona - Creí que era verdad lo que decían, pero veo que no - tomo una pausa - Pero claro si yo fuera tú habría hecho lo mismo, es muy bonita - me miro y luego rió - No te confíes puede romperte el corazón y lo peor será saber que no será con una...- Fer no lo dejo terminar y se abalanzó sobre él, lo tomo por el cuello y lo acorralo a la pared.
-¡Fer! -grite - ¡Suéltalo!
-Hazle caso a tu novia- hablo Abraham con el poco aire que le quedaba- No querrás darle una mala impresión
-¡Gonzales!- hablo una voz gruesa desde la puerta, era el profesor de biología- ¡Suéltalo!- el profesor avanzo unos pasos, caminaba despacio y temeroso; se le notaba demasiado que tenía miedo de acercarse- ¡Por favor, suéltalo!- Fer lo soltó y me miro- ¿Qué fue lo que paso?- pregunto el profesor
-Lo... lo siento mucho profesor Juan Carlos- hablo Fer con voz agitada, lo miro apenado, tomo aire- Fue culpa de él, no se asuste- se acercó y el profesor retrocedió dos pasos- Vamos Charly- le ofreció una sonrisa- Mejor que nadie usted sabe que no le haría daño
-Lo sé- el profesor sonrió- Tomen asiento, que sea la última vez que vea una escena como esta.
Después de cinco minutos los chicos ya habían entrado, Abraham seguía quejándose del dolor, su cuello se veía rojo y las marcas de los dedos de Fer se estaban poniendo moradas, Fer realmente lo había tomado con mucha fuerza. Aquella acción no me había gustado para nada, Fer había reaccionado de una forma muy agresiva, había provocado que recordara mi pasado, aquellas imágenes de mierda, cada vez que Orlando tomaba a Mia, era algo difícil de olvidar; estaba a punto de llorar y tener un ataque de miedo cuando América se sentó frente a mí y me miro.
-Hey ¿Estás bien?- poso una mano en mi hombro- ¿Necesitas algo?- pregunto con tono de preocupación
-Estoy bien- respondí regalándole una sonrisa falsa
-Tengo el don de ver a las personas a través de sus ojos y sé que no estás bien- tomo una pausa- ¿Puedo ayudarte en algo? ¿Alguien te hizo algo? ¿Fer rompió tu hermoso corazoncito?- hablo con voz tierna, sonreí, hace tiempo que alguien no se preocupaba de esa manera por mi, desde que Mia murió mi vida con las personas ya no era la misma.
-América podrías poner atención, por favor- hablo el profesor mirándola. La clase paso rápido, todos eran como niños; tan silenciosos después de haber sido regañados, si había dudas las preguntaban, si tenían la oportunidad de hacer una broma la hacían, pero cuando el profesor pedía que guardaran silencio lo hacía; se comportaban mejor que un salón lleno de personas "normales". La clase del profesor Charly termino, luego siguió economía y después fuimos a comer, era el descanso, el descanso más raro de toda mi vida de colegio, éramos solo nosotros, era una cafetería enorme solo para dieciocho alumnos, se sentía muy bien, solo convivías con las personas de confianza, pero no, eso no era muy bueno; nos trataban como delincuentes, no podíamos mezclarnos con los demás.
América sin dejarme coloco sus alimentos en su bandeja y luego tomo otra, coloco los mismos alimentos y me la dio - Ya me entere de lo que paso- tomo una pausa- Tranquila es algo que solo pasa entre ellos dos, Abraham como ya te diste cuenta, no tolera a Fer y siempre está molestándolo y Fer no se deja así que bueno- suspiro- Lo siento, pero créeme ellos no son malos, no voy a obligarte a que te quedes pero...
-Ahora que lo mencionas me podrías ayudar a saber ¿Por qué me pusieron en este salón y no en otro?- dije quejándome, odiaba estar así, no podía caminar, necesitaba de alguien para poder hacerlo y eso era pésimo.
-Claro- me miro y luego me ayudo a sentarme- ¿Quieres irte?- interrogo triste.
Capítulo 6.
El almuerzo pasó rápido, Fer no se acercó a nosotras en ningún momento y solo se limitaba a mirarme, si yo fuera el haría lo mismo, debía estar tan avergonzado de a ver reaccionado de esa manera frente a mí.
-Hola mare- hablo una voz casi en un susurro
-Hola- saludo América. Era Ethan, mis músculos se tensaron, mis manos comenzaron a sudarme, lo mire; un chico alto, cabello negro, ojos color marrón, tez trigueña, delgado, era algo guapo pero no para mi.- ¿Pasa algo?- dijo América amable.
-Recuerdas que el profesor Reyes dejo unos ejercicios- mare asintió- Podrías explicarme uno, sabes que esto de las matemáticas no es lo mío- dijo él apenado.
-Claro- respondió América con una sonrisa en su rostro. Mientras mare daba una pequeña clase a Ethan, yo me dirigí a tirar la basura, me costó demasiado trabajo llegar hasta ahí y depositar la charola en su lugar, avance un poco, a brincos y jadeando, mire a la nada, me sentía desconcertada, quería volver a mi antigua escuela, quería sentirme segura y aquí no podía hacerlo porque ninguno de ellos me daban la seguridad de estar en un aula de buena reputación.
-Hola- dijo una voz apagada detrás de mí- Es bonita ¿verdad?- Fer se posó a lado de mí
-Si así es- respondí sin mirarlo
-Lástima que ninguno de nosotros podemos disfrutarla- su voz se suavizo y fijo su mirada en la cancha de futbol americano- Solo por ser diferentes creen que no tenemos derecho de salir a jugar a esas canchas de futbol, lo peor, creen que por convivir con los demás vamos hacerles algo malo, tenemos horarios diferentes, salón y taller especialmente para nosotros- tomo una pausa y al fin me miro- No entiendo porque estás aquí, tu no pareces tener ningún problema- enarco una ceja- Todos los que estamos en el 13B, tenemos un expediente de lo peor, pero tú eres tan linda y tierna que no pareces tener problemas
-Bueno yo...- suspire- No lo sé- mentí; sabía que estaba ahí por una razón, sabía que era parte de ellos porque el director creía que tenía trastornos mentales al igual que Dominik y Aidé.
-Creí que te irías- sonrió- Enserio imagine que esta mañana ya no te encontraría en nuestra estancia y es triste, porque sé que no te dejarían volver a estar cerca de nosotros.
-¿Puedo preguntarte algo?- lo mire
-Claro- me miro sonriente- Lo que quieras
-Y tú ¿Por qué estás aquí?- lo mire a los ojos, sus facciones se tensaron, podía distinguir con tanta claridad que aquella pregunta le había incomodado.
-No es algo de lo que me guste hablar- hablo serio- Pero...- se aclaró la garganta- Hagamos un trato- me tomo la mano y me miro a los ojos. Sus ojos eran tan hechizantes, sus pestañas eran tan hermosas. Mojo sus labios y junto su palma contra la mía- Si aceptas salir conmigo, te contare todo de mí en esa cita y después de mí, iras tú- enarque una ceja y sonrió- ¡Vamos! No sería justo que yo te contara todo de mí, sin yo saber nada de ti- me miro, sin dejar de sonreír enarco una ceja.
-Está bien- sonreí
-Genial- dijo emocionado y luego me abrazo- Eres la primera chica que provoca esto en mi- se acercó a mi oído y me susurro- Me gusta tu perfume.- antes de poder decir algo hablo alguien interrumpiéndome.
-¡Vamos chicos! El descanso termino- era América parada justo al lado del cesto de basura mirándonos. Fer me ayudo a caminar hasta llegar con América, ella llevaba mi mochila en su hombro izquierdo y la suya en su hombro derecho, América miro a Fer y frunció el entre cejo e hizo una mueca, Fer la miro y sonrió, me tomo por la cintura y sin dudarlo me cargo entre sus brazos; así hasta llegar a nuestro salón.
El timbre había sonado, todos los chicos tomaron sus cosas y salieron, América me miro y sonrió, Fer hablaba con Mario y Mati, en la puerta.
-Está bien, yo llevare tus cosas- me sonrió, Fer se despidió de los chicos y se acercó a nosotras.
-¿Estas lista?- me miro
-Tu ¿estás listo?- dijo América divertida. Fer esbozo una sonrisa, se colocó la mochila en la espalda, me sonrió y finalmente me tomo en sus brazos. Salimos de ahí y nos dirigimos al autobús, América me dio mis cosas y finalmente se despidió, Fer subió conmigo en sus brazos al autobús; me sentía estúpida todos nos miraban desconcertados, unos susurraban y otros solo ignoraban, Fer me coloco en el asiento del lado de la ventana y él se sentó al lado de mí.
-Bien- dijo sin aire- Eres pequeña y delgada, pero pesas- tomo una pausa- No te ofendas ¡eh!- rió
-Tranquilo- le sonreí- Yo lose- mire a la ventana, el autobús se puso en marcha y sin mirarlo le dije- Lo siento
-¿Disculpa?- dijo atónito
-Siento a verme caído y que mi tobillo se ha...
-Espera... Espera, es una broma ¿no?- tomo una pausa y sonrió- Pero mírame- hablo tomando mi barbilla con suavidad, haciendo que girara para así mirarlo- Esto no es tu culpa, no tienes porque disculparte... Fue culpa mía por llevarte de contrabando a ese lugar- rió- Así que por favor retráctate ahora o me haré el enojado- frunció el entre cejo y cruzo los brazos
-Está bien, está bien, siento haberme sentido mal, me retracto
-Muy bien- hablo victorioso.
Para bajar del autobús fue demasiado difícil, pero lo logramos; Fer me dejo en el piso sin soltarme, para poder abrir la puerta.
-¿Hay alguien en tu casa?- me miro. Su rostro estaba tan cerca del mío, que podía sentir su respiración y oler su hermoso perfume.
-Si- mentí, sabía que no podía decirle la verdad, aun no lo conocía y no podía permitirme dejarlo pasar
-Genial puedes llamar para que vengan por ti y te entregue para que te ayuden
-Si claro- dije nerviosa, mis padres estaban trabajando, no tenía hermanos y nadie trabajaba para nosotros, así que lo único que se me ocurrió fue gritar el nombre de la mujer que solía cuidar de mí en Bogotá- ¡Berta!- grite al azar, claramente no hubo respuesta la casa estaba sola y yo lo sabía- Tal vez salió a comprar algunas cosas
-Te parece si te dejo en alguna silla- me sonrió- Te ofrecería quedarme hasta que la mujer llegue pero tengo cosas que hacer
-Está bien así- le sonreí- Entrare yo sola
-¿Estás jugando?- tomo una pausa y volvió a cargarme- No te haré daño y tampoco soy un ladrón- hablo entrando a la casa, me coloco en el sofá y suspiro- Bonita casa
-Gracias- me sentía nerviosa, por más que Fer fuera jodidamente sexy, guapo y él me asegurara que no me haría daño; no podía confiar de él, no sabiendo nada de su vida.
-Bueno- me miro- Te dejo- me regalo una sonrisa mostrando sus dientes blancos- Tenemos tarea por hacer y tengo algunas cosas que hacer en casa
-Si te entiendo- tome una pausa- Te deseo suerte
-Y yo a ti- se acercó a mí y me dio una beso en la mejilla, me acaricio la cabeza y me miro- Creo que tú la necesitaras más con ese pie malo- tomo una pausa- Y una vez más, siento que estés así, porque ambos sabemos que fue mi culpa -rió- Aun así me la pase muy bien, hoy estuve muy cerca de ti y eso me hace sentir bien- nos miramos y ambos sonreímos, sin decir nada dio media vuelta y se fue, me levante y como pude mire por la ventana, América tenía razón Fer se dirigía a la dirección opuesta a la que venía el autobús.
Trate de hacer la tarea y espere a que mi madre llegara, el pie me dolía demasiado y aun no me podía quitar de la cabeza la idea de que América me ayudaría a ver mi expediente, no quería pensar en todo lo que había vivido hoy con Fer, pero era inevitable, ese chico provocaba algo en mí, pero no quería sentirme así, no hasta que mi pasado dejara de atormentarme.
Cuando mi madre llego le comente que había bajado las escaleras muy deprisa que no había podido dar un buen paso y que eso había provocado la torcedura de tobillo; era claro que no le podía decir que esto se debía a que había visitado un lugar que estaba prohibido con el chico que me había atraído a primera vista.
Capítulo 7.
Mi madre había dicho que no podía asistir así al colegio. No podía caminar, así que la única elección fue enviar un correo al instituto diciéndoles que no asistiría porque no podía caminar. No me agradaba mucho la idea; Los chicos creerían que me cambie de estancia. El día jueves mi tobillo estaba mucho mejor, ya podía apoyar el pie; aun me dolía un poco, pero el dolor había disminuido mucho.
-¿Iras al colegio hoy?- hablo mi madre sentándose en la orilla de mi cama
-Si - respondí algo adormilada
-Bien, entonces párate porque ya van hacer las seis y hoy entras a las siete.
Mi madre se fue, me quede acostada mirando el techo, tenía demasiada flojera. Me bañe, me cambie como todos los días anteriores. Mire mi teléfono, tenía un mensaje de texto;
*Jess Fer ira a verte hoy por la mañana, espero te encuentres mejor, nos gustaría saber cómo estas y si cambiaste de estancia*
-Jess - hablo mi madre entrando a mi habitación - Haya bajo hay un chico que quiere verte
-Si - dije confusa - Ya bajo
-¿Por qué no me contaste que ya habías hecho amigos y en especial que te habías hecho amiga de un muchacho tan guapo?
-Solo es un amigo mamá - me ruborice y salí de ahí.
Fer estaba parado en la puerta, tenía una mano en el bolsillo de su chaqueta negra, y la otra sostenía el tirante de su mochila, llevaba puestos unos jeans azul marino, una playera blanca y unas botas negras. Se veía demasiado bien.
-Buenos días - salude acercándome a él
-Buenos días - se incorporó, me miro de arriba abajo con una sonrisa, se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla - Veo que ya estas mejor
-Algo así, aun me cuesta un poco apoyar bien el pie, pero el dolor es menos - tome una pausa - ¿Ya desayunaste?
-Si - suspiro - Desayune en casa, gracias
-Bueno, creo que iremos juntos - lo mire y sonrió ruborizado - Así que me apresurare - fui directamente a la cocina y él me siguió - Puedes sentarte
-Gracias - hablo con voz afligida - Tu mamá se parece mucho a ti
-Sí, lo sé... es lo que todos dicen - le sonreí y él me devolvió la sonrisa, termine de desayunar, lave los platos y fui a cepillarme los dientes, salimos de ahí y tomamos el autobús.
-Veo que hoy traes algunos colores claros
-No siempre visto de negro, aunque en realidad mi chaqueta es negra
-El lunes y el martes llevabas puesto pantalón negro, sudadera negra y tenis negros, hoy llevas playera blanca y una chaqueta negra pero tus jeans son azul marino
-No olvides las botas negras - rió
-Es verdad - le sonreí - Pareces un motociclista, pero sin moto
-Bueno - suspiro - Es que la he dejado en casa - dijo divertido - Y tú no te quedas atrás hoy luces muy linda
-Gracias - sonreí ruborizada.
Bajamos del autobús y vimos a América en la entrada, tenía las manos dentro de su sudadera color rosa, su cabello estaba peinado en una coleta.
-Buenos días - su voz hoy estaba más ronca
-Buenos días mare - salude - Veo que empeoro tu gripe
-Así es - puso los ojos en blanco y luego miro a Fer retadora - Ni se te ocurra reírte
-Fer ¿Por qué te ríes de ella? Que no ves que está enferma - lo mire seria
-Su voz es tan graciosa cuando se enferma y créeme que ayer se escuchaba peor - hablo Fer divertido
-Eres un imbécil - dijo América poniendo los ojos en blanco
-¿Por qué no has entrado mare? Deberías estar en el salón antes de estar aquí afuera muriéndote de frío
-No, por ahí debe andar rondando don Franco. - Fer tenía razón su voz era un poco graciosa.
-Y ¿Qué tiene eso que ver? Solo es el conserje no creo que ten...
-A América le da medio don Franco.- vaya al parecer no era la única que le tenía miedo.
-Haz visto sus ojos y su voz - abrió los ojos como plato - ¡Tiene una cara de maldito!- Fer rió y ella junto a él.
-Tal vez le gustas y tú lo odias - hablo Fer divertido
-Vete a la mierda - exclamo América.
-Buenos días chicos - era Dominik junto a Aidé
-Buenos días - respondimos los tres al unísono.
Entramos junto a los chicos y vimos a don Franco que terminaba de abrir las puertas de los salones, nuevamente me miro, su mirada era peor de la que Mati me había hecho el primer día. Fer lo miro, después paso su brazo por mis hombros y finalmente me dio un beso en la frente. Ese señor no me gustaba para nada.
-Niña creí que ya te habías cambiado de estancia - hablo Mario parándose al lado de mi silla
-Buenos días Mario, no solo fue un pequeño problema - le sonreí
-Que educación la mía - rió - Buenos días - me sonrió y luego se sentó.
Pasaron diez minutos y el profesor aun no llegaba los chicos hablaban y se reían, todos estaban presentes nadie había faltado, todo iba bien hasta que don Franco entro al salón.
-Buenos días muchachos - hablo con esa voz ronca tan escalofriante- El profesor Juarez no podrá venir, tuvo unos problemas familiares.- todos comenzaron a gritar en forma de festejo - Pero me han pedido que yo cuide de ustedes
-No puede ser - dijo América en un susurro
-No te preocupes mare yo estoy aquí para protegerte - hablo Matías tocándole un hombro
-No me toques - América aparto su hombro - No es gracioso Matías ese hombre de verdad da miedo
-Yo te cuido preciosa - Matías le sonrió coqueto y América hizo una mueca de asco.
Don Franco se sentó en la silla de los maestros, los chicos no le tomaban mucha importancia, ya habían pasado cuarenta minutos, básicamente la primera hora.
-Jess
-¿Qué pasa? - la mire atenta
-Ven conmigo.- América se levantó de su asiento y yo junto a ella - Don Franco podemos ir al baño
-Vaya una sola - hablo mirándonos atento con una sonrisa malévola
-Necesito la ayuda de mi mejor amiga - tomo una pausa y lo miro seria - Por favor
-Está bien vayan.
América y yo salimos de ahí, camine directo al sanitario pero América me tomo del brazo y me dirigió al pasillo de las oficinas. Sin decir nada se detuvo frente a la oficina de prefectura y después hizo lo mismo que Fernando. Tomo un pasador y comenzó a abrir la puerta.
-Entra - hablo con voz sigilosa
-¿Qué hacemos aquí?
-Vamos a revisar tu expediente.
América se sentó en la silla del escritorio, la oficina era pequeña, solo había un escritorio el cual tenía encima una computadora, y algunos archivos en folders de color beige y azul, aun lado del escritorio pegado a la pared se encontraba un mueble de madera con seis cajones, enfrente del escritorio estaban dos sillas.
-Empecemos con esto - hablo América frente a la computadora ya encendida
-Se supone que los estudiantes no deberían hacer esto
-Lo sé, de hecho su máquina tiene una contraseña - tomo una pausa y sin dejar de mirar el computador continuo - Pero nada es imposible para alguien como yo
-América por favor - rogué
-Tranquila - me miro al fin - No dejare rastro y la señora que ocupa este lugar siempre llega a las nueve de la mañana - volvió la vista a la computadora y soltó un grito en tono de victoria - Entre, veamos... Jessica Reyes - pronuncio tecleando - Es demasiado fácil encontrarnos perteneciendo a un salón de solo dieciocho alumnos
-¿Cómo es que haces esto?
-Bueno, aprendí a hackear cuentas y no es la primera vez que lo hago, podría cambiar las calificaciones de todos en este mismo instante - tomo una pausa - Pero tranquila nunca lo he hecho y créeme nunca lo haría. Como crees tú que conseguí tu número de teléfono - miro la pantalla del computador atenta y suspiro - Bien no perdamos el tiempo, ven aquí - me coloque al lado de ella y mire el computador.- Vez esto. - estaba señalando con la flecha del mouse un archivo en rojo con el nombre; expediente: salud. - Esto es lo que te hace estar en nuestro salón - me miro seria - Veamos qué es lo que tiene - hizo clic en el archivo, se abrió una página, era un documento en Word. - Bien - América comenzó a darle un vistazo. - Tu salud esta perfecta... - hizo una pausa y se aclaró la garganta - ¡Valla! - hablo asombrada - Tomaste terapias rigurosas de psicología más de tres años.
No dije nada, agache la cabeza, respire hondo, aún tenía miedo, aun me afectaba tanto. América me tomo del brazo, dijo algo pero no la escuche, me había perdido nuevamente había caído en el estado de la perdición como mi psicóloga lo llamaba. Hubo un largo silencio. América cerro el archivo apago la computadora y dejo todo como lo encontramos. Me abrazo fuerte y al oído me susurro - Lo siento.
-No importa - la abrace con fuerza, se me escapo una lagrima y antes de que pudiera caer la segunda ella me miro a los ojos e hizo una mueca que me hizo reír.
-Tenemos que irnos - dijo pasando su dedo por mi mejilla para limpiar mis lágrimas - No te obligare hablar de esto, veo que aun te afecta - tomo una pausa - Pero cuando quieras hablar de ello aquí tendrás a una amiga que te estará escuchando siempre - me sonrió y poso una mano en mi hombro - Yo también tuve muchas citas en el psicólogo durante cuatro años, tal vez lo que tu viviste fue más duro de lo que yo vive o eres más...
-Débil - hable con voz apagada
-No, no quise decir eso, todas las personas son diferentes - hubo otro silencio - Lo lamento mucho si te hice sentir mal de verdad lo siento yo no qui...
-Gracias -la abrace nuevamente y ella me abrazo con más fuerza, sus abrazos eran tan cálidos de esos abrazos que te hacen sentir protegido y especial. - Te lo contare pronto... amiga.
Capítulo 8.
Nos dirigimos al salón, don Franco ya no estaba y el salón estallaba en gritos como si fuera una fiesta. Todos los chicos estaban reunidos en un círculo. América y yo nos acercamos, Mario nos abrió paso y mire a Fernando jugando ajedrez con Abraham.
-Jaque mate - pronuncio Fer moviendo una pieza, luego miro a Abraham y le sonrió con gentileza. Todos comenzaron a gritar unos en forma de festejo y otros haciéndole burla a Abraham, América se unió gritando el nombre de Fer, todo el salón retumbaba de los gritos, todos gritaban al unísono; Fer, Fer, Fer, Fer.
-¡Chicos! - grito una mujer de cabello rubio parada en la puerta y todos al instante guardaron silencio. - Ya comenzaron a entrar los otros grupos, por favor guarden silencio
-Si profesora Blanca, lo sentimos no vuelve a pasar - hablo Fer al frente de todos
-Muy bien - dijo la mujer y luego se marchó.
-Ahora vez porque lo odia tanto - hablo América casi en un susurro acercándose a mí. Fer nos miró y vino directamente a nosotras.
-¿Dónde estaban? - enarco una ceja
-Te importa - dijo América con voz impostada
-Si - la miro retador, se acercó a ella y luego casi en un susurro dijo - Te llevaste a mi chica a no sé dónde, por tu culpa no vio la paliza que le di a ese sabelotodo
-Créeme - hablo con voz irónica - Que eso es lo que menos le importa a ella, es diferente Fer - le dio una palmadita en el pecho - A ella no la impresionas de esa manera, pregúntaselo si quieres. - ambos me miraron.
-¿Cómo lo sabes? - hablo Fer volviendo los ojos a América
-Solo lo sé y ya - tomo una pausa - Ahora apártate de mí - lo empujo y luego fue a su asiento.
Las tres horas del profesor Juarez ya habían terminado, llego la profesora Camila, dio tema nuevo, dejo algunos ejercicios y después de su hora fuimos al descanso. Todos salimos y como los días anteriores éramos los únicos que se encontraban afuera, el día estaba algo nublado, la cafetería se sentía algo fría y yo me estaba congelando.
-¿Escuchaste lo que Fer me dijo hace un rato? - América me miro atenta, se veía como una niña esperando un premio.
-Si - respondí indiferente
-¿Y? ¡Vamos! no vengas ahora con que no te importa - hablo con voz arista - ¡Le gustas!
-Si me importa solo...
-Entonces porque lo dices en ese tono
-No lo conoces y yo menos, no sé qué es lo que quiera y tampoco que pretenda tal vez va a enamorarme y luego me va a vender para prostituirme o algo así
-Ok, voy a fingir que no dijiste eso - sonrió - Amiga yo lo conozco y sé que te dije que tal vez nadie sabía a qué se dedica, pero todos los del 13B conocemos la historia de cada uno de nosotros y él no es mala persona al contrario es un chico que vale oro, es sumamente agradable, guapo, simpático, inteligente, humilde, caballeroso, tiene muchas valores y una muy buena educación. La chica que este con él realmente se llevara el premio mayor. Mario, Mati y yo somos sus únicos amigos, hemos visitado su casa, sabemos cómo es y quien es. - tomo una pausa - Lamento haberte mentido, pero es la ley de todos; cuando alguien quiera estar contigo, quiera acercarse a ti como amigo o como algo mas lo hará por su cuenta. Es por eso que no te dije nada acerca de él, si quieres conocer mi historia la sabrás por mí no por nadie más, si quieres saber la historia de él, él te la tendrá que contar no yo - alzo los hombros y me miro con una sonrisa en el rostro - No puedo... es una regla de todos nosotros, sonara estúpido, pero es asi, nadie inventa, nadie quita o aumenta en la historia de la vida de los demás
-Hay tantos misterios entre todos ustedes - sonreí - que no parece ser un salón de mierda si no todo esto los hace ser un salón de muchos secretos, es mágico conocer un salón como este, tan unido, tan especial, todos conocen la historia de cada uno y es por eso que nadie critica, nadie juzga y su armonía es perfecta
-No tan perfecta, pero si, en nuestro salón no hay críticas, no hay peleas, bueno dejando de lado a Fer y a Abraham - rió - Ellos saben sus cosas, pero de ahí en fuera no hay nada de lo que hay en otros salones
-Creo que a eso te referías cuando dijiste que no eran un salón común
-Creo que sí, aparte de lo que llevamos cargando - sonrió - Fer no es malo y cuando realmente se acerca de esa manera a alguien es porque de verdad le importa - tomo una pausa - Nunca lo había visto así, créeme nadie le ha conocido una novia, tu serias la primera - enarco una ceja y ladeo los labios - Y lo de ser gay; todos sospechan por lo mismo, pero Mario, Mati y yo sabemos que no es verdad
-No puedo creerte un chico como F... - América se aclaró la garganta interrumpiéndome.
-Hola Fer. - hablo mirándolo por encima de mi hombro. Dios casi meto la pata... ¡Otra vez!
-Chicas... ahora si me van a contar a donde fueron
-Que te cuente Jess, iré por mi comida - se dio media vuelta y antes de alejarse un poco más, volvió - ¿Quieres que te traiga algo?
-Si por favor - respondió Fer con voz tierna
-Le preguntaba a ella - frunció el entrecejo y sonrió - Esta bien comida para tres - nos sonrió y finalmente se marchó.
-Bien - tomo una pausa y se acercó a mi seductor - Me dirás donde estuvieron
-¿Por qué te importa tanto?
-Solo quiero saber, porque se desaparecieron prácticamente una hora... ustedes solas
-No creerás que América y yo
-No lose - se encogió de hombros
-Que estúpido - le di la espalda y me senté en una silla de una de las mesas
-Perdón - tomo un silla y se sentó al lado de mi - Era broma
-Solo fuimos a revisar mi expediente - lo mire seria. Él me miraba con esos ojos tan hermosos, su rostro se veía tan lindo, sus pómulos tan bien definidos, sus labios delgados color salmón, sus ojos café claro y su pelo tan sedoso. - Quería ver porque estaba en esta estancia
-América lo volvió hacer - me miro serio - ¿Se volvió a meter a los archivos?
-Sí, pero fue por mi culpa, yo quise que me ayudara - tome una pausa - Aun que realmente yo ya sabía porque estaba aquí
-Jess... sea lo que sea todos estamos en este salón por alguna razón, el director se toma muy enserio la reputación de esta escuela, es por ello que no podemos participar en actividades académicas - me regalo una sonrisa y luego añadió - Nadie te presiona pero eres la única que pertenece a nuestro salón y que no ha contado su historia.
América llego con las charolas, Fer le ayudo y los tres comenzamos a comer. El salón no era pésimo al contrario era bastante bueno para ser verdad, cada quien tenía diferentes características pero eso era todo, la escuela era maravillosa, los profesores eran muy buenos, simplemente no tenía que quejarme por nada. El descanso termino; entramos al salón y fuimos a clase de economía y por ultimo tomamos tres horas de biología. Salí al lado de América como todos los días, camine con ella hasta el autobús, se despidió de mí y se fue, espere el camión, la tarde estaba fría, el sol era un gran alivio para mis músculos.
-Jess
-Fernando
-No me digas así - hablo con voz anodina - Puedo preguntar ¿Cuándo me podrás dar la fecha de la cita? - hablo avergonzado
-Este sábado - respondí firme
-Genial, dime ¿a qué hora paso por ti?
-A las dos de la tarde está bien
-Perfecto estaré ahí el sábado a las dos - dijo alegre
-Bien tengo que irme - hable señalando el autobús que ya llegaba - Te veré mañana
-Por su puesto... ve con cuidado
-Igualmente.
Subí al autobús y desde la ventana le dije adiós con la mano, el me imito y finalmente me regalo una sonrisa mostrándome sus lindos dientes blancos. No lo había notado pero era muy guapo cuando sonreía.
Llegue a casa, como todos los días no había nadie, subí a mi habitación, vi que en mi cama se encontraba un paquete, era un caja envuelta con papel color rojo, con un moño blanco en la parte superior, no tenía nota, así que supuse que era por parte de mis padres; lo abrí con cuidado.
Capítulo 9.
Tenía un papel negro por encima de lo que debía ser el obsequio, encima de la montaña de papel se encontraba una nota;
*No necesitaba conocerte para saber que eras lo que había pedido.*
Hice a un lado la nota, quite el papel, lo que la caja contenía era realmente mágico; un cuaderno especial para pintar con acuarela, chocolates, el último álbum de One Direction última edición y por último el libro de Stephen King "El cementerio de mascotas". Esto era realmente sorprendente, no decía de quien era, pero era obvio que el paquete era para mí. Mire la nota atenta, no podía ser Fer él aun no me conocía, no sabía que me gustaba, que era lo que quería, al menos que se lo hubiera preguntado a mi madre hoy por la mañana. Lo imagine junto a mi madre, hablando sobre mí, cuando mi teléfono sonó. Era un número desconocido.
-Hola
- hable seria
-¿Recibiste
mi paquete? - hablo una voz varonil al otro lado de la bocina, claramente esa
no era la voz de Fer.
-Si
- respondí desconcertada - Un detalle lindo... gracias
-Me
alegro que te haya gustado - hubo una pausa - Quiero verte
-¿Disculpa?
-Sabes
quién soy ¿verdad?
Mis manos temblaban. Reía, sabía que se divertía demasiado haciendo esto, estaba loco, completamente loco. Lo único que podía oír era su horrible risa, sus carcajadas. Respire profundo y colgué el teléfono, tome los regalos y baje a la cocina, los coloque en el lavaplatos, les rocié alcohol y luego les prendí fuego. Espere a que se hicieran polvo y finalmente abrí la llave hasta que todo desapareciera. Esto no estaba pasando, no por favor ¡no! Me deslice hasta llegar al suelo y comencé a llorar, nuevamente tenía miedo, recordé aquellas ocasiones en las que solía llorar a escondidas por ella, la primera vez que lo vi golpeándola, cuando lo vi abusar de ella y cuando... la mato. Estaba débil, sentía desmayarme; aquí venia el ataque de pánico.
-Cariño - se acercó mi padre deprisa y me tomo en sus brazos - No pasa nada aquí estoy, aquí esta papá.
Podía sentir el latir de su corazón, él también estaba asustado, me abrazo como a una bebe, acaricio mi cabeza, hasta tranquilizarme. Me subió a mi habitación y lo último que recuerdo es que jamás me dejo. No desperté hasta la mañana siguiente al escuchar sonar mi alarma de las seis. Debía admitir que no tenía ganas de asistir al colegio, quería quedarme en mi cama por el resto del día. Pero sabía que esa idea no era fiable; porque tal vez me quedaría sola en casa. Aún tenía miedo, me acurruque entre las cobijas, imagine la sonrisa de América, la sonrisa de Fer, pensé en todo lo bueno que me había pasado en estos últimos días, pero como todas las veces; cuando lograba calmar mis temores, venia la imagen de Mía, su sonrisa, su risa y finalmente ella ahí en la cama con su rostro apagado, con los ojos cerrados y morados, el labio roto y su piel ya sin color. Abrí los ojos de inmediato, nuevamente veía el techo oscuro.
Capítulo 10.
Me levante, me di un baño, me puse unos jeans de mezclilla, una blusa negra y por ultimo una gabardina verde militar. No me sentía con muchos ánimos, pero no podía faltar dos días la primera semana de clases.
-¿Vas a ir conmigo? - mire a mi madre, que se encontraba en la cocina con una chamarra puesta color marrón
-Me has dicho que quieres cambiarte de estancia - hizo una pausa - Iré hoy
-No - me aclare la garganta - Tome una decisión y me quedare en ese salón
-¿Estas segura Jess? - mi madre me miro atenta, me sentía también de tan solo mirar esos hermosos ojos color avellana.
-Sí, no te preocupes - suspire - Ya hice amigos ahí así que bueno...
-Si ya lo vi - mi madre me ofreció un plato con cereal mientras ella bebía café - Ese chico que vino ayer - dijo sin mirarme - Es muy lindo, debo suponer que va en tu salón - tomo una pausa y al fin me miro - Al parecer le gustas
-No... - reí - Somos amigos, solo eso. ¿A qué se debe tu comentario?
-Solo me pareció muy educado - le dio un sorbo a su café y sin mirarme dijo - Y guapo
-Lo sé, sé que es guapo - sonreí - Pero por ahora solo somos amigos. - Me levante de mi asiento y fui a lavarme los dientes. Me mire al espejo, sonreí al imaginar la sonrisa de Fer, me sentí bien, estaba relajada, mi corazón se aceleró al recordar a Fer tan cerca de mí, sentir su respiración, su mano posada en mi cintura, sus labios delgados color salmón...
-Nos vamos - hablo mi madre abriendo la puerta.
-Si sonreí ruborizada. - que bonito se sentía.
La mañana del día de hoy estaba un poco más fría que la del día de ayer. Mi mamá y yo subimos al autobús, me sentía relajada al sentir la compañía de mi madre. Lo más extraño era ¿por que ella no había mencionado lo que había pasado ayer por la tarde? Llegamos a la escuela, bajamos y como todas las mañanas América ya estaba ahí, hoy llevaba puesta una gabardina negra que le llagaba a las rodillas, su cabello estaba suelto y tenía un gorrito de lana color blanco, se veía muy tierna.
-Buenos días - saludo mare mirándome atenta.
-Buenos días - respondí con una sonrisa - Tu voz mejoro
-Así es - puso los ojos en mi madre y le sonrió - Buenos días - saludo extendiéndole la mano.
-Buenos días - hablo mi madre estrechándole la mano con una sonrisa en el rostro.
-Soy América
-Angélica
-Es un placer señora Angélica - respondió mare amable
-El placer es mío. - le sonrió y volvió los ojos a mí - Me tengo que ir cariño, no te vayas sola vendré por ti. - puso los ojos en América, enarco una ceja y dijo - Y tú no me la dejes ir hasta que llegue aquí por ella por favor.
-Confié en mí - América le sonrió y finalmente mi madre me dio un beso en la frente y se marchó.
-¿Pasa algo? - hablo América mirándome atenta
-Nada importante - respondí apagada
-Una mamá no le dice a la amiga de su hija que no la deje ir sola, así porque si - me miro a los ojos y poso su mano derecha en mi hombro - Confía en mí, tal vez pueda ayudarte
-Ayer - suspire, sin mirarla - Recibí un paquete; había una nota adentro de el, no tenía remitente - la mire a los ojos, ella me miraba atenta con esos ojos color miel - Creí que era por parte de mis padres oh en su defecto por parte de Fer - América sonrió pero al instante se le borro la sonrisa al mirar mi rostro. - El paquete contenía cosas que a mí me gustan mucho pero...
-¿Pero? - pregunto américa ansiosa
-No era de quien yo hubiera querido, lo envió el hombre que provoco que yo este así ahora, el maldito hijo de perra que mato a una persona tan especial para mi - América se sobresaltó al escuchar mi voz, hablaba con tanto coraje y desprecio, ese maldito debía estar muerto.
-Bien - se aclaró la garganta, quito al fin su mano de mi hombro y finalmente me miro atenta - No sé lo que hayas visto o lo que haya pasado anteriormente, pero ese maldito sabe la dirección de tu casa y eso no es muy bueno, voy a ayudarte hace tiempo no hago esto per...
-También sabe mi número de teléfono - la mire seria, quería saber su respuesta y ver su reacción, pero no hizo nada sospechoso.
-Bien, tiene buen equipo - tomo una pausa, hubo un silencio y luego sin mirarme continuo - No importa te ayudare, haré lo posible por saber cómo lo hizo y haré que te deje en paz. - su convicción era firme, no parecía asustada, simplemente decidida de lo que decía y de lo que tenía planeado hacer.
Entre junto a ella al salón, por segunda vez tenía miedo de estar con ella, era muy extraño que ella tuviera antecedentes penales y era la única que sabía mi número de teléfono, mi dirección, como mierda había conseguido mi dirección... claro; Fer el primer día sin conocerme se fue conmigo en autobús, sabe dónde vivo. Maldita sea, ¡maldita sea! Como no lo pensé antes.
-Buenos días señoritas - hablo don Franco desde la puerta mirándonos atento. Salí de mis pensamientos, mire a América; estaba tensa.
-Buenos días - respondí seria. Antes de que don Franco pudiera decir algo más llego Fer junto con Matías y Mario. Los chicos me saludaron al igual que a América, cuando Fer me saludo sentí repulsión; como mierda podía ser tan cínico, me comporte indiferente, lo que obviamente lo desconcertó. Pasaron las cuatro primeras horas, salí del salón sin esperar a América, me dirigí al baño y trate de tranquilizarme estaba furiosa, como podía ser tan tonta, era tan obvio; fueron tan amables al principio porque querían echarme al bolsillo y después hacerme esto. Tome mi teléfono intente marcar a mi madre pero me di cuenta que no tenía la tarjeta SIM, ¡me lleva! Mi madre debió haberla sacado anoche. Respire hondo, debía mantener la compostura, ellos me habían mentido.
-Jess - pronuncio América, hubo un silencio y continuo - ¿Estás aquí?
No dije nada, hubo un silencio, no escuche la puerta abrirse ni cerrarse al salir de los sanitarios, ella seguía ahí.
-Tengo que hablar contigo.
Aquí venia la confesión. Cerré los ojos y me relaje, abrí la puerta y la mire parada frente al espejo mirándome atenta.
-¿Por qué has salido así? Me has sorprendido - hablo con una sonrisa en el rostro, vaya que fingía bien.
-De ¿Qué quieres hablar? - respondí indiferente
-Bueno quiero hablar sobre lo que me contaste esta mañana. - vas a decirme que él es tu amigo y que tu sabias todo esto. Mis músculos se tensaron, estaba realmente molesta. - ¿Está todo bien te noto muy rara?
-Hablemos ahora - dije con voz hostil.
-Bueno Fer y yo. - ahí estaba, por primera vez sentía que alguien me rompía el corazón, Fer me había ilusionado, para luego defraudarme. - Espero que no te moleste el hecho de que le haya contado a Fer.
-¿Por qué debía de molestarme? - hable con voz gélida, ella frunció el entre cejo y se acercó a mí, retrocedí dos pasos, estaba molesta con ella y ella lo sabía.
-Ok no sé qué es lo que te pasa pero no me gusta para nada - me miro seria - ¿Todo está bien Jess?
-Sí, hablemos. - tome mi mochila y salí de ahí, ella fue detrás de mí, me senté en una silla, Fer se encontraba hablando con Ethan, lo cual me hizo sentir demasiado miedo, al instante que vio a América vino directo a nosotras.
-¿Va a comer algo la princesa? - hablo Fer sonriéndome, como no hubo respuesta miro a América. América solo alzo los hombros desconcertada - ¿Pasa algo?
-Hablemos de una buena vez. - América se sentó al lado de Fer, los dos se encontraban frente a mí, mirándome anonadados.
-América me contó, pero me gustaría saber qué fue lo que realmente paso - tomo una pausa y me miro a los ojos. Evadí su mirada, sus ojos eran tan hechizantes que podía caer nuevamente como estúpida. - ¿Qué es lo que decía la nota?
-También mencionaste que tenía tu número de teléfono. ¿Te llamo?
-¡Si! - me incorpore y los mire fijamente retadora - Ustedes deben saber todo eso; que fue lo que dijo, que decía la nota y toda la mierda que traía el paquete. ¡Sabía que tanta miel no era normal, fingir querer ser mis amigos para luego hacer todo esto, investigar mi número y luego ir conmigo en el autobús para saber dónde vivo! - suspire - ¡Fui tan estúpida! No sé qué es lo que quieran pero no lo tendrán... él la mato - no quería hacerlo pero no pude evitarlo así que comencé a llorar - Y debe pagar por lo que le hizo, ustedes no deberían hacer esto, no con la vida de las personas, no deberían jugar así con los sentimientos de la gente. - tome mis cosas y fui directo al baño. Que estúpida Jess, te mostraste débil ante ellos.
Capítulo 11.
No paso mucho tiempo, escuché la puerta principal de los sanitarios abrirse.
-Jess - era la voz de Fer - Necesito que salgas, no puedo estar aquí por mucho tiempo y América está un poco molesta, puedes salir por favor.
-¡Vete! - dije con lágrimas en los ojos. Mi mejor amiga estaba muerta y los chicos que había empezado a considerar con mis mejores amigos me fallaron. Hubo un largo silencio, no hubo respuesta por parte de Fer. Respire hondo, me seque las lágrimas, logre escuchar un gran suspiro y después Fer había abierto la puerta del baño donde yo estaba, lo vi ahí parado, me miraba con sus hermosos ojos marrón, con su mechón de cabello en la frente, ese hombre era realmente hermoso.
-Necesito que vengas conmigo. - sin decir nada más me tomo del brazo y me saco de ahí, antes de salir me pego a la puerta principal de los sanitarios y se acercó tanto a mí que mi respiración y la suya podían mezclarse, me miro a los ojos por un instante y luego poso sus ojos en mis labios, mi corazón estaba al mil, mojo un poco su labio inferior, se acercó más a mí, serré mis ojos. - No quiero que vuelvas a pensar que América y yo te defraudamos. - abrí mis ojos de golpe, seguía tan cerca de mí, había jugado conmigo, que ilusa Jess. - Ella y yo jamás te haríamos daño, todo lo que hemos dicho es verdad, nosotros realmente queremos ser tus amigos - hizo una pausa - ¿Está claro? - asentí con la cabeza, sin dejar de mirarme coloco su mano derecha en mi pómulo, entrelazo sus dedos en mi cabello, se acercó tanto como la primera vez y esta vez él fue quien serró los ojos, sus labios solo alcanzaron a rosar con los míos, cuando sentí el empujón de la puerta. Fer se quitó de inmediato al igual que yo, el agacho la cabeza avergonzado y por la puerta entro Aidé.
-Lo siento - dijo apenada - No quería...
-No pasa nada, está bien, solo estamos hablando - respondió Fer abrumado
Salí de ahí y Fer detrás de mí, antes de dirigirme al salón Fer me tomo por el brazo y me dirigió a la cafetería, sin decir ninguna palabra llegamos junto a América que se encontraba parada en el césped mirando fijamente la cancha de fútbol soccer.
-Creí que no vendrías - hablo América con voz hostil, voltio y me miro, su postura era erguida, se veía retadora, estaba enojada.
-Déjame esto a mí - hablo Fer colocándose enfrente de ella, América bufo poniendo los ojos en blanco.
-Jess no sé qué es lo que piensas pero créeme no es así mira...
-Vas a decirme la verdad de una buena ves - hable con voz arista
-¡Tú crees en verdad que nosotros somos sus cómplices! ¡Eres tonta acaso! - grito América furiosa
-¡Yo en ningún momento los eh ofendido! - me defendí
-¡Lo has hecho en el mismo instante en el que creíste que yo te defraude, en el puto momento en el que me acusaste de ser la cómplice de ese hijo de puta que ni siquiera conozco!
-Ok señoritas pueden tranquilizarse. - Fer no perdía la compostura seguía tranquilo. - Jess ¿Por qué crees que nosotros somos los cómplices de ese hombre?
-Es obvio, ella sabe hakear cuentas, tú sabes donde vivo, no es difícil descubrirlo, en verdad me creen tan tonta
-¡Si! - hablo América de espaldas a Fer
-Mira yo no tengo la culpa que tengas una mala fama - respondí
-Mira niña - hizo a Fer a un lado y se acercó a mi retadora - Podría hacerte llorar en este mismo instante con tan solo decirte algunas palabras, pero no lo hago porque sé que lo que dices no lo dices de corazón y porque crees tener la razón de algo que es realmente estúpido. - trago saliva - ¡Crees tú de verdad que yo quería esto!
-América - la interrumpió Fer acercándose
-No te metas - hablo sin dejar de mirarme, detuvo a Fer con tan solo señalarlo con el dedo índice - ¡Yo no quería esto! ¡No quería hacer nada de lo que mi padre me obligo hacer, no quería ver ni vivir todo lo que mi padre hacia y sé que tú tampoco querías ver como mataban a tu mejor amiga!
-¿Cómo... como sabes tú que mataron a mi mejor amiga? - hable con voz apaga
-Leí tu expediente - tomo una pausa, se veía apena - Sé que no debí hacerlo, pero ya no podía más, lo siento, lo leí y bueno leí la noticia en internet
-Ya sabes lo que paso, sabes mi secreto - dije con vos átona
-No... Solo se lo que el expediente y la prensa dice, pero no se tu versión, no sé qué fue lo que realmente paso y que fue lo que tu tuviste que ver y pasar para haber estado más de tres años en el psicólogo. - hubo otra pausa, miro a Fer y este se acercó - Necesitamos tu versión
-Jess - hablo Fer con voz suave - Nosotros no conocemos al - se detuvo por un instante - Al tipo que mato a tu mejor amiga y el mismo que te envió el paquete
-¿Por qué no lo llamas por lo que es? - dijo América mirando a Fer con los brazos cruzados
-No suelo decir groserías frente a alguien que me gusta - enarco una ceja - Y lo sabes Mare - respondió Fer, el mechón de cabello en su frente seguía presente.
-Bueno ella es mi amiga pero no me gusta así que yo si podre llamarlo bastardo - volvió los ojos a mí - No mi quería Jess nosotros no conocemos a ese bastardo, no sabemos quién es, ni cómo se llama y mucho menos sabemos en qué cárcel esta; era por ello que queríamos hablar contigo en el descanso, para saber todos esos detalles y poder ayudarte
-Yo... Yo lo siento mucho - me aclare la garganta - De verdad les pido disculpas, no sé cómo pude dudar de ustedes, de verdad lo siento, estoy demasiado apenada con ustedes, de verdad perdón - los mire a ambos - Perdónenme
-No - respondió América fría
-América - hablo Fer desconcertado, América comenzó a reírse. - ¿Qué es tan gracioso?
-Tú y ella - dijo ella divertida - Lo siento tenía que hacerlo
-Eres mala - hablo Fer mirándola serio
-Lo sé, porque crees que estuve en el tutelar para menores. - América no podía dejar de reír, al parecer aquel era un chiste para ella. Me encantaría ser como ella para poder superar todo esto y poder contarlo sin llorar ni sentirme mal. - Claro que te perdono niña, tienes buen corazón, eres fuerte, sé que lo que viviste no fue fácil - se acercó a mí y me abrazo - Tienes algo que me callo muy bien desde el primer día en el que te conocí - me soltó y mirándome a los ojos dijo divertida - No pienses mal, creo que Fer está celoso - ambas miramos a Fer, él solo sonrió. - Estas perdona, eso sí que no vuelva a pasar
-Jamás - la mire a los ojos, le sonreí y ella me devolvió la sonrisa - ¿Fer?
-Tranquila yo también te perdono, todos cometemos errores
-Abrázala ya - hablo América irónica - Solo no se besen enfrente de mí, hace tiempo que yo no lo hago y creo que sentiré ganas de vomitar.
Fer rió al igual que yo. Abrace a Fer, ame tanto aquel abrazo, su perfume era tan encantador, con aquel abrazo podía sentir su cuerpo junto al mío y podía escuchar el latir de su corazón. Fer me beso en la frente antes de soltarme; valla que era encantador.
-Bien, no quiero interrumpir su abrazo tan lindo y pasional, pero deberíamos irnos - miro el reloj de su muñeca - Salimos en cinco minutos.
Nos dirigimos a la salida, América y Fer tomaron sus cosas; que se encontraban en una de las bancas, cerca de la cafetería. Esperamos un minuto y después todos los chicos del 13B comenzaron a salir, Aidé miro a Fer y luego poso los ojos en mí, finalmente solo nos ofreció una sonrisa. Fer soltó una leve risita, agacho la cabeza por un instante y luego la levanto mirándome a los ojos pasó su mano por su frente para volver a su lugar al mechón de cabello rebelde, mojo sus lindos labios color salmón, sin dejar de mirarme sonrió y se acercó a mí; me abrazo con cuidado, su abrazo era cálido, me hizo sentir tan bien. Era de los tipos de abrazos que te transmiten confianza y seguridad, de esos abrazos que quisieras que jamás terminaran.
-Alguien no termino el abrazo en la cancha - hablo América irónica
-Déjalos están enamorados - respondió Aidé mirándonos encantada
-¿Ya son novios? - Abraham se paró al lado de América con los brazos cruzados y clavo los ojos en Fer
-Porque no se lo preguntas a él - respondió América enarcando una ceja.
Por fin don Franco hacia presencia para abrir la puerta y salir de ahí. Camine junto a Fer, mientras América iba hablando con Aidé y con Mario. Nos detuvimos en la parada a esperar el autobús, América se despedía de los chicos, finalmente fue junto a nosotros.
-Jess te parece si hablamos en tu casa - poso lo ojos en Fer - ¿Crees poder ir a su casa? - volvió los ojos a mí - Espera no sé qué es lo que estoy haciendo, esto; claro si tú quieres invitarnos a tu casa para hablar y planear como te ayudaremos ¿Qué dices?
Capítulo 12
Sabía que mi madre estaría todo el día en casa, no había ningún inconveniente en todo esto. - Sí, estoy de acuerdo
-¿Fer? - América lo miro frunciendo el entre cejo
-Si - suspiró - Iré
-Genial. - América brinco emocionada - Aremos una tarde de amigos, les parece si pido una pizza
-Lo que tú quieras estará bien para mi Mare - Fer le sonrió tiernamente. América lucia como una niña emocionada a punto de jugar con su nuevo juguete.
-¿Tu que dices Jess? - me miro a mi con esa hermosa sonrisa, no me había detenido a observar que cuando sonreía se le formaba un hoyuelo en la mejilla izquierda.
-Lo que sea estará bien, yo como de todo - le sonreí
-Bien entonces será pizza.- sonrió y antes de subir al autobús dijo - Nunca había hecho esto con una chica y me emociona porque siempre era con los chicos.
Le pedí a América que llamara a mi madre y así lo hizo; le avise que iría con dos amigos y que estaba bien que no fuera por mi. Nos subimos los tres al autobús, Fer y yo nos sentamos juntos y América se sentó en los asientos de enfrente. América se veía tan feliz; que podía contagiar su felicidad a todas las personas que íbamos en aquel autobús. América se quedó asombrada al ver mi casa, me sentí apenada, no quería que creyera que era una niña rica.
-Bonita casa - pronuncio entre todo su asombro.
-Gracias - le sonreí - Tal vez te guste más por dentro
Abrí la puerta de madera color chocolate, la televisión estaba encendida, había una cobija color vino en el sofá que se encontraba enfrente de la tele.
-¡Ya llegue! - deje mis cosas en el sofá pequeño - Adelante pueden sentarse. - América estaba extasiada, lo podía ver en su rostro.
-Hola - hablo mi madre sorprendida saliendo de la cocina.
-Hola señora Angélica - saludo América con la mano desde donde se encontraba parada
-Señora - dijo Fer con gentileza acercándose a mi madre extendiéndole la mano.
-Hola ¿Cómo estas Fer? - respondió ella alegre estrechándole la mano, mi madre parecía más feliz que yo de que Fer estuviera en la casa.
-Muy bien gracias - respondió Fer con una sonrisa - Y ¿Usted como esta?
-Excelente muchas gracias - tomo una pausa y poso los ojos en mi - Hola cariño ¿Cómo te fue?
-Muy bien mamá gracias - me aclare la garganta - Los invite a venir a la casa para pasar un rato de amigos. - mi madre sonrió. No le podía decir que ellos me ayudarían a quitarme de encima a Orlando.
-Que bien, pero me hubieras avisado con mas tiempo de anticipasion.
-Fue repentino - le sonreí encogiéndome de hombros - Perdón
-No pasa nada - suspiro - Esta bien, ¿quieren que les prepare algo?
-Pediremos una pizza mamá
-Bien entonces cualquier cosa estaré en el despacho
-Sí, ve tranquila
-Chicos están en su casa - dijo y finalmente se marcho
-¡Gracias! - gritaron detrás de ella América y Fer al unísono
-Bonita colección - hablo América sin quitar la vista del librero
-Gracias es de mi padre, tiene una severa obsesión por los vinos - mire que América se había detenido en la caja de perlas; que por dentro tenían un chocolate y una notita escrita como si fueran galletitas de la fortuna. - Puedes tomar una
-No - respondió avergonzada - No quiero parecer una niñita, vengo por primera vez a tu casa y quiero llevarme tus cosas - rió en silencio
-Es de verdad, toma una no seas así - tome una y se la coloque a América en la mano - Tómalo como un regalo de amistad
-Eres tan especial - me sonrió - Gracias, hace tiempo no tenía una amiga así que puedes comprender mi emoción - hablo con voz tierna - Ahora veo porque se fijó en ti. - poso los ojos en Fer, ambas lo miramos atentas, estaba parado mirando el gran retrato que había de mi familia en la pared cerca de la puerta.
-Pedimos la pizza - dije acercándome al teléfono
-Si esta genial. - hablo América sentándose en el sofá, Fer se sentó junto a ella; se veía algo tenso.
-¿Está todo bien Fer? - me miro y me regalo una sonrisa, su mecho rebelde estaba presente otra ves
-Déjalo hacer una llamada. - América le dio un pequeño empujón para que se levantara. - Anda llámala dile que estás bien, Jess no te cobrara la llamada ¿verdad Jess? - América me miro por encima de Fer
-No. Adelante - le extendí el teléfono y Fer se levantó, tomo el teléfono de mi mano, y marco el número.
-Hola. - se había recargado en la pared, había metido su mano izquierda en el bolsillo de su pantalón, se veía tan sexy desde ese perfil, con el teléfono en la mano y su mechón tan rebelde en la frente. - Tía, soy yo Fer. Todo está bien, llegare un poco tarde... si lo sé, sé que te debí avisar antes... fue improvisado... estoy con América
-En la casa de mi novia - hablo América divertida
-Estoy en la casa de la chica que te conté el otro día... si, si ella. - había bajado un poco su tono de voz.
-Ayudare a mi novia con unos pendientes y llegare pronto no te preocupes. - América estaba tan divertida haciendo sentir incomodo a Fer. - Estoy con mi suegra ella nos cuidara, no me meteré en líos a menos que mi suegro no me acepte. - Fer sonrió ruborizado, al igual que yo, nuestras miradas se encontraron, mis mejillas estaban ardiendo, me sonrió y podía notar el rubor en su cara.
-Si tranquila... también te quiero adiós. - colgó el teléfono.
-¿Todo bien? - hablo América mirándolo como si nada hubiera pasado
-Todo bien. - hablo Fer irónico, sus mejillas aún seguían rosadas
-Bueno. - Me aclare la garganta - Pediré la pizza
-Genial. Tengo mucha hambre. - dijo América sobándose el abdomen.
América me dio el número de una de las pizzerías más cercanas a mi domicilio, pedimos una hawaiana y una mexicana. Cuando las pizzas llegaron pasamos al comedor, comimos hasta llenarnos, cuando terminamos todo quedo en silencio por unos instantes.
-Creo que deberíamos empezar con el plan, se hará de noche. - hablo América tomando un sorbo a su refresco de piña, poso los ojos en Fer. - Y a tu tía no le gustara que llegues muy tarde, aunque - hizo una pausa - Si le mencionaste que estabas con tu chica no creo que se inmute tanto o ¿sí?
-No América no pasara nada si llego tarde. - Fer suspiro, tratando de evitar el rubor de las mejillas. - Y a ti no te afectara
-Sabes que no. - hablo indiferente. La mire desconcertada, ¿acaso no había nadie que se preocupara por ella? Al instante me miro. - No es que no les importe, pero básicamente confían mucho en mí y bueno. - Fer rió burlándose de lo que América decía. - ¡Tonto! Acaso no crees que ya confían en mí
-Si lo creo. - hablo Fer aun sin dejar de reír. - Solo que la manera y el tono en que lo dices me hace mucha gracia
-Ok, está bien. - rodeo los ojos. - Yo si avise antes, cuando Fer fue a buscarte le llame a mi tía y le dije que vendría, también le dije que estaba contigo y con la nueva chica que ahora era mi amiga
-Me alegra escuchar eso, no me gustara que su familia se preocupe por ustedes. - me sentía más tranquila de oír aquello, después de lo que América tuvo que pasar, a su familia no le gustaría que estuviera metida en líos.
-Tranquila todo esta bien, no es que te vallan acusar de secuestro o algo por el estilo. - hablo América irónica
-Bien - me aclare la garganta - Les parece si iniciamos con todo esto.
-Estupendo. - América se levantó de la silla tomo su plato junto con el de Fer, Fer tomo las cajas de pizza y ambos me siguieron hasta la cocina, dejamos los platos en el lavamanos y dirigí a Fer hasta el cesto de basura; hecho las cajas y cuando volvimos, América ya había lavado los platos.
-Síganme. - los lleve hasta mi habitación no quería que mi madre nos oyera, el despacho estaba en la parte de abajo; ella debería estar ocupada con el caso que tenía, los chicos y yo teníamos que concentrarnos en planear muy bien las cosas sin que ninguno de mis padres pudiese enterarse de algo. Los tres entramos, América se tendió en la cama y Fer se sentó en la silla de mi escritorio, serré la puerta.
-Tu habitación es muy hermosa. - hablo Fer mirando todo alrededor
-¿Es como la imaginaste? - hablo América divertida
-¡Basta! - espeto Fer, tomo el cojín que se encontraba en el respaldo de la silla y se lo lanzo a América a la cara, América comenzó a reír aún más y se incorporó sentándose al borde de la cama. - Comencemos con esto.
Capítulo 13.
-Está bien. - tomo aire. - Este bien, lo siento. Es tan divertido ver cómo te pones rojo frente a ella
-Sabes que no me importe mare. - se defendió Fer mirándola incrédulo.
-Lo sé. - se aclaró la garganta. - Es por eso que lo hago aún más. - le sonrió. - Bien. - poso los ojos en mí. - Ven aquí mi querida Jess. - palmeo la cama señalándome el lugar libre a su lado, me senté, Fer acomodo la silla a modo que quedara al frente de nosotras. - Iniciemos con lo básico, ¿en qué cárcel se encuentra?
-En la cárcel "Distrital". - respondí seria.
-Sera difícil, la cárcel esta en Bogotá y los contactos que tú tienes están en México. - hablo Fer mirando atento a América
-¿Tienes contactos en México, que puedan ayudarte con esto? - pregunte desconcertada
-Mi padre tuvo que hacer algunos trabajos aquí, en muchas ocasiones, la gente a la que le trabajaba me veía mucho, me regalaba cosas y en ocasiones me daban de comer, la gente de México siempre se portó demasiado bien conmigo y con él, aun que sabían que él no era una gran persona, había gente que se compadecía tanto de mí; que en muchas ocasiones me llegaron a brindar su apoyo, me decían que si quería podía quedarme a vivir con ellos o que cualquier cosa que yo necesitara podía acudir a ellos. - América hablaba tan serena que podía distinguir que todos sus temores estaban en calma. - Algunos de ellos están ahora en la cárcel y otros deben estar con su familia. - tomo una pausa. - Pero no te preocupes por eso Fer, ellos harán lo posible por llegar hasta él
-América. - la tome de la mano y ella me miro atenta, sus ojos aun reflejaban un poco de triste. - No quiero perjudicarte o meterte en problemas, ni a ti ni a Fer
-Oye - me acaricio la mejilla y me atrajo hacia sí, recargue mi cabeza en su pecho. - No me perjudicas en nada, yo estoy encantada de ayudarte. - me miro a los ojos, su mano seguía acariciando mi mejilla, me había hecho recordar tanto a mi madre cuando venía por las noches a salvarme de los horribles sueños que solía tener después de la muerte de Mía. - Créeme esto no es algo que me afecte en lo absoluto, Fer te lo podrá decir, yo estoy tranquila, mis terapias en el psicólogo funcionaron a la perfección. Y meterme en problemas nunca, al contrario esto me hará saber que las personas que alguna vez me ayudaron hoy están bien. - me sonrió.
-Gracias. - le devolví la sonrisa y volví a abrazarla, esto era tan reconfortante. Sentir el cariño de alguien que no es tu familia, volver a sentir otra vez esa cercanía con la amistad. Dios como pude a ver pensado que ella me había defraudado ahora me sentía como una completa idiota.
-Ahora dime todo lo que sepas de él, su nombre, su edad, como es, necesito saber sus rasgos, características. - tomo una pausa, suspiro y me tomo de las manos. - También necesito saber qué fue lo que hizo.
-Está bien. - respire hondo, abrí la boca y antes de poder decir algo América me interrumpió.
-Primero dime las características del bastardo ese, su nombre y todo, al final me cuentas la historia. - asentí con la cabeza y ella sonrió. - Antes que comencemos me dejas pasar a tu baño, creo que me excedí mucho con ese refresco
-Claro, es la puerta que esta al final del pasillo
-Genial. - se levantó y salió de la habitación.
-No has dicho nada en un buen rato, ¿todo bien?
-Todo esta excelente. - exhaló y se estiro un poco, se levantó de la silla y se acercó ocupando el lugar de América. - ¿Aun te afecta hablar de ello? - me miro atento
-Si. - suspire. - Mis terapias no funcionaron también como las de América. - sonreí.
-Las terapias de América también tienen algo que ver con todos los chicos que conformamos el trece B. - tomo una pausa. - Cuando ella llego, era muy retraída, muy seria, no hablaba con nadie, el primero en acercarse a ella fue Mario, al principio no confiaba en nadie de nosotros, siempre que la invitábamos a salir ella decía que no podía, a veces nos evita y nos evadía, hasta que comenzamos a acércanos mas a ella, fue pasando el tiempo y comenzó a tomar la confianza. - suspiro y se le había escapado una leve risita. - Hasta llegar al punto de convertirnos en mejores amigos, casi hermanos
-Creí que siempre había sido así, tan espontánea y divertida
-No. - aparto un mechón de mi cara y lo coloco detrás de mí oreja. - Tener amistades, convivir con las personas y dejar un poco tu refugio, tu encierro, funciona muy bien. Simplemente distraerte y hacerte querer, solo eso
-Estabas un poco tenso cuando llegaste a mi casa, ¿Por qué? - lo mire a los ojos, sonrió, paso su mano por su cabello y mojo sus labios.
-Estaba un poco preocupado, no suelo tardarme mucho para llegar a casa, mi tía se preocupa demasiado por mí, no me gusta que se angustie tanto por mí culpa y bueno la última vez que llegue tarde a la casa fue por pelearme con un idiota que se estaba ensañando con un pobre perro. - aquello ultimo casi me hacía derretirme de la ternura, tomarlo de la cara, tirarlo a la cama y comérmelo a besos.
-Oh vaya. - le sonreí. - ¿Te gustan los animales?
-Los adoro. - se acercó un poco más a mí, su rodilla rosaba con la mía, agacho un poco su cabeza, su mechón había bajado nuevamente a su frente; como si quisiera presenciar aquel acto, me miro a los ojos, acaricio mi mejilla, mojo sus labios y se acercó al punto de poder sentir su cálido aliento. Esta vez sí era el correcto, serré mis ojos.
-El jabón que... - Fer paro en seco, volteé a mirar, América se encontraba parada en la puerta. - Llegue en mal momento ¿no es así?
-Sí, creo que lo arruinaste. - dijo Fer divertido
-Lo lamento, si quieren puedo darme la vuelta hasta que terminen
-Ya no funciona igual. - Fer rió al igual que América
-Maldito cursi. - América se acercó y se sentó al lado de mí. - Esta bien, ahora si soy toda oídos
-Ok. - me aclare la garganta. - Su nombre es Orlando. - tome una pausa, no podía recordar su maldito apellido. - Orlando... Basaldúa, tiene veinte años de edad, mide tal vez como uno setenta y cinco
-Un poco alto. - musito América
-Si. - respondí. - Es güero, tiene ojos verdes.
-Ahora veo porque estaba con él. - hablo América poniendo los ojos en blanco
-Si. - me aclare la garganta. - Admito que es guapo
-Pero todo un completo imbécil. - respondió Fer
-Uh mira al chico que no decía groserías enfrente de la mujer de sus sueños. - aquello me había hecho reír.
-Tiene dos tatuajes, no sé si se habrá hecho más solo le conozco dos
-Con esos bastan. - América me escuchaba con tanta atención, no tenía una libreta y un bolígrafo a la mano porque creería que eso realmente iba ser una verdadera misión.
-Uno lo tiene en el cuello; es un sol y en el centro tiene la cara como de un demonio, el segundo está en su brazo derecho; es un dragón y alrededor tiene algo así como mándalas, el dragón está mordiendo una flor y en el tallo de la flor están escritas las iniciales de Mia
-¿Cómo sabes eso? - pregunto América seria
-Mia me enseño una foto, aquella ves estaba tan emocionada por dicho tatuaje. - agache la cabeza y trate de sonreír, recordé aquella ocasión en la que mi mejor amiga estaba tan contenta porque su novio se había tatuado las iniciales de su nombre.
-Que estúpido. - hablo Fer sin mirar a nadie. - El dragón está mordiendo la flor, la flor era ella y el dragón la estaba matando.
-Dios... es verdad. - Fer tenía razón, nunca había reparado en ello, era un maldito enfermo.
-Ok Esta bien creo que con esa es más que suficiente, creo que hubieras empezado por los tatuajes. - América tomo una pausa. - En la cárcel es muy fácil reconocer a alguien por los tatuajes que lleva y bueno lo de los ojos de color también es un dato muy bueno. Mira lo que haremos será lo siguiente, contactare a los hombres que estén fuera de la cárcel, les diré los datos y que fue lo que hizo, haré que le hablen de ella para que suplique y grite que lo lamenta, también les diré que le pidan que te deje en paz, será fácil.
-Habrá un costo. - la mire seria, si así era tendría que pedirles dinero a mis padres
-No. -
suspiro. - No lo creo, no para mí. - me sonrió. - Tu tranquila de todo eso me
encargo yo, si necesito algo te lo haré saber no te preocupes. No es nada
difícil, la gente que
contactare me quieren tanto como a una de sus hijas, tu tranquila. Ahora bien.
- se aclaró la garganta. - Creo que llego lo más difícil de todo esto... que me
cuentes que fue lo que realmente paso. - me miro a los ojos.- No quiero oír lo
que leí en internet quiero tu versión, la versión original.
Capítulo 14
No quería hacer esto, no otra vez, la última vez que había hablado de ello, había sido con mi psicóloga Laura, llore tanto que ella misma me había pedido que me detuviera. Pero tenía que hacerlo, tal vez Fer tenía razón; desahogarme frente a ellos me ayudaría aún más.
-Está bien. - respire hondo.
-Si lloras; a nosotros no nos importara, yo estaré aquí para ti siempre. - América acaricio mi espalda. - Estaré aquí abrazándote, sí. Y él. - miro a Fer. - A él le seguirás gustando igual. -me miro de nuevo a mí y con tono divertido dijo. - No importa si cuando lloras te salgan moquitos, eso es normal en toda la gente que llora, créeme el seguirá enamorado de ti. - aquello me hizo reír tanto que todo el pesar se marcho.
-Gracias. - recargue mi cabeza en su hombro y ella me abrazo.
-Dile que te seguirá gustando. - miro a Fer por encima de mí.
-Me seguirás gustando. - tomo mi mano y me miro a los ojos. - Porque conoceré un nuevo lado de ti. - le sonreí y él me devolvió la sonrisa, mis mejillas otra vez estaban ardiendo.
-Muy bien ya que te declaro su amor, podrías iniciar. - ambos se incorporaron, estaba en medio de los dos, respire hondo, ellos me miraban atentos.
-Mia y yo fuimos mejores amigas desde preescolar, su madre y la mía fueron muy unidas, ella y yo siempre estábamos juntas, jugábamos todas las tardes, solíamos hacer pijamadas, picnics, éramos tan unidas, que a cualquier lado que iba una la otra la seguía. - trague saliva, recordar aquellos momentos; esto realmente me partía el alma. - Éramos como hermanas, hacíamos la tarea juntas, solíamos dormir e ir a la escuela juntas. Nos veíamos prácticamente todos los días, no había día que no nos viéramos. - tome una pausa y respire hondo. - Hasta que llego él, tenía apenas cumplidos los once años, cursábamos el quinto año de primaria, al principio todo fue bien, me dijo que se sentía bien con él, estaba tan emocionada porque sería su primer novio, me decía que la hacía sentir muy bien, que la quería y la cuidaba mucho. Era su mejor amiga, no podía ocultarme nada ni lo más mínimo y con un poco de pena y miedo me dijo que él era mayor que ella. - Suspire. - Él tenía catorce años cuando la conoció. Yo le decía que era muy grande para ella, que él ya debía saber más cosas y que no era conveniente tener un novio a esa edad tan corta, ella nunca me decía nada ante todo eso... pero pasando el tiempo algo cambio, ella ya no era la misma, ya no hablábamos como antes, ya no hacíamos la tarea juntas, ya no salíamos a jugar, se alejó, simplemente se olvidó de mí, ella dejo de jugar a las muñecas, llego a mentirle a su madre solo para estar con él; le decía que saldría conmigo y con las demás niñas, pero en realidad estaba con él. - aquí venia, sentí como mi corazón por milésima ves se rompía en mil pedazos, respire hondo, apreté mis muslos con fuerza, no quería llorar. - Cuando cumplió doce años, no fui a su fiesta, le mentí a mi madre y me hice la enferma, le dije que me dolía el estómago y que tenía muchas nauseas.
-¿Por qué? - hablo Fer casi en un susurro
-Ella no me invito. - recordar aquello me dolía. - La idea de que yo asistiera a esa fiesta fue de sus padres, no de ella, sabía que él la había alejado de mí, le había metido ideas y por eso ella se había alejado de mí. El lunes por la noche, el día después de la fiesta, me llego un mensaje de texto a mi teléfono... era de ella; me decía que quería hablar conmigo, que era importante y que me buscaba a mí porque sabía que no tenía a nadie más en quien confiar. - Nuevamente respire hondo, tome una pausa, mi voz se estaba quebrando. - Le dije que la vería en el parque de siempre, me puse mi chamarra y le dije a mis padres que iría al parque con Mia, ellos se alegraban cada vez que la mencionaba, en realidad sin saber que la amistad que había entre ella y yo se estaba rompiendo. Cuando llegue; ella ya estaba ahí, llevaba su pelo rubio recogido en una coleta, tenía un listón rojo... - no podía evitarlo, ya no, así que simplemente lo deje salir y mis lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas. - Llevaba puesto un abrigo rosa, tenía los labios pintados con labial rojo, aquella no era la Mia que yo conocía, la mire a los ojos y me sonrió, me sonrió como si nada pasara, como si fuéramos las amigas de siempre, aquello me dolió, yo me sentía mal porque había perdido a mi mejor amiga, a mi hermana y ella actuaba como si... - me aclare la garganta, América se levantó y tomo los clínex que estaban en mi escritorio, me ofreció uno y volvió a tomar su lugar. - Como si todo siguiera como antes, me senté a su lado y me abrazo, me dijo que estaba feliz de verme, que lamentaba todo pero que había estado muy ocupada, le dije que no se preocupara, luego fui directo al grano y le pregunte ¿por qué me había buscado?, ella se tensó, se veía feliz, pero a la ves la sentía como ida, me miro a los ojos y me dijo "perdí mi virginidad", así sin más me lo dijo, estaba perpleja, no sabía que decirle y solo me quede callada, ella me pregunto que si pasaba algo yo le dije que no, solo que aquello no me lo esperaba, se le borro la sonrisa del rostros y me pregunto que si no quería saber cómo había sido, simplemente le respondí que no, la tome de las manos y le dije que era tan pequeña, que ¿Cómo pudo a ver pasado algo así? Ella se molestó, se soltó, se alejó un poco y me grito que estaba celosa de ella, porque ella ya era grande, ya tenía novio y había dejado de ser una niña para convertirse en una señorita, le dije que no era así, pero simplemente me dijo que no quería volver a verme y se marchó. Me quede sola en el parque, tenía que procesar todo lo que me había dicho y lo que había pasado, cuando mire la hora en mi teléfono simplemente respire hondo y me limpie las lágrimas. Aquella noche llore como nunca lo había hecho, no se lo conté a mis padres; porque sabía que si lo hacía se lo dirían a los padres de Mia y la obligarían a terminar con él. No quería que me odiara más de lo que ya lo hacía... y ese fue mi maldito error. - tome otra pausa, respire hondo, mire a Fer que me miraba tan atento, había tomado una almohada y se había recargado en ella. Luego mire a América ella seguía mirándome, con los clínex sobre su regazo. - A sus padres y a los míos como todos los años se les ocurrió inscribirnos en la misma secundaria, paso el tiempo y las cosas seguían igual, no hablábamos, no nos escribíamos, era como si nunca hubiera existido una mistad entre ella y yo, nos comportábamos como unas completas desconocidas, ella cumplió los trece al igual que yo; le pedí a mis padres que solo fuera algo entre nosotros, no quería invitados no quería nada. Me entristecía pensar en el hecho de que había faltado a su cumpleaños número doce y trece y ella a los míos, cuando toda nuestra vida estuvimos una al lado de la otra... - trague saliva y volví a tomar un clínex. - Era un sábado, por la tarde, yo volvía del centro comercial, había salido con las chicas, subí a mi cuarto y extendí todas mis compras en la cama, cuando escuche que mi teléfono sonaba, estaba tan entretenida mirando mis compras que no le puse importancia al número que llamaba, solo respondí lo único que pude decir fue Hola, cuando al instante ella me hablo, me dijo que fuera al parque que era urgente, estaba llorando, recuerdo todo lo que dijo "Ven... ven por favor te necesito, no le digas a nadie, ven tu sola, es urgente, quiero verte, ven necesito de tu cariño... Jess perdóname... por favor ven", colgué de inmediato el teléfono y salí de mi casa, corrí lo más rápido que pude, la vi de espaldas, estaba sentada en una banca, tenía la cara enterrada en sus manos, me acerque a ella y pronuncie su nombre, levanto la cara y al verla... - me cubrí la cara con mis manos, respire hondo, recordar aquella imagen me partía el alma, me dolía el pecho, mi corazón estaba roto, los ojos me ardían, estaba desecha, América se acercó a mí y acaricio mi espalda.
-¿Quieres detenerte? - pronuncio casi en un susurro. Negué con la cabeza, me limpie las lágrimas, respire hondo.
-Cuando la vi, casi me iba de espaldas, tenía el ojo morado y el labio roto, la nariz le estaba sangrando... la mire a los ojos, estaba asustada. La abrace y se quejó, me quite de inmediato. Le pregunte qué era lo que había pasado, ella estaba llorando y entre sollozos solo me decía "lo siento... lo siento... lo siento mucho", la tome de la cara y le dije "Mia que es lo que te ha pasado", ella me abrazo, y casi en un susurro prenuncio "fue él"... él la había golpeado, pare en seco, aquello me había dejado helada, ese maldito la había golpeado, la tome por los hombros y la aparte, ella volvió a quejarse, le quite el suéter negro que llevaba puesto, sus dos brazos tenían moretones, en su cuello había moretones que formaban marcas de dedos. Llevaba una blusa de tirantes y pude ver que parte de su pecho tenia mordeduras. No pude evitarlo y al ver aquello me solté a llorar, verla de esa manera me partía el corazón como había sido aquello posible. Por suerte llevaba un poco de papel en la bolsa de mi sudadera, se lo di para que se limpiara la sangre de la nariz, le dije que fuéramos a su casa y me dijo que no, no quería que sus padres la vieran así, así que simplemente pidió mi ayuda, me dijo que fuéramos a la farmacia, que compráramos maquillaje, alcohol y gazas para limpiarla y lo hice, la consentí en todo lo que pude, le cubrí los golpes, le di mi sudadera para que cubriera su cuello y antes de que la dejara en la puerta de su casa me miro a los ojos y con la vos entrecortada me dijo "prométeme que no se lo vas a decir a mis padres" le dije que no, le dije que esto lo tenían que saber sus padres y la policía. Pero no me escucho ella seguía insistiendo "Prométemelo Jess, prométeme que esto será entre tú y yo, te juro que esto lo arreglare". - volví a reprimirme, el pecho me dolía demasiado, las mejillas me ardían. - Mi error fue haberle dicho que sí, solo tenía la condición de terminar con él, ella solo asintió. Pero ignoro todo lo que le dije y simplemente siguió con él. Me dijo que habían hablado, que le pido perdón y que le había promedio que aquello jamás volvería a ocurrir, trate de decirle que aquello era mentira y que podía volver a ocurrir, pero no me escucho. - tome una pausa, limpie mis lágrimas y trate de tranquilizarme. - Cuatro días después de lo sucedido con los golpes, me dijo que quería que lo conociera y así me convencería de que él no mentía, aquella ocasión fue la primera vez que lo veía de frente, lo había visto antes con ella, pero en ese ocasión era la primera vez que mantenía una conversación con él, sentí repulsión de tan solo verlo a la cara.
-Si yo también lo hubiera hecho. - respondió América con voz suave.
-Quería gritarle y decirle que la dejara en paz de una buena vez, que era un cobarde por pegarle a una mujer, que él no la merecía, me hubiera gustado tanto escupirle en la cara... pero no lo hice, no cuando ella estaba tan feliz de que su mejor amiga y su novio al fin se conocieran. - clave mi mirada a la nada mi voz cada vez se iba apagando un poca mas. - Desde entonces volvió acercarse más a mí, me invitaba a las fiestas que tenía con los amigos de él, siempre que iba a una fiesta me llevaba con ella, la primera vez que fui a una de sus fiestas, termine regresándome sola, sus fiestas eran tan estúpidas; solo se dedicaban a beber alcohol hasta perderse y esa era toda su diversión, odiaba asistir a sus eventos pero solo iba para cuidar de ella, para asegurarme de que el maldito cumpliera su palabra, odiaba ir, porque en todas las fiestas él siempre se la llevaba a la cama, no recuerdo ni una sola fiesta en donde ella no desapareciera junto con él. Siempre me preguntaba cómo era que Mia había podido llegar a todo eso, donde estaba la niña que yo había conocido, la niña que soñaba con un príncipe azul y con una vida de princesa; simplemente aquello no era nada comparado con lo que ella deseo alguna vez y ahora no lo entiendo no entiendo porque llego a tanto, no puedo comprender si realmente estaba tan enamorada para poder soportar aquello. Cumplió catorce años sus padres le hicieron una fiesta, fue ahí donde por primera vez sus padres conocieron al novio de su hija. - suspire, aquí venia todo lo pésimo de la historia. - Las cosas seguían igual, ella seguía yendo a fiestas junto con él y yo siempre ahí junto a ella, pero sabía que había cosas que me ocultaba, lo podía ver en sus ojos, ya no reflejaba la misma felicidad y dulzura que reflejaba los primeros días de noviazgo, se veía cansada, apaga simplemente triste, ya no había nada de la Mia que yo conocí y eso me partía el corazón, él la había cambiado totalmente. En muchas ocasiones llegue a ver como solía acercarse a ella, le susurraba algo al oído, ella decía que no y su mirada, su rostro; cambiaban completamente, él le decía algo ella asentía con tristeza y después se iban y en todas las ocasiones en que los seguí, siempre los escuché teniendo relaciones. A él no le importaba si ella no quería, simplemente ella tenía que acceder cada vez que él quería. - suspire, trague saliva, serré mis ojos por un momento, aquello era demasiado. - Fue en la penúltima fiesta cuando lo vi jaloneándola y llevándosela a la fuerza, aquello no me gusto, así que fui detrás de ellos, los vi meterse en una habitación, le grite que se detuviera pero me ignoro, serró la puerta, toque una y otra vez, no abrió, pegue mi oído a la puerta, escuche que le pego, luego escuche el ruido de algo que golpeó en el piso, eso me hizo sentir miedo, volví a tocar con más fuerza le grite que me abriera o si no pediría ayuda... espere unos segundos y él salió, no llevaba camisa, su pantalón estaba a medio abrochar, mire por encima de su hombro, la vi tendida en la cama, desnuda, me miro a los ojos, estaba llorando; sus ojos en ese momento me reflejaron todo lo que debí saber siempre, reflejaban tristeza, miedo. - trague saliva, agache la cabeza y respire hondo, aun me afectaba demasiado. - Le salía un poco de sangre de la nariz, aquella ocasión no lo deje pasar, así que me arme de valor y le pegue una cacheta con todas mis fuerzas, le grite que la dejara, que era un maldito enfermo, quise aventarlo para ir al lado de Mia, pero aquello le molesto, me tomo por el cuello con la mano derecha y con la izquierda me jalo del cabello, me metió al cuarto y con fuerza me pego a la pared, Mia suplicaba que me dejara, pero no la escucho, me estaba apretando tanto el cuello que me empezaba a faltar el aire; le pegue un golpe con la rodilla, se alejó de golpe, sonrió eufórico y volvió a agarrarme del cabello me jaloneo, sin soltarme me saco de la habitación y me aventó con tanta fuerza que caí al suelo, se agacho me tomo de la barbilla con fuerza y me dijo "No me hagas enojar, no querrás verme enojado, no nos molestes ok. Voy a cogérmela porque tengo ganas si quieres mirar el espectáculo puedes pasar, mientras no me estés molestando". Me aventó hacia atrás provocando que me pegara con la pared, entro de nuevo a la habitación, me quede ahí tirada, eso había ido demasiado lejos, así que tome fuerzas y salí de ahí, fui directo a la casa de Mia, le conté todo a sus padres, les dije lo que ocurrió la primera vez que la golpeo, lo que ocurrió esa noche, les pedí perdón por no haberles dicho nada antes me dijeron que no preocupara y después fui a mi casa. Aquella noche no pude dormir, no podía dejar de pensar en ella, que era lo que había pasado o como estaba ella ahora. Dos días después me llamo, me dijo que quería verme, me sito en el parque de siempre, creí que estaría enojada, pero no. - me aclare la garganta. - Me sonrió y me saludo como siempre, y me invito a una fiesta, la cual se llevaría a cabo un día antes del cumpleaños de Mia. - aquello era lo más feo; había muerto un día antes de cumplir quince años, me aclare la garganta y me limpie las lágrimas. - Seria en casa de Orlando, festejaría el cumpleaños número quince de Mia y me pidió que no se lo dijera a sus padres ni a los míos, le pregunte si había pasado algo, lo único que me dijo fue que sus padres estaban seguros de que ella ya lo había dejado. Les mintió. Le dije que sí iría, se puso tan feliz me dijo que llegaríamos juntas, que ella me llevaría. Llego el día, cuando llegamos ya había como diez personas, lo saludo y él me saludo tan sínicamente que de verdad estuve a punto de lanzarme a él y matarlo en ese mismo instante. Me sentía tan mal de estar ahí sin decirle a mis padres o a los de ella, así que sin que ellos se dieran cuenta le mande un mensaje a mi madre diciéndole donde estaba y con quien, le pedí que mantuviera la calma y que no le dijera a los padres de Mia hasta que yo viera algo inapropiado, ella me respondió que sí, eran a penas las cinco de la tarde cuando la jalo a su cuarto. - tome una pausa esta era la peor parte.
Capítulo 15.
Serré mis ojos y suspire hondo, mire a América y a Fer ellos seguían sin moverse, la habitación estaba tan silenciosa, ambos parecían sostener la respiración.
-Tardo dos horas en salir, pero ella no salió junto a él, fui directo a él y le pregunte por ella, lo único que me respondió fue, "esta acostada", fui a buscarla, abrí la puerta la mire ahí de espaldas tendida en la cama, estaba sin ropa, no la vi inmutarse por mi presencia, me acerque a ella, tenía un moretón en el ojo. - respire hondo, estaba ahogándome en llanto otra vez. - Su labio estaba roto, en su cuello, en sus brazos, en la espalda y en las piernas tenia moretones, la vi tan mal, que tome mi teléfono y le marque a mi madre; le dije que fuera lo más rápido posible, me acerca más a ella, intente voltearla boca arriba y... - Dios lamentaba tanto aquello, volví a enterrar mi cara en mis manos, lo único que podía escucharse en la habitación eran mis sollozos, tomo aire. - Y simplemente soltó un pequeño y muy ligero suspiro... ella ya estaba muerta, no podía creerlo así que la abrace, llorando le rogué que despertara, le sentí el pulso me acerque a su pecho pero ya era demasiado tarde. - mi voz se quebró. - Ella ya no respiraba, me quede allí con ella entre mis brazos, llore y le pedí perdón por no haber hecho nada antes, la arrulle y le pedí que no me dejara que por favor despertara, estaba desecha y no la deje hasta que llego la policía junto a mis padres y los padres de ella. - suspire - Su mamá al verla callo de rodillas, me quite y ella se acercó; la tomo entre sus brazos y comenzó a llorar, mi madre me abrazo, lo único que podía oír eran las palabras de la madre de Mia, ella estaba desecha, solo repetía una y otra vez. "Oh mi bebe, mi bebe... por favor no, mi niña no". - trague saliva y me limpie la nariz. - Orlando intento escapar pero los oficiales lo detuvieron.
-Ella murió ¿por los golpes? - preguntó América desconcertada.
-No. - me aclare la garganta. - Dos días después, los padres de Mia nos dijeron que los que habían hecho la autopsia le habían detectado droga en el organismo.
-¿Tu no sabías eso? - esta vez había sido Fer quien había preguntado
-No, yo... yo simplemente nunca la vi mal, nunca la vi ida o delirando, en todas las fiestas lo único que tomaba era alcohol.
-Pero tú no veías lo que hacían en la habitación. - América tomo una pausa. - Puede que antes de tener relaciones él y ella se metían algo
-Lose, pero los encargados de la autopsia luego nos dieron la opción de que pudieron a ver sido medicamentos... medicamentos que fueron combinados con alcohol y eso le provocó la muerte. - suspire. - Puede que ella le hubiera pedido algo para el dolor de cabeza o simplemente porque se sentía mal, él le dio el medicamento, tuvieron relaciones y en ese lapso de tiempo el medicamento hizo efecto, ellos dijeron que si fue así, los medicamentos provocaron que le empezará a faltar el aire y como estaba bocabajo no pudo tomar más aire y murió.
-¿Tú sabes que fue lo que él dijo en la declaración? - América me miro curiosa su tono de voz era suave muy relajado.
-Si. - me detuve por un instante, esta era la otra parte que me dolía. - A mí me llamaron para atestiguar sobre lo sucedido, pero él no sabe ni siquiera porque murió, dijo que solo la había golpeado un poco, la había tomado del cuello para cogérsela y eso era todo, le preguntaron que si no le había puesto algo en la bebida o que simplemente le ofreció algún tipo de droga y el respondió que no, que simplemente no recordaba que era lo que había pasado
-Y nunca hablo con alguien en especial, nunca lo obligaron a recordar que fue lo que realmente paso. - América me miro tan atenta
-No. - respondí y la mire a los ojos
-Se supone que debieron a ver registrado su casa, debieron haber hablado con todos los chicos que se encontraban en la fiesta. - Fer miro a América y después volvió los ojos a mí
-Si así fue pero ninguna droga de las que ellos llevaban coincidía con la droga que Mia tenía en el cuerpo, encontraron varios medicamentos y había dos en especial que fueron los elegidos. - tome una pausa, suspire hondo y me limpie los ojos. - Mucho después nos enteramos que cuando lo llevaron a prisión y le pidieron que sacara todo lo que llevaba, descubrieron que llevaba una bolsita de plastico bacía, le preguntaron de que era y el respondió que le había comprado unos aretes a Mia, aretes que nunca fueron encontrados
-Entonces si fue él quien la drogo. - dijo América seria
-Al parecer sí. - me aclare la garganta. - Pero eso no está registrado en el expediente, en la última audiencia a la que me toco ir, él fue tan cínico, recuerdo que le preguntaron qué porque la había golpeado y él respondió, "Porque solo así me hacía caso era como si yo fuera su dueño y si no me obedecía en algo yo le pegaba". Luego le preguntaron si todo el tiempo la obligaba a tener relaciones o ella accedía, su respuesta fue tan maldita que en ese mismo instante desee atravesarlo con un cuchillo, primero miro a todas las personas que estábamos ahí y luego rió como burlándose, suspiro y dijo, "No, la mayoría de las veces ella también quería, las otras veces si la obligaba, le pegaba y comenzaba a quejarse, pero para mí era igual si gemía de placer o de dolor para mi seguía siendo excitante aun así me la podía seguir cogiendo una y otra vez, porque daba igual ella siempre seguía viniendo a mí, para que me la cogiera otra vez". Su padre no lo soporto, se levantó, corrió hasta él y se abalanzo tirándolo al suelo, lo golpeo con todas sus fuerzas, hasta que los guardias lo separaron, el padre de Mia intentaba zafarse, mientras le gritaba a la cara "¡Maldito! ¡Maldito seas! ¡Juro que te voy a matar!" Orlando solo reía para él era como si aquello fuera una película de comedia, lo odie tanto. El juez dijo que por ese día había sido todo antes de que se lo llevaran me miro y gritándome dijo, "¡Esto fue por ti maldita, si tu no hubieras abierto la boca podía seguir haya fuera en mi casa cogiéndome a tu amiguita, escuchando sus gemidos tan placenteros y sus malditos llantos que me provocaban más placer!" lo jalonearon hasta la puerta pero antes de salir por esa puerta lo último que dijo fue "¡Pero esto no se va a quedar así voy por ti voy a vengarme de ti maldita zorra!". Y se fue. - suspire. - Por eso está haciendo todo esto, está buscando su venganza.
-Bueno. - América tomo aire y luego soltó una leve risita. - Pues no. - paso su brazo por mis hombros y me miro atenta. - No lo va a conseguir el hijo de puta y de eso me encargare yo, ok
-Ok. - respondí regalándole una media sonrisa
-Hay una cosa que aun no entiendo. - Fer suspiro y nos miró a ambas, al fin había hablado después de un largo rato
-¿Qué? - pregunto América en tono apaciguo
-¿Por qué sigue vivo? - dijo Fer desconcertado
-Tú crees que debieron matarlo ahí adentro o que su padre lo mando matar - dije mirándolo a los ojos
-No. - respondió América instantáneamente Fer había dicho algo que la puso feliz como si hubiera descubierto algo nunca antes visto. - Él abusaba de ella, él la violaba porque a eso se le llama cuando alguien no quiere tener sexo y tú la obligas a hacerlo
-¿Y que tiene eso que ver? - hable desconcertada no sabía lo que estaba pasando
-Que a los violadores en la cárcel no les va muy bien, tal vez nadie sabe que él es un violador. - respondió Fer con voz ronca, se aclaró la garganta y me miro. - Alguien como él no podría aguantar las cosas que le hacen a los violadores ahí adentro, además cuando entro era demasiado joven, tenía ¿Qué 16?
-Si no pregúntaselo a Fer él tiene a alguien que paso por eso y dile a donde está ahora. - hablo América casi en susurro. Mire a Fer, sus músculos se tensaron. - Oh tal vez eso tendrá que esperar. - miro a la ventana. - Dios ya se oscureció, bien mi quería Jess, creo que ese chico y yo tenemos que irnos. - se levantó de la cama, se acuclillo frente a mí, me tomo de la cara e hizo que la mirara directamente a los ojos. - Escúchame bien, lo que acabas de hacer ha sido espectacular porque entre más lo cuentes más fácil te será no llorar, estoy orgullosa de ti por no haberte detenido cuando te lo propuse, eso es un gran avance y es bastante especial que tu mejor amiga y tal vez tu futuro novio ya sepan tu historia. - me sonrió, luego se levantó y me dio un fuerte abrazo.
-Gracias. - le susurre al oído
-No tienes nada que agradecer, estaré aquí para ti siempre. - finalmente me soltó. Fer se levantó se estiro un poco, me miro y solo sonrió. - Y tú no dirás nada
-Por ahora no. - dijo Fer apenado
-Está bien no importa. - me aclare la garganta me levante y los tres salimos de ahí. Estábamos bajando las escaleras cuando mire que mi padre que entraba por la puerta, serró la puerta y se quedó parado mirándonos atónito.
-Ya veo porque he visto tres mochilas en vez de una. - hablo el divertido
-Hola papá. - salude bajando las escaleras.
-Hola suegro. - dijo América acercándose a Fer casi en susurro.
-¿Cómo te fue?- le dije abrasándolo
-Muy bien cariño gracias y a ti ¿Cómo te ha ido? - me miro atento. - ¿Has estado llorando?
-Estoy bien papá, hoy me fue excelente. - lo mire a los ojos y lo tome de las manos. - Luego te explico, tranquilo no pasa nada. - voltee a ver a los chicos América estaba mirando a otro lado y Fer tenía la mirada baja. - Mira ellos son mis nuevos amigos. - América nos miró y sonrió. - Ella es América
-Es un placer. - dijo América estrechando la mano de mi padre
-El placer es mío. - le sonrió. - Sebastián Reyes y tú eres América así a secas
-América Martínez. - América seguía sin dejar de sonreír
-Y el joven tan alto ¿Quién es? - mi padre miro a Fer de arriba abajo aquello me había apenado tanto
-Fernando Gonzales. - hablo Fer extendiéndole la mano a mi papá, mi padre estrecho la mano de Fer, Fer tenía una gran sonrisa. - Es un gusto conocerlo señor Reyes
-El gusto es mío, oh así que tú eres el muchachito del que mi mujer no había dejado de hablar la otra noche eh. - Fer sonrió. ¡Oh no!
-Supongo que sí. - respondió apenado.
-Muy bien. ¿Quieren quedarse a cenar?
-Nos encantaría señor Reyes pero hemos pedido permiso solo a una cierta hora. - respondió Fer mirándolo a los ojos
-No me llames señor Reyes dime Sebastián. - poso lo ojos en América. - Y eso va para los dos
-Está bien. - Fer sonrió
-Bueno será en otra ocasión. - mi padre seguía sin dejar de mirar a Fer. Dios que vergüenza.
-Si. - respondió América con amabilidad. - Lo sentimos mucho
-No se preocupen. Pero están invitados a venir a cenar una vez. - dijo mi padre con una gran sonrisa
-Por supuesto que sí. - respondieron ambos al unísono
-Puedo ir a dejarlos si gustan. - América y Fer se miraron. Mi padre me miro solo me encogí de hombros
-No queremos molestar. - respondí Fer.
-No es molestia de verdad, podemos acompañarlos a su casa, ya es noche y no sé si estén lejos de aquí. - hablo mi padre con voz amigable.
-Está bien. - hablo América. - Yo si acepto. - dijo con esa hermosa sonrisa
-¿Fer? - mi padre lo miro. Fer estaba un poco colorado.
-Si. - se aclaró la garganta. - Su casa no esta tan lejos de la casa de América. - hablo Fer amable.
-Oh gracias esta también es tu casa hijo, eres bienvenido cuando quieres. - miro América. - Tú también hija.
Ambos sonrieron. "Hijo" o vaya aquello no me lo esperaba, Fer y América tomaron sus cosas, antes de salir le avise a mi madre, ella dijo que se quedaría a hacer la cena y que estaría lista mientras volvíamos, salí junto a mi padre y los cuatro subimos al auto. Sentía emoción por saber dónde vivía Fer.
Llegamos a la casa de América, su casa era bonita se veía grande y por las rendijas que se encontraban a la izquierda del zaguán podía observarse un hermoso jardín, América se bajó nos dio las gracias se despidió de Fer, de mi padre y de mí. Mi padre puso en marcha el auto cuando se cercioro de que América ya estaba dentro de su casa. Nos dirigimos a casa de Fer, hubo un momento de silencio. Fer se aclaró la garganta y me miro por el retrovisor.
-Sebastián - hablo con voz acongojada - Invite a Jess a salir mañana. - aquello no me lo esperaba
-¿Y me estas invitando a mí a salir con ustedes? - Fer rió - Porque déjame decirte que ya tengo planes
-No, ¿quiero saber si le da permiso a Jess de salir conmigo mañana?
-Si. - respondió mi padre. - Si ella quiere si, solo que me digas a qué hora pasas por ella a donde van ir y a qué hora van a regresar, también necesito tu nombre completo, teléfono, una identificación...
-¡Papá! - exclame
-Lo siento cariño pero tengo que proteger mi tesoro, tu madre y tu son lo único que tengo, sabes que eres mi princesa y para mí siempre serás mi bebe, no podre dejarte ir así como así con un muchacho que acabas de conocer apenas en una semana
-No se preocupe. - respondió Fer. - Le daré lo que me pida, soy de confianza. - le sonrió. - Gire aquí a la izquierda. - mi padre hizo lo que Fer le decía. - Aquí es. - mi padre detuvo el auto frente a una casa pequeña, era como una cerrada, las casas eran pequeñitas y solo eran de un piso. - Para que confié mas en mi puede bajar y conocer a mi tía. - Fer bajo del auto al igual que mi padre, Fer me abrió la puerta y me invito a salir. Fer se acercó a la puerta, la abrió y al instante de abrir la puerta un niño de al parecer siete años corrió a abrazarlo. - Hola campeón, ¿dónde está mamá?
-Fer. - se acercó una señora delgada, que podía medir uno cincuenta y cinco. Fer la tomo del brazo y la acercó un poco más a nosotros
-Mira tía ella es la chica de la que te he hablado y el es su papá. - Fer lucia tranquilo, su voz era risueña
-Sebastián. - respondió mi padre extendiendo la mano.
-Ana. - respondió ella con una sonrisa estrechando la mano de mi padre. - poso los ojos en mí y extendió su mano, la estreche y sonreí gentilmente. - Tú deber ser Jess. - su sonrisa seguía presente
-Si así es, es un gusto
-El gusto es mío. - respondió ella. - ¿Gustan pasar a su humilde casa?
-No muchas gracias, tenemos que regresar a cenar con mi esposa. - respondió mi padre
-Bueno será en otra ocasión
-Si. - respondimos mi padre y yo al unísono
-Buenas noches. - dijo Ana entrando a su casa
-Buenas noches. - respondió mi padre detrás de ella. - Bueno Fer te veré mañana en mi casa así que no me despido. - mi padre subió al auto.
-Descanse Sebastián. - dijo Fer con una sonrisa, me miro a los ojos. -Buenas noches, gracias por todo, te veo mañana. - se acercó a mí y me dio un beso cálido en la mejilla. - Descansa, bonita noche
-Igualmente, buenas noches. - le sonreí y subí al auto.
Capítulo 16.
Como todas las mañanas de los días sábados, me levante tarde, mire que ya eran las diez con veinte minutos, me levante, aliste mi ropa y luego me metí a bañar. Cuando Salí me mire al espejo, mire de pies a cabeza mi atuendo, me coloque unos aretes diferentes a los que usualmente llevo puestos, arregle un poco mi cabello castaño, maquille un poco mis ojos con sombra color coral claro, quería verme natural, realmente me estaba esforzando.
-Cariño tienes que... - Mi madre me miro atónita. - ¡Wau! Luces bellísima
-Gracias. - mi madre se acercó a mí, me miro de arriba abajo y luego me miro a los ojos con una gran sonrisa.
-Hace mucho tiempo no te veía así
-¿Así como?
-Así, tan linda, tan arreglada y con esa sonrisa y ese brillo en los ojos. - tomo una pausa. - Desde lo que paso, tú... - acaricio mi mejilla, sin dejar de mirarme sonrió y finalmente me dio un beso en la frente. - Tu padre estará celoso, pero deberías bajar a desayunar ya.
-Por supuesto. - baje a un lado de mi madre, ella tenía razón, desde Mia; ya no me había vuelto a sentir así, tan viva tan emocionada, con una ilusión.
-Creí que solo eran amigos. - hablo mi padre irónico
-Y sí. - conteste dándole un beso en la mejilla. - Buenos días
-Te has arreglado demasiado bien, para considerarlo solo un amigo. - Me miro con el entrecejo fruncido
-Amor, tu hija está creciendo y es hora de que pueda salir con alguien, hace mucho tiempo no lo hace. - Mi madre lo miro, amaba cuando mis padres se miraban de esa manera, mi padre era el claro ejemplo de que tenía que conseguir un hombre como el, que me amara tanto como el ama a mi madre y mi madre era el claro ejemplo de que tenía que ser igual a ella para tener un hombre como mi padre a mi lado.
-Lose. - mi padre volvió los ojos a mí. - Solo que eres mi única niña y verte crecer es difícil.
-Tú siempre serás el hombre que más ame en este mundo. - Rodee la mesa y lo abrase, de verdad amaba que comprendiera tanto todo esto. Termine el desayuno y subí a terminar de arreglarme, mire que ya era la una de tarde, tendí mi cama arregle mi cuarto y espere a que diera la hora, me sentía nerviosa, desde que Mia murió yo no había tenido ningún acercamiento con un chico, jamás me había enamorado, había salido con hombres pero solo eran mis amigos, Fer era mi amigo pero a él si lo quería como algo más que un amigo. Escuche mi nombre desde abajo, Salí de mis pensamientos, mi madre volvió a gritar y esta vez mi nombre venía acompañado por un "Fer está aquí". Me levante de la cama me mire al espejo, me puse un poco de loción, trate de relajarme y me mire al espejo por última vez. Baje despacio, mire a Fer sentado en el sofá pequeño, estaba de espaldas a mí, mi padre estaba sentado en el sofá grande que se encontraba junto a la ventana, estaban mirando un partido de soccer.
-Estas lista. - Mi madre se acercó a mí, Fer de inmediato se levantó, pozo sus ojos en mí, se veía muy bien, llevaba puestos unos jeans, un suéter gris y podía verse el cuello de su camisa blanca, unos botines negros y por último en su mano derecha un abrigo negro.
-Hola. - hablo al fin con voz suave.
-Hola. - respondí con una sonrisa. - Estoy lista
-Muy bien. - Fer se aclaró la garganta. - Creo que nos vamos
-Está bien, cuídense mucho. - mi madre nos miró a ambos. - Los quiero aquí a las seis
-Estaré aquí puntual. - hablo Fer mirándola con esa hermosa sonrisa. - Con ella muy bien cuidada
-Eso espero. - hablo mi padre posándose alado de mi madre. - Recuerda que se dónde vives
-¡Sebastián!- dijo mi madre sonrojada
-Está bien, no se preocupe confié en mí, estará bien. - Fer saco una tarjetita de su pantalón y se la dio a mi padre. - Este es el número de mi Tía, ahí vienen anotados los datos de ella, por cualquier cosa.
-Lo de los datos era un chiste muchacho. - hablo mi padre, mirándolo a los ojos, con una voz suave.
-Bueno, aun así quiero que me tengan la confianza, de verdad no somos malas personas.
-Está bien confiamos en ti. - hablo mi madre acercándose a nosotros. - Cuídense mucho si, váyanse con cuidado.
Salimos de la casa, mire un auto estacionado detrás del Honda que manejaba mi padre, era un Volkswagen; Jetta azul seda, se veía demasiado bien, el carro estaba muy bien cuidado. Fer saco unas llaves de su pantalón, oprimió un botón; el carro reacciono al instante lanzando un pequeño sonido y haciendo las luces parpadear. Fer me siguió a la puerta del copiloto, abrió la puerta y me ayudo a entrar, después cerró la puerta detrás de mí y finalmente entro al auto.
-¿Es tuyo? - el auto lucia realmente bien.
-No. - me miro. - Mi tío me lo ha prestado, dijo que la ocasión lo merecía así que bueno; he aquí la hermosura de auto
-Y sí que lo es
-Sí, bueno no más que la que está sentada ahora alado mío y va a acompañarme hoy a una cita. - hizo una pausa, mojo sus labios un poco, me miro y por ultimo sonrió. - Luces muy linda, el blanco te va muy bien.
-Gracias. - hable regalándole una sonrisa, estaba sonrojada. - Tú también luces muy bien.
-No más que tu... pero gracias. - Me regalo una sonrisa y luego puso el carro en marcha.
Llegamos a un centro comercial, Fer dejo el auto en el estacionamiento, salimos de ahí y él me dirigió a un restaurante muy elegante, nos sentamos en una mesa un poco apartada de las demás, todo se veía muy distinguido, realmente no me esperaba algo así. Fer como todo un caballero me ayudo a sentarme, me gustaba tenerlo cerca, podía oler el hermoso aroma de su perfume.
-¿Te gusta? - hablo con una sonrisa, sus mejillas se habían puesto rosadas.
-Sí, es hermoso. - tome una pausa y lo mire a los ojos. - Aunque no era necesario, pudimos comer una pizza o una hamburguesa en los lugares de ahí afuera, sentados viendo a la gente pasar. - reí un poco. - Con sus compras en la mano, no lo sé...
-¿Algo más sencillo? - sonrió
-Si así es
-Bueno, quería que fuera especial la primera cita, pero me agrada saber que eres sencilla. - tomo una pausa, suspiro y sin mirarme dijo. - Eso quiere decir que podría llevarte a cualquier lugar y no habría ningún problema
-Bueno, mientras no sea un basurero. - hable divertida
-No. - rió. Su risa era contagiosa, intento tranquilizarse, suspiro y luego me miro. - No, no haría algo así, ¿quieres hablarme de ti? Tus gustos no lo sé, algo para conocerte más, ya se tu secreto ahora háblame de ti... - antes de que pudiera decir otra cosa llego el mesero y pidió nuestra orden. Fer pidió milanesas, con puré de papas, ensalada, una empanada de camarón y por ultimo un agua de horchata. Yo pedí un corte de carne, con papas fritas y ensalada, para beber pedí lo mismo que Fer. Mientras esperábamos nuestra orden, hablamos un poco sobre nuestros gustos, la dinámica era fácil, el hacia una pregunta yo tenía que responder y después de mi el respondía. Ahora él sabía que amaba leer y pintar, que amaba los animales, que me gustaba ver la lluvia caer y que mi escritor favorito es Stephen King, y yo sabía de él, que ama tanto los animales como yo, que le gusta viajar, cantar, tocar la guitarra y el piano, que es súper fan de los comics, que adora tanto el tiempo que pasa con sus primos y que también lee pero no tanto como yo. Cuando llego nuestra orden, comenzamos a comer, no hablamos mucho mientras comíamos. Por un momento lo mire con mucha atención, era un chico realmente elegante, me di cuenta que hoy su cabello lucía un poco más rizado de lo habitual.
-¿Te has enchinado el cabello? - levanto la mirada de su plato y me miro a los ojos con una sonrisa, se limpió la boca y comenzó a reír.
-No. - tomo una pausa. - Lo que pasa es que hoy lo he peinado, le he puesto un poco de cera para el cabello, y es por eso que mis risos se ven más fijos.
-Bueno, pues luces muy bien de ambas formas.
-Gracias. - sonrió un poco sonrojado. - En la escuela no suelen verse mucho mis risos porque no me esfuerzo en peinarlo como hoy. - Él también se había esforzado. Sonreí y el me miro atento. - ¿De qué te ríes? - pregunto con una media sonrisa alzando una ceja.
-De nada. -
Le sonreí y me lleve un bocado de ensalada a la boca.
Capítulo 17.
Habíamos terminado nuestros platos, estaba realmente llena; me había terminado todo al igual que Fer. Tome mi último trago de agua, me limpie la boca, mire a Fer y me di cuenta que estaba mirándome, él sonrió mirándome a los ojos. Sus ojos reflejaban un brillo, eran hechizantes, no era necesario que tuviera los ojos de color para poder perderse en ellos, sus ojos cafés eran hermosos.
-Cuando era niño mi madre me decía que mirar a las mujeres a los ojos era bueno, porque reflejaba seguridad y le hacías saber que realmente te gusta y te interesa lo que estás viendo y lo que está hablando.
-¿Te gusta lo que ves? - hable casi en un susurro.
-Me encanta. - respondió recargando su codo en la mesa y recargando la cabeza en su mano. Sonreí bajando la mirada, mis mejillas ardían. - También decía que ser sincero no está mal, siempre y cuando no sea grosero y que expresar lo que sientes o lo que pienses jamás será un error.
-¿Ella no vive contigo? - lo mire; aquello no le gusto, su mandíbula se había tensado, pero intentaba parecer relajado.
-Creo que pediré la cuenta. - se aclaró la garganta y llamo al mesero y antes de que el mesero apareciera dijo. - Ella murió cuando yo tenía nueve años.
Aquello me había dejado perpleja eso no me lo esperaba, realmente había sido un error preguntar aquello, claramente había arruinado el momento. El mesero nos dio la cuenta, Fer pago todo y salimos de ahí, el brillo en sus ojos seguía ahí, pero se había inquietado un poco con aquel tema.
-Ciento mucho... yo no imagine... De verdad perd...
-No tienes que pedir perdón. - hablo posándose enfrente de mí, acaricio mi mejilla y me regalo una sonrisa. - Es un tema difícil de hablar, especialmente con la chica que te gusta, pero tranquila, hoy mismo sabrás mi lado oscuro. - hablo con vos tierna y con esto último rio, había empezado a sonar una canción, tomo mi mano he hizo que diera una vuelta; aquello provoco que mi vestido blanco tomara un poco de vuelo, pazo su brazo por mi cintura, su mano derecha estaba entrelazada con la mía, estábamos frente a frente.
-¿Así que te gusta cantar? - hable con una sonrisa en el rostro, sin soltarme sonrió, asintiendo con la cabeza. - ¿Cantarías para mí?
-No lo sé. - me soltó y sin dejar de sonreír comenzó a caminar, fui detrás de él. - Nunca he cantado enfrente de alguien. Bueno solo enfrente de mi familia, ellos dicen que lo hago muy bien, pero que pueden decir las personas que te aman. - soltó una leve risita, me miro y me tomo de la mano. - Ven. - y comenzamos a caminar hasta llegar a un pequeño espacio que estaba casi vacío, había bancas de madera alrededor, una pareja de novios se encontraba sentada en una de las bancas, en otra banca se encontraba un chico y en el centro de ese pequeño espacio del centro comercial se encontraba un hermoso piano de cola color negro. - Oh mira un piano... qué casualidad. - hablo con un poco de sarcasmo en sus palabras, me soltó y se acercó al piano, se sentó en el banquillo que estaba ahí y luego me miro. - Ven, siéntate aquí. - me senté a un lado de él, realmente amaba su perfume. - Hare esto por ti, así que si la gente viene y se reúne para vernos, será culpa tuya
-¿Disculpa? - lo mire seria. - No es mejor que me cantes con tu guitarra, en casa o en la escuela
-No en la escuela no. - me miro, se veía muy tierno. - Bueno te catare en mi casa con mi guitarra, pero no está mal cantar aquí con un piano tan hermoso como este. - se volteó, miro el piano, suspiro y comenzó a tocar. Conocía esa melodía, luego comenzó a cantar; era "All Of Me" de John Legend. Era realmente bueno, tocando el piano; mire que en la mano derecha en su dedo medio llevaba puesto un anillo de plata, en toda la semana nunca lo llevo puesto, sus dedos eran delgados y largos su voz era hermosa, su familia no mentía realmente lo hacía muy bien. Solo se acercaron siete personas entre ellos la pareja que ya se encontraba ahí. Cuando termino la última estrofa me miro y sonrió mostrándose infalible.
-Me mentiste. - cruce los brazos y alce las cejas.
-Tal vez. - sonrió mostrándome sus dientes blancos. - ¿Y bien? ¿Te gusto?
-Mucho, tu familia no te miente. - le sonreí.
-Gracias. - se acercó a mí y me dio un beso en la frente. Miro a todo su público y dio las gracias por los halagos y los aplausos, me tomo de la mano y salimos de ahí.
-Si lo habías hecho antes ¿cierto?
-Si. - se aclaró la garganta. - Muchas veces, realmente me gusta cantar, nadie de los chicos lo sabe porque me da algo de pena
-¿Pena? - hable desconcertada. - ¿Por qué?
-No lose. - tomo una pausa. - Enfrente de ellos siempre me he mostrado rudo, valiente, como un Band-Boy, sé que suena estúpido y realmente lo es, pero a veces pienso que si muestro mi verdadero yo van a lastimarme, aunque realmente no cambio mucho.
-¿Ni América sabe esto?
-Solo sabe que toco el piano y la guitarra, pero no sabe que me gusta cantar, tal vez me ha escuchado cantar por accidente, pero no sabe que lo hago tan bien
-Y ¿por qué ocultas un talento tan bonito?
-No lose, tal vez por miedo a las críticas o algo así, es por ello que me hago el rudo, soy más estúpido de lo que me veo. - sonrió. - Creo que eres la única que sabe esto
-No creo que seas un estúpido y gracias por mostrarte tan abierto conmigo. - me acerque a él y lo abrase, ¡Dios! Su aroma era realmente bueno.
-¿Quieres ir a mi casa? - dijo sin dejar de abrazarme, no respondí y de inmediato me soltó. - No te preocupes no quiero llevarte a mi casa por alguna razón, bueno si hay una razón, pero no es esa... no sé lo que estoy diciendo... - suspiro, sus mejillas había enrojecido. - Pero no estaremos solos, mi tía está en casa.
-En primera no pensé mal y en segunda no tienes por qué ponerte nervioso, sé que no eres así. - me detuve un momento y lo mire seria. - Oh ¿sí?
-No. - rió. - Me han educado muy bien y créeme que lo primero que me han enseñado es a respetar a las mujeres... además no te quiero solo para un acoston, una niña como tu vale más que eso, créeme nunca había conocido alguien como tú.
-Gracias. - le sonreí ruborizada.
-Bueno, entonces vámonos.
Fuimos al estacionamiento, subimos al auto y salimos de ahí. El camino fue silencioso, llegamos a la misma casita de la noche anterior, Fer estaciono el auto, me ayudo a salir y avance alado de él, abrió la puerta y me dejo entrar a mi primero; la casa era hermosa, era pequeña pero acogedora, la casa olía limpia, al entrar estaba una sala de dos sillones color café, una pantalla más pequeña que la mía, por el pasillo podía observarse la cocina y el comedor. Fer serró la puerta detrás de sí.
-¿Fer eres tú? - hablo una voz femenina saliendo de una de las habitaciones, era Ana. - Hola. - hablo con emoción en su voz y con una gran sonrisa en el rostro. - ¿Por qué no me dijiste que vendrían? Pude haber preparado algo
-Hola tía. - Fer se acercó a ella le dio un beso en la frente y luego la abrazo. - No es necesario ya hemos comido a demás no planeaba traerla a casa fue improvisado. Perdón
-Hola - me acerque y extendí mi mano, ella me la estrecho sin dejar de sonreír. - Espero no sea una molestia
-Claro que no, al menos ya había hecho todo el quehacer. - hablo divertida
-¿Dónde están los chaparros? - pregunto Fer mirando a la cocina
-Dulce esta con Andrea jugando y Carlos está en su cuarto. - respondió ella, fue a una habitación diferente a la de donde había salido y toco a la puerta. La puerta se abrió y salió el mismo niño de al parecer siete años de anoche.
-¡Fer! - hablo el niño, sin poner atención a nada se abalanzo a él abrazándolo.
-Hola campeón, ¿Qué estabas haciendo?
-Tarea. ¿Por qué regresaste tan rápido? - pregunto el aun sin mirarme, Fer hizo un moviendo con la cabeza para que me mirara. El niño puso los ojos en mí y sonrió. - Ella es tu novia, tenías razón si es muy bonita. - se acercó a mí y me extendió su mano. - Hola yo soy Carlos el hermanito de Fer
-Es un gusto Carlos. - estreche su mano y le sonreí.
-No es mi novia. - hablo Fer posando su mano derecha en el hombro izquierdo del niño. - Todavía. - aclaro. - Pero es cierto que es muy hermosa. - sonrió. - Vuelve hacer tu tarea y búscame cuando termines ok
-Ok. -respondió el niño, volvió los ojos a mí. - Te veo en un rato. - dijo y luego desapareció por la puerta donde había salido.
-Tía estaremos en mi habitación por cualquier cosa. - hablo Fer tomándome de la mano. - Ana solo asintió desde la cocina.
Fer me dirigió a una tercera habitación y que al parecer era la última. Era un poco pequeña a comparación de la mía, había una cama individual, un ropero, un escritorio con librero incluido y cuatro repisas. Todo estaba en orden, su guitarra acústica en color madera se encontraba en la cabecera de su cama, en su librero había algunos libros; entre ellos se encontraban "It" y "El visitante" de Stephen King, la saga "Cazadores de sombras" de Cassandra Clare. Luego le seguían los comics, tenía demasiados, algunos eran colecciones exclusivas; todo era sobre "Marvel" en las repisas había figuras de los mismos superhéroes de los comics, eran funkos; Capitán América, Iron Man, Spider Man, Thor, Hulk, Black Widow y eran los primeros que podía alcanzar a ver, también tenía colecciones de discos, entre ellos; "A Night at the Opera" y "News of the World" de Queen, "Highway to Hell", "Back in Black", "Rock or Bust" y "Black Ice" de AC/DC y otros tres de Ed Sheran.
-Espero no huyas después de esto. - hablo el divertido
-Es lindo. - dije aun impresionada.
-Soy todo un nerd. - hablo sin mirarme. - Es tal vez una obsesión, en realidad no lose, realmente soy muy fan, debes estar pensando que soy un friki o algo así.
-Puede que sí. - respondí divertida. - Mi padre es así, con todo lo que compra cuando vamos de viaje y creo que eso lo aprendí de él, yo también colecciono cosas.
-Ojala no te arrepientas de haber venido, o peor aún te alejes de mí. - dijo sentándose en la cama
-Eso no va a pasar. - lo mire a los ojos y él sonrió. - ¿Quién te enseño a tocar así el piano?
-Mi tío tiene amigos que tocan en una banda y antes de que Dulce naciera solían invitarnos haberlos tocar, tenía trece años; me llamo la atención la guitarra, así que le pedí a mi tío que me dejara pedirles que me enseñaran y él me dijo que si, así que Emanuel me enseñó a tocar la guitarra. - tomo una pausa. - Después de que pude manejar al derecho y al revés la guitarra me interese por el piano, el piano se me hizo aún más fácil y lo aprendí rápido, ellos son buenos músicos, es por eso que aprendí muy bien.
-Haz tenido suerte. - hable sentándome a un lado de él en la cama.
-Si así es. - suspiro. - Si no hubiera sido por ellos ahora no supiera tocar ningún instrumento, oh tal vez si pero no también como ahora.
-Fer ¿tu trabajas? - pregunte sin mirarlo
-No es un trabajo como tal. - se acomodó bien, lo mire, su mechón de cabello rebelde ya había hecho presencia. - Porque amo hacerlo, pero si, ellos me han metido en su banda, a veces toco el piano, otras veces canto con mi guitarra y los lugares en donde tocamos nos pagan muy bien. - tomo una pausa y sonrió. - De ahí salen todas esas cosas. - afirmo mirando todas sus colecciones.
-Tu guitarra es muy hermosa. - Fer se levantó y tomo la guitarra con mucho cuidado, realmente se notaba que le tenía un gran afecto.
-Me la regalaron en navidad hace cuatro años, la guitarra con la que solía practicar y aprender era prestada así que mis tíos tomaron cartas en el asunto y he aquí la belleza que me regalaron
-Si ya veo. - me la dio para observarla, la mire por un rato estaba muy bien cuidada, era realmente una guitarra muy bella. Se la devolví y el volvió a colocarla en su sitio. Volvió a sentarse, me aclare la garganta y lo mire a los ojos. - Me hablaras de tu lado oscuro. - sonrió y sin mirarme soltó un suspiro.
-Si. - se aclaró la garganta, paso su mano por su cabello; para poner en su lugar al mechón rebelde, mojo un poco sus labios y me miro. - Creo que es mi turno.
Capítulo 18.
Lo mire a los ojos, estaba un poco tenso, suspiro, intento relajarse, me sonrió y por ultimo me guiño un ojo, entrelazo sus manos y se acomodó en la cama.
-En realidad ni siquiera sé por dónde empezar. - soltó una leve risita y se aclaró la garganta, hubo un minuto de silencio y luego soltó un suspiro. - Mi madre tenía veinte años cuando se embarazo de mí, yo no sabía esto es más nunca lo supe; hasta que mi tía me lo contó, ella quedo embarazada después de ir a una fiesta. - tomo una pausa, esto era algo que realmente le afectaba tanto, como a mí lo de Mia. - Ella se acostó con alguien en esa fiesta, pero no recordó nunca con quien y si fue así tal vez él nunca quiso hacerse cargo de mí. Cuando su padre (mi abuelo), supo que estaba esperando un bebe, la hecho de la casa, le dijo que no quería a una cualquiera en su casa, le dio la espalda, le cerró las puertas, la hecho a la calle, mi abuela no hizo nada; no sé el motivo del porque no hizo algo por su hija; solo sé que mi madre estaba sola y bueno mi tía es más chica que mi mamá así que ella no podía hacer mucho. - suspiro y exhalo hondo. - Fue a casa de una de sus mejores amigas, y ahí estuvo por tres meses, nadie sabe cómo es que lo conoció... - Fer movía mucho las manos al hablar, hacía gestos, admiraba como intentaba parecer relajado delante de mí. - Solo sé que él entro a su vida después de tener cuatro meses de embarazo, ella lo dejo entrar a su vida, a él al principio no le importo que ella estuviera embarazada. - tomo una pausa, su voz cambio de tono, comenzó hablar con un poco te irritación en sus palabras y con un poco de sarcasmo. - Iba a cuidarla, protegerla, cuidaría de mí como si fuera su propio hijo. - sonrió con tristeza y me miro. - Pero todo eso fue al principio. En realidad no tengo muchos recuerdos, los únicos que tengo son los suficientes para saber que él no la amaba. Recuerdo que en ocasiones iba a la escuela sin desayunar, fueron muy pocas las veces que ella me llevo al colegio; la mayoría de las veces me mandaba con una vecina, ella no iba conmigo porque se quedaba a dormir; porque todas las noches ellos tenían relaciones o peleas. - agacho la cabeza, serró un momento sus ojos y volvió a suspirar. - Un niño de seis o cinco años no distingue los gritos de dolor o de placer, simplemente se asusta y quiere saber si todo está bien, a él le enfadaba que yo los interrumpiera, se enojaba porque no lo dejaba venir en mi madre. En muchas de esas veces él intento golpearme pero ella no lo dejo, siempre me defendió, todas las veces me sentí mal conmigo mismo, porque si yo le causaba problemas quien reciba los golpes era ella; no yo, me sentía mal porque por mi culpa la golpeaba... - tomo una pausa, su mandíbula se tensó. - Rodrigo. - trago saliva. Ahí estaba, por primera vez había escuchado el nombre. - Era un alcohólico, quien mantenía la casa era mi madre, Rodrigo aportaba dinero porque cobraba la pensión de su padre; ese dinero no servía de mucho porque era solo para él y para sus vicios, no trabajaba no hacía nada, no era siempre; pero también se drogaba, fumaba yerba e ingería cocaína, cuando mi madre llegaba del trabajo, pasaba por mí a la casa de la vecina y me llevaba a casa, me daba de comer lo que había comprado en la calle, me decía que fuera a mi cuarto y ella se quedaba en la sala o en su cuarto junto con él a beber y a drogarse. No se interesaba por mí, no sabía si tenía tarea, si iba bien en la escuela, tal vez cumplió con lo básico; dándome estudios y dándome de comer. Nunca me dejo sin comer, cuando quería un dulce me lo compraba, nunca vestí roto, mis zapatos eran buenos, ahora sé que ella a su modo intento ver por mí, no fue suficiente pero hizo lo que pudo. La primera vez que lo vi pegarle; tenía siete años, no recuerdo porque inicio la pelea, solo sé que estaban gritándose el uno al otro y baje a ver qué era lo pasaba, mi madre me grito que subiera, pero no le hice caso, me quede ahí y vi cuando le pego, le dio una cachetada, luego la tomo del pelo y le dijo que él la había salvado así que tenía que hacer lo que él quería, la aventó al suelo... - se quedó en silencio por un momento, su mirada estaba perdida, era como si estuviera en el limbo. - La iba patear pero yo corrí hasta ahí, la cubrí y la patada cayo en mi espalda, me levante enojado trate de pegarle, morderlo; trate de hacerle daño... pero no lo conseguí, se rió de mí, me dio una cachetada y me jaloneo hasta mi habitación y ahí me dejo. Hubo un lapso de tiempo en el que todas las noches me daba por llorar, a él le molestaba y cuando me escuchaba llorar iba a mi habitación y me pegaba para que me callara, así que lloraba pero en silencio, me trataba como a un creado, si quería algo tenía que llevárselo hasta donde él estuviera, si hacia algo mal eran golpes y gritos. - suspiro, paso sus manos por sus piernas intentando secar el sudor de las palmas. - Cuando cumplí ocho años, paso algo que jamás creí que pasaría, mi vida dio un giro totalmente después de eso... era viernes, no faltaba mucho para que mi madre llegara, él estaba en la sala y me pidió que fuera. - agacho la cabeza y sin levantarla siguió hablando. - No tenía ropa, estaba completamente desnudo, me pidió que me acercara, me dijo que no me haría daño, me pidió que me sentara a un lado de él, comenzó a acariciarme por la espalda, el pecho hasta llegar a mis partes íntimas. Aquello ya no me gusto así que me levante pero él me jalo, hacia el esfuerzo por correr pero él era más fuerte que yo, grite, grite mucho, por un momento creí que realmente iba pasar algo, hasta que mi mamá llego, lo vio queriendo quitarme la playera, corrió hacia donde estábamos y se abalanzo contra él, le pego, lo araño, le rompió un plato en la cabeza, llorando le grito que era un maldito que eso jamás se lo perdonaría, que como se atrevía hacerle algo a su hijo, mi mamá estaba hecha furia, tenía sangre en la yema de los dedos, me miro y me dijo que juntara mis cosas que nos iríamos, él intento levantarse pero ella le volvió a pegar y quedo inconsciente, nos dio el tiempo suficiente para juntar nuestras cosas y salir de ahí. - suspiro, levanto la cabeza al fin y me miro, la tristeza en sus ojos era inevitable, me partía el alma verlo así, el brillo en sus ojos no estaba, y su hermosa sonrisa se había borrado. - Salimos de ahí sin ni siquiera saber a dónde íbamos a ir, tenía miedo. - su voz comenzó a quebrarse, sus ojos se llenaron de lágrimas. - Ella no hablo en todo el camino, solo me tomo de la mano y me llevo a un hotel, pago toda una semana; nos quedamos ahí, ahora le veo el lado positivo a todo eso; porque después de lo que paso, ella se interesó más en mí, ya le importaba si comía bien, si tenía tarea, si todo estaba bien en el colegio, muchas veces me pidió perdón. La amaba y era obvio que no podía odiarla o culparla por ello, no cuando no sabía que sentía o que pasaba por su mente, no cuando sus padres le dieron la espalda y la dejaron sola. - respiro intentando contener sus lágrimas. - No entiendo porque regreso, si sabía que él nunca cambiaría, pero no teníamos a nadie más, el poco dinero que ella ganaba lo tenía que dar al hotel, cuando termino la semana, trato de comunicarse con mi tía, ella le dijo que solo podía ayudarla con un poco de dinero y comida, pero que no podía darle hogar al menos no por ese entonces, duramos un mes viviendo en ese hotel, ella se veía preocupada, sabía que algo iba mal pero nunca pregunte. Una tarde llego y me dijo que juntara mis cosas que ya nos iríamos, obedecí sin saber a dónde me iba a llevar... volvimos a su casa, no sé cómo la convenció pero ahí estábamos otra vez, le rogué que nos fuéramos, llore porque no quería estar ahí... otra vez. - tomo una pausa y se aclaró la garganta, cerro sus ojos y solamente cayo una lagrima por su mejilla. - Pero ella me prometió que sería diferente, que nada volvería hacer igual y tenía razón nada volvió hacer igual. - volvió agachar la cabeza, apretaba sus manos y movía los pulgares con nerviosismo. - Los primeros meses estuvieron bien, no había peleas, no había golpes y Rodrigo solo evitaba mirarme, mi madre seguía igual atenta de mí, de mi tarea de la escuela y creo que por eso fue para bien que aquello pasara porque ella se acercó más a mí. La tranquilidad duro poco, volvieron los gritos, las peleas, los golpes. Mi tía me veía cuando salía de la escuela, no le gustaba ir a casa, así que siempre intentaba estar ahí afuera cuando yo salía, le decía que me llevara con ella que no quería estar en casa, que él había vuelto a pegarle a mamá, ella siempre me dijo que mientras no me tocara nada malo pasaría, no me toco, jamás me toco después de que regresamos; pero aun así algo malo paso. Cumplí mis nueve años en esa casa, mi mamá me compro un pequeño pastel y me regalo un suéter color gris, un muñeco de acción de Iron Man y este anillo. - miro con mucha atención el anillo de plata que llevaba en su mano derecha en el dedo medio. - Me quedaba muy grande así que me lo dio en una cadenita... - suspiro, su voz volvía a quebrarse. - Era noviembre, ella arreglaba mi disfraz para salir a pedir dulces, ame tanto aquel día, fue el mejor de mi vida, ella me acompaño por primera vez, jugamos en el camino, hicimos bromas, reímos y hablamos de todo, creo que fue la primera vez que la vi reír tanto. Después de eso paso una semana, fui a la escuela, llegaba a casa, todo bien. - se aclaró la garganta. - Era jueves, cuando regrese de la escuela, ella me preparo de comer, se sentó a comer conmigo me pregunto cómo me había ido, me ayudo hacer mi tarea, y cuando terminamos se sentó a un lado de mí. - trago saliva sus ojos volvían a llenarse de lágrimas. - Me miro a los ojos y me dijo "Te amo, perdóname por todo lo que te he hecho pasar, eres lo mejor que me ha podido pasar, por ti sigo aquí, perdóname por no darte la vida que te mereces, eres un niño encantador, bien portado, respetuoso, guapo, te adoro mi amor, te adoro con todo mi corazón, jamás dejare que nadie te haga daño, yo siempre estaré aquí para ti" tomo mi cara y con lágrimas en los ojos me dijo "No dejes que nunca nadie te lastime, no dejes que nada ni nadie te detenga para cumplir tus sueños, serás grande, harás y serás lo que tú quieras no dejes que nadie te pisotee. Entendido" solo asentí con la cabeza y ella me beso en la frente y me abrazo. - intento contener el sentimiento pero no pudo, así que simplemente lo dejo salir y sus lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas y entre sollozos siguió hablando. - Después eso; toda la tarde jugo conmigo, ese también fue el mejor día de mi vida. Ahora pienso que fue como si se estuviera despidiendo de mí... - tomo una pausa, estiro su mano y de la mesita de noche saco unos clínex, se limpió las lágrimas, la nariz y por último se aclaró la garganta. - Al día siguiente me levante para ir a la escuela, ella me acompaño, todo normal, aquel día tuve un pequeño examen, en el cual recuerdo que me fue muy bien, cuando salí estaba ahí mi tía, le conté lo del examen; ella me felicito y me compro un helado, me acompaño a la casa, no llego hasta la puerta solo me dejo en la esquina y de ahí yo camine a la casa, iba feliz iba realmente feliz, cuando llegue a la puerta y estaba a punto de abrirla escuche gritos, y luego escuche el ruido de un cristal azotándose en la pared, entre lo más rápido que pude, los busque... estaban en la cocina. - su voz se quebraba, sus lágrimas volvían a rodar por sus mejillas. - Él estaba enojado, tenía sangre en la camisa y ella... ella estaba tirada en el suelo recargada en el mueble de la alacena, su nuca sangraba, corrí hasta ella, le hable, la abrase le pedí que me dijera algo, pero no lo hizo, la mire y solo me sonrió, me miro a los ojos y me dijo te amo, luego serró sus ojos y dejo de respirar. - se quedó callado por un momento, sus lágrimas no cesaban, su pecho estaba algo agitado, enterró su cabeza en sus manos, me acerque a él y lo abrase, se levantó y recargo su cabeza en mi hombro solo por un minuto y luego volvió a incorporarse. - Llore y le rogué que no me dejara, grite, llore mucho, estaba enojado, así que saque un cuchillo de uno de los cajones y fui a buscar a Rodrigo, le grite que se iba morir, que pagaría por ello, corrí hasta él y le clave el cuchillo en el brazo izquierdo, intento zafarse de mí, en ningún momento solté el cuchillo y entre tanto jaloneo alcance a abrirle la ceja, se distrajo un momento con eso y pude correr a fuera y pedir ayuda, la vecina que me llevaba a la escuela salió, me pregunto qué era lo que pasaba y le dije todo, así que ella llamo a la policía y a la ambulancia. Cuando ellos llegaron fue muy tarde, mi madre ya estaba muerta; se desangro demasiado así que murió, Rodrigo por otra parte, había quedado inconsciente, pero aún seguía con vida, en ese momento, sentí tanta rabia de que él no se murió pero ella sí. - volvió a limpiarse las lágrimas, respiro hondo y trato de tranquilizarse. - Cuando llegamos al hospital, llamaron a mi tía ella es el único familiar que tengo, así que ella fue lo más rápido que pudo. Yo estaba desecho, tenía miedo porque creí que me quedaría solo, creía que nadie se haría cargo de mí, pero me equivoque. Cuando mi tía llego lo primero que hizo fue correr a abrazarme, me abrazo tan fuerte, con tanto cariño que ahí fue donde supe que no estaría solo, vio la sangre que llevaba en la ropa y se asustó, me pregunto si no tenía nada, le dije que no, me miro a los ojos y me dijo que todo estaría bien. Después de eso, solo recuerdo que me llevo a casa de su novio (quien es ahora su marido) me compro ropa nueva, me dijo que me bañara y me dieron de comer, quería estar con mi mamá pero no me dejaron verla, hasta que ya la íbamos a enterrar. - suspiro, limpio las pocas lagrimas que tenía y me miro. - La mire ahí en la caja, con su tono de piel más blanco que de lo normal, los ojos cerrados y con ojeras. Llore porque era lo único que tenía, porque era mi madre y la amaba más que a nada en el mundo. Porque a pesar de todo me había dado la vida, porque jamás me había dejado y porque siempre hizo lo que estuvo a su alcance. Nunca la odie y jamás lo haría... ella me amaba. - me miro a los ojos y sonrió las dos líneas pequeñas se le dibujaron una de cada lado.
-Fuiste lo mejor que le pudo haber pasado, ella debe estar orgullosa de ti. - le sonreí sin dejar de mirarlo a los ojos, acaricie su mejilla, el tomo mi mano, cerró los ojos y pego su mejilla a la palma de mi mano, mientras que con su pulgar acariciaba la acariciaba.
-Gracias. - abrió los ojos, beso mi mano y volvió a sonreír. Se aclaró la garganta y siguió hablando. - Viví en casa de Ricardo (el esposo de mi tía) por unas dos semanas hasta que mi tía tuviera un departamento y pudiéramos vivir ahí los dos, después de eso viví con mi tía hasta que ella y Ricardo terminaran la escuela. Mi tía y yo pudimos vivir así porque mi abuela la ayudaba y también con el apoyo de Ricardo. - agacho la cabeza y sonrió. - Él ha sido tan lindo conmigo y con mi tía, Ricardo ha sido como un padre para mí. Pero eso no es todo. - se incorporó y volvió a mirarme. - Yo no estoy en el trece B solo por eso. - me miro. - No sé cómo se enteraron; ellos sabían que mi madre había muerto pero nunca supe cómo es que se enteraron de lo que él quiso hacer aquella vez que lo vi desnudo. - tomo una pausa, en su tono de voz se notaba que aún le daba pena hablar de ello. - En el colegio comenzaron hacerme bullying, los niños se enteraron de lo que paso y creyeron que por eso ninguna niña me llamaba la atención y desde ahí empezó el rumor de que era gay. Me decían que era un "marica", me pegaban, ya nadie quería jugar conmigo porque nadie jugaba con niñas, porque no querían que los tocara, me trataban como si tuviera lepra, fue horrible, nunca se lo dije a mi tía porque no quería causar más molestias, pero ella termino enterándose. - tomo otra pausa, suspiro hondo. - Un día ya no aguante más, me sentí tan valiente, recordé lo que mi mamá me dijo una vez; que jamás me dejara de nadie, así que me defendí, golpeé a ese niño, lo golpeé tanto al punto de dejarlo casi inconsciente, los otros también se fueron con un golpe, nunca supe de donde saque tantas fuerzas para poder con los tres, simplemente sé que a los tres los golpeé, al líder lo golpee tanto que casi lo dejo inconsciente. Después de casi tres años de Bullying, me decidí a defenderme, me expulsaron por ello, no querían a un niño violento en su escuela, así que termine mi primaria en otra escuela.
-¿Enserio no te llamo la atención una niña en primeria? - el me miro y soltó una leve risita
-No, siempre eh sido tan especial con las chicas, tienen que tener ciertos tipos de características para que llamen mi atención; es por eso que los chicos no me han conocido una novia.
-¿Por eso creen que eres homosexual?
-Si. - respondió el deleitado. - Que loco ¿no?
-Sí, es chistoso que la mayoría de tus amigos piense que te gusten los chicos solo porque no te han conocido una novia, a mí me pasó algo similar con mis padres; ellos creyeron que me gustaban las chicas porque nunca les he presentado un novio, hasta que se los aclare.
-Bueno ya somos dos. - rió. - En la escuela soy considerado todo un "Gay" y además "Violento".
-No es malo cuando tú sabes que no es verdad.
-Lo sé. - soltó un suspiro y me miro. - Ahora ya sabes porque estoy ahí
-Lo tuyo ha sido más horrible que lo mío. - lo mire y el sonrió
-Ambos casos son horribles
-Si pero es más difícil y más doloroso ver a tu madre morir, ver a la mujer que te dio la vida dar su último aliento. - el agacho la cabeza. Dios pero que estaba diciendo, intente mirarlo, solo esperaba que no volviera a llorar. Levanto la cabeza.
-Si. - dijo sin mirarme. - Es duro ver a la mujer que amas morirse, es duro ver que está muriendo y no poder hacer nada.
-Fer. - coloque mi mano en su espalda, la subí lentamente a su cabello y acaricie su nuca, su cabello se sentía tan sedoso, volteo y poso los ojos en mí.
-Eres muy hermosa. - hablo con cautela. Aquello no me lo esperaba mis mejillas ardían, quería besarlo en ese mismo instante.
-Gracias yo... no sé qué decir... - le sonreí, trague saliva e intente relajarme. - Tu también eres muy hermoso... eres muy guapo
-¿Enserio crees que soy hermoso? - mojo sus labios. - ¿Crees que un idiota que aparenta ser rudo para que nadie lo lastime es guapo? ¿Crees que soy atractivo a pesar de ser un friki por tener tantas cosas de superhéroes?
-Si... - le sonreí. Estaba intentando coquetear conmigo. - Eres sumamente atractivo con tus colecciones o sin ellas. - el sonrió.
-Dios ya me dio calor. - sus mejillas estaban rojas. - Eres muy buena. - aclaro y luego se levantó, se quitó el suéter gris que llevaba puesto, su camisa blanca se alzó un poco, pude mirar un poco su abdomen, note que en la parte baja del abdomen podían verse unas líneas negras; era un tatuaje.
-¿Tienes un tatuaje? - pregunte mirándolo
-¿Tú lo viste? - respondió el apenado. - Vaya ese tatuaje solo lo ha visto mi tía.
Capítulo 19.
Aquello me había hecho sentir más bochorno, "solo su tía lo había visto". Espero que no crea que soy una fijada o peor aún que estoy tan desesperada por mirar a un chico desnudo. Lo mire, él intento parecer relajado, pero sus mejillas lo delataban, por primera vez sentía esa descarga eléctrica por todo mi cuerpo, esa sensación de querer que alguien me tome entre sus brazos y me besa sin poner final. Me emocionaba de solo pensarlo, estaba en el ambiente correcto con la persona correcta... espera, pero que demonios Jess; su tía y su primo están en casa.
-Yo... - se aclaró la garganta, se recargo en el escritorio quedando enfrente de mí, su cabello se había despeinado un poco, podía verse mucho más atractivo. - Me lo hice cuando cumplí dieciséis; es una gaviota acompañada por el nombre de mi madre. - tomo una pausa y agacho la cabeza, su mechón rebelde había bajado. - Te lo mostraría pero, aun no tenemos esa confianza. - soltó una leve risita y al fin me miro, mojo sus labios y se mordió el labio inferior. Dios este chico sabía cómo sacarme de mi zona de confort. Tenía ese efecto de ir a él y besarlo, besarlo hasta que ambos dejáramos de sentir ese deseo, pero ¿Qué lo impedía?... tocaron a la puerta; eso lo impedía.
-Adelante. - hablo él sin dejar de mirarme. Todos dicen que la mirada es la mejor delatadora de las personas y en esta ocasión esa teoría era real, sus ojos reflejaban ese deseo.
-Fer. - se asomó un poco la pequeña cabecita de Carlos. - ¿Puedo pasar?
-Adelante campeón. - el niño paso con un poco de pena, Fer se sentó alado de mí y Carlos lo miro con detenida atención. - ¿Ya terminaste tu tarea?
-¿Lloraste? - pregunto el niño, sin tomarle importancia a la pregunta de Fer, se acercó a él y lo abrazo. - Yo te amo... mucho, eres el mejor hermano que pude tener. - dijo el niño con una voz tan tierna, que el corazón se me hacía pequeño.
-Estoy bien amigo. - respondió Fer abrazando al niño. - No es nada. Yo también te amo chaparro. - lo alejo un poco, lo tomo de los hombros y lo miro a los ojos. - Sabes que tu hermana y tú son lo mejor que tengo. - Fer le sonrió, volvió a traerlo hacia sí y lo beso en la frente. - ¿Terminaste toda tu tarea?
-Si. - respondió el niño zafándose del abrazo.
-Bueno entonces creo que podremos jugar un juego de mesa. - me miro. - Verdad señorita. - me sonrió, era claro que debía quedarme con él, era tan encantador.
-Por supuesto. - respondí.
Salí junto a Fer y Carlos de la habitación, nos sentamos en la mesa y jugamos Monopoly, Serpientes y escaleras, scrabble. Anna nos preparó fruta picada, tuve la oportunidad de conocer a Ricardo y a la pequeña Dulce. Fue una de las mejores tardes de mi vida, hace mucho no reía de esta manera, daría todo porque esta tarde jamás terminara. Ver a Fer reír mucho me hace sentir bien, su sonrisa era muy hermosa, verlo así hacia que me gustara aún más. Por primera vez me agradaba la idea de estar en una escuela nueva, en un país distinto y me agradaba la idea de pertenecer a ese salón.
Ya eran las cinco con veinte minutos, ayude a Fer a recoger todo, lave los platos; aunque a Fer no le gustó mucho la idea. Me despedí de los pequeños, de Anna y Ricardo, salí de ahí junto con Fer, subí al auto, Fer como desde el principio fue un caballero y me ayudo a entrar. Subió al auto, se colocó el cinturón y puso el auto en marcha.
-Me harías muy feliz si me regalaras más tardes así. - hablo él con una sonrisa sin quitar la vista del camino.
-Hare lo posible porque sea así. - respondí con una sonrisa, me aclare la garganta y lo mire. - Fer ¿tú conoces a tus abuelos?
-No - hubo un silencio, me miro por un segundo y volvió la vista al frente, la sonrisa aún no se le iba del rostro. - Nunca le pedí a mi tía que me llevara aunque ella iba seguido, además; aunque ella no me lo dijera yo sabía que no sería bien recibido en esa casa y no tanto por mi abuela, si no por mi abuelo. - llegamos a mi casa, aparco el carro enfrente del Honda de mi padre, apago el carro y se acomodó para así mirarme. - Mi abuela murió hace tres años de cáncer en el estómago, mi abuelo aún vive, pero nunca he tenido el deseo de conocerlo, nunca he querido ver a la cara al hombre que le dio la espalda a mi madre... - tomo una pausa, se aclaró la garganta. - Que clase de hombre se dice llamar padre cuando le da la espalda a sus hijos, que clase de padre le cierra las puertas a su hija cuando más lo necesita. Un padre tiene que estar ahí para todo, en las buenas y en las malas, ayudándote a levantarte y apoyándote en todo, sea lo que sea te tiene que apoyar, hayas hecho lo que hayas hecho tu padre siempre tiene que estar ahí; cuidándote, protegiéndote de todo y contra todo así sin más, dándote consejos, apapachándote, dándote cariño porque en cuestiones como esas es cuando más lo necesitas, no necesitas que te den la espalda y sea duro para que aprendas la lección, no; necesitan amor, cariño, comprensión, ayuda y si eso paso fue tal vez por un error que él cometió... pero él no lo hizo y no podría mirar a la cara al hombre que llamo ramera a mi madre. - miro por un momento el parabrisas del auto. Él podía decir que no le afectaba pero en sus ojos podría mirar que muy en el fondo le dolía que su abuelo no lo quisiera. Suspiro, mojo sus labios, paso la mano por su cabello y volvió a mirarme. - No quiero que te vallas, pero creo que deberíamos bajar del auto, no quiero que tus padres no te vuelvan a dejar salir conmigo por ser un irresponsable. - le sonreí y mire la hora en mi reloj de mano.
-Apenas son las seis dos - lo mire irónica
-Yo soy puntual. - respondió el alzando los hombros. - Quiero que tus padres crean en mí para que te dejen salir conmigo otra vez. - Fer bajo del auto, le dio la vuelta, abrió la puerta del copiloto y me ayudo a salir. Abrí la puerta; mis padres estaban sentados en la sala, los dos abrazados con una manta en los pies, mirando una película.
-Regrese... - hable parándome detrás de ellos.
-Hola cariño. - respondió mi padre, levantándose del sofá, mi madre solo me sonrió. - ¿Cómo te ha ido?
-Muy bien...
-Aquí la tiene sana y salva. - dijo Fer entrando por la puerta
-Por un momento creí que se tomarían una hora más. - respondió mi padre irónico
-Soy responsable. - respondió Fer tranquilo
-Eso me da gusto. - mi padre se acercó él tocándole el hombro. - ¿Quisieras quedarte a cenar?
-No puedo, lo siento, me encantaría, pero le prometí a mi tía que llegaría para cenar. - respondió Fer apenado.
-No te preocupes será en otra ocasión. - hablo mi padre mirándolo a los ojos.
-Bueno, buenas noches, espero verlos pronto. - poso los ojos en mí. - Te veo en la escuela.
-Sí, ve con cuidado, buenas noches. - le sonreí mirándolo a los ojos y él se acercó para darme un beso en la mejilla.
-Buenas noches. - hablo casi en un susurro. - Que duermas bien. - me sonrió y finalmente salió por la puerta.
Subí a mi habitación para ponerme algo más cómodo, me tire de espaldas a la cama y mire al techo oscuro, este había sido un gran día. Así que era así como se sentía el sentimiento del estar enamorada. Suspire hondo y sonreí; recordé todo lo que paso hoy, por alguna extraña razón hoy no dimos oportunidad al acercamiento de un beso, como las ocasiones anteriores. Me hubiera encantado besarlo, el día hubiera sido mucho mejor si lo hubiéramos serrado con un beso, pero no fue así, me mordí el labio inferior e intente bajar de la nube y volver a tierra; pero me era imposible aquel chico realmente me hacía sentir demasiadas cosas, sentimiento que no creí que existieran en mí. Me levante y busque mi pijama, me senté enfrente de mi escritorio y abrí la laptop, entre a internet y teclee su nombre, en primera fila se encontraba la noticia que rezaba "El niño Fernando Gonzales se queda huérfano después de que su madre haya sido asesinada por su pareja". ¡Valla! Otra cosa que teníamos en común, yo también aparecía en una noticia de internet si tecleaba mi nombre, volví a bajar un poco y ahí estaba él; con una gran sonrisa al lado de América, di clic en la foto y entre al perfil de América, busque en sus amigos y si en efecto ahí estaba él, lucia muy bien en sus fotos; mire todas sus fotos antes de que mi madre me hablara para bajar a cenar. Era un chico muy atractivo.
El domingo como la mayoría de mis domingos me quede en casa, leí un libro nuevo e intente pintar algo, mi padre me dijo que me compraría un teléfono nuevo, solo le dije que podía esperar; realmente tenía miedo de que volviera a pasar lo de la última vez, sabía que América haría lo posible porque ya no pasara pero aun así tenia miedo. Cuando llego la noche, antes de dormir volví a mirar sus fotos, cerré la computadora y la deje en la mesita de noche, apague la luz y me quede mirando por un momento al techo oscuro... mire afuera, la sombra de las ramas del árbol se veían moverse
Mi alarma ya estaba sonando eran las seis en punto, me levante tome un baño he hice la misma rutina de todos los días. Me sentía feliz, me había levantado con más ánimos. Baje desayune y espere mi autobús, como todos los días anteriores América ya estaba ahí parada en el mismo lugar de siempre, todos los chicos que llegaban evitaban pasar junto a ella; se hacían aun lado como si ella tuviera mal olor o peor aún como si tuviera una enfermedad contagiosa.
-Buenos días. - dijo mirándome feliz
-Buenos días mare. ¿Cómo estas el día de hoy? - le sonreí
-Bueno, no lo sé tal vez más hermosa que ayer. - ella soltó una leve risita y me toco el hombro. - y tu ¿Cómo estás? Veo que hoy traes una actitud y una sonrisa muy diferente.
-Si - sonreí, era obvio que no podía ocultar algo así. - El sábado salí con Fer.
-Dios necesito que me lo cuentes todo. - ella me miro emocionada, América me hacía tanto recordar a Mia; cuando solíamos contarnos todo con detalle.
-Lo are. - le sonreí. - ¿Quieres entrar o nos quedaremos aquí?
-Entremos. - respondió ella caminando junto a mí, el salón estaba vacío, nos sentamos en el mismo lugar de los días anteriores, ella se incorporó para poder escuchar todo lo que tenía que contarle; era como una niña escuchando un cuento de princesas, me agradaba la idea de contarle esto a alguien, hacía mucho tiempo que no hacía algo así, me gustaba y mucho. Cuando termine de contarle todo ya habían llegado los chicos, pero aún no había señales de Fer.
-¿Ósea que no se besaron? - pregunto ella impresionada
-No. - respondí con una sonrisa
-No lo entiendo, toda una tarde juntos con varias oportunidades de darse un beso y no pasó nada. - tomo una pausa y me miro enarcando una ceja. - Eres de las niñas que no besa en la primera cita ¿Cierto?
-No. - dije seria. - Solo no paso y ya. - mire de reojo que Fer entraba por la puerta junto a Mario ambos venían riendo.
-Buenos días. - hablo con una sonrisa en el rostro y se acercó a mi dándome un beso en la mejilla. ¡Dios! Su perfume era encantador.
-Buenos días. - le devolví la sonrisa, él se sentó alado de mí y siguió hablando con Mario. Toque el hombro de América, estaba un poco entretenida mirando a Ethan. - América, creo que te toca hablar a ti, Fer me ha contado su historia y yo les he contado la mía, pero tú aun no me has dicho nada. - ella me miro atenta, soltó un suspiro y sonrió.
-Está bien, hoy en la hora del descanso te contare mi parte. - respondió ella con una sonrisa y antes de que pudiera voltearse pregunte.
-¿Te gusta Ethan? - su mandíbula se tensó, su mirada había cambiado, al parecer estaba nerviosa, pero no lo daba a demostrar al menos no tanto como yo.
-No. - balbuceo. Era evidente que sí.
-Vamos, ya somos amigas ¿no? - le sonreí esperando su respuesta ahora la niña era yo.
-Si. - deleito. - No se lo digas a nadie, nadie lo sabe hasta ahora solo tú
-Tranquila se guardar un secreto... ¿Por qué no se lo dices? - dije animada, me gustaba tanto esta sensación, ese sentimiento de sentirte feliz porque tu mejor amiga habla con el chico que le gusta, ese sentimiento de orgullo porque tu mejor amiga está cumpliendo sus sueños o metas.
-Porque no sé si él sienta lo mismo por mí y no quiero quedar como una estúpida. - me miro y antes de que pudiera decir algo ella siguió hablando. - Por ahora olvida el tema, hablaremos en el descanso de mí, de mi pasado y de todo lo que hice, luego hablaremos de nuestros gustos y de chicos lindos ok. - enarco una ceja y sonrió. - ¿Crees que Fer se te declare hoy?
-Ok. - enarque las cejas. - hablemos de eso después. - intente imitarla. - Primero hablemos de ti. - ella solo sonrió y se incorporó para poner atención a la clase.
Capítulo 20.
Las clases se fueron como agua, debía admitir que no había puesto tanta atención como debería; pensé en lo que me había comentado América "¿Crees que Fer se te declare hoy?". Solo tenía una semana de conocerlo quería darle más tiempo al tiempo para conocerlo mucho más, pero si en este momento él me pidiera que fuera su novia no le diría que no.
-¿Qué tú y Fer salieron el sábado? Mira que van muy rápido. - Mario se acercó a mí abrazándome por el cuello, aquello lo había dicho tratando de imitar el acento español.
-Déjala en paz Mario. - me defendió América, tomando sus cosas para así salir al descanso.
-América no seáis celosa que sabéis que vos sos mi mejor amiga. - su acento era realmente malo, pero él hacia un gran esfuerzo. Fer lo miro y Mario al instante me soltó, no creí que para Mario; Fer también fuera intimidante.
-Mira imbécil, en primera no tendría por qué estar celosa de ti. - América lo miro a los ojos retadora, se acercó un poco más a él y con el cuerpo bien erguido le dijo. - Y en segundo lugar tu acento esta de la mierda. - luego volvió los ojos a mí y me tomo del brazo. - Ven nena salgamos de aquí.
Deje que me llevara del brazo como una niña pequeña, me sentía bien en su compañía, hacía mucho tiempo que no sentía esta sensación de paz, tranquilidad y confianza. Extrañe a Mia en los últimos años, ya no tenía con quien hablar, ya no tenía a nadie a quien podía contarle todas las cosas nuevas que estaban pasando en mi vida, no podía hablar con nadie sobre un chico que me llamara la atención, necesitaba una compañera, necesita a alguien que me escuchará, la quería a ella de vuelta.
-Mario es así. - tomo una pausa y se acercó a la barra para pedir la comida. - Es tan molesto, no es personal, solo que no sabe convivir con las personas, es demasiado estúpido para acercarse a las personas. Con decirte que la primera vez que hablo conmigo me dijo que era tan hermosa que podría coger conmigo sin cansarse nunca. - enarque las cejas, aquello me había desconcertado. - Si lo sé, suena enfermo, pero ahora vez porque está aquí.
-Hablando del porque está aquí ya me hablaras de ti. - la mire a los ojos, ella solo suspiro y me dio la charola con mi comida, América se dirigió a una mesa, se sentó ahí y yo hice lo mismo. - Podríamos hablar de esto en otro lado no necesariamente tiene que ser aquí en la escuela si tú quieres podemos ir a...
-A mí ya no me afecta. - respondió ella interrumpiéndome con voz suave
-Está bien. - dije apenada. Ella me miro a los ojos y me regalo una sonrisa, finalmente se aclaró la garganta y comenzó a hablar.
-Yo tenía tres años cuando mi padre me separo de los brazos de mi madre, ella le imploraba día y noche que me devolviera con ella, pero él nunca le hizo caso al contrario la amenazo diciéndole que si volvía a molestarlo me mataría a mí y me mandaría en paquetería por pedacitos, a ella le dio tanto miedo así que dejo de insistir. Cuando mi padre se enteró de que mi madre había puesto una denuncia en su contra, él escapo junto conmigo y esa ocasión es cuando nos venimos a vivir acá a México. Viví mis primeros años en España (solo fueron cuatro años), en México con él viví tres años, luego volvimos a España y ahí es donde todo se puso peor. Yo ya lo había visto hacer negocios con drogas, meterse con mujeres, pero cuando volvimos a España empeoro. - tomo una pausa para tomar un poco de su jugo de manzana. - Él me utilizaba para robarle a la gente, para atraer a niños y secuestrarlos, para atraer a señoritas o mujeres para tenerles como trofeos, era pésimo, era realmente asqueroso, yo... - miro por un momento el plato de comida que tenía enfrente, su mandíbula se tensó, aquello no le dolía, no la ponía triste como a mí lo de Mia, aquello a ella le enojaba. - Yo no quería hacer aquello, pero era tan solo una niña y me manipulaba diciéndome que me compraría un helado por hacer lo que él me pedía, ¡Por un maldito helado! ¡Solo por un puto helado! Hacia todo eso, los niños enserio a veces solemos ser tan estúpidos, Dios, era un maldito jugando con la inocencia de una niña. Yo era la carnada y las personas eran los peces; yo tenía que llorar, fingir que estaba perdida y sola para que la pobre gente me ayudara, pero ojo no nos acercábamos a cualquier persona, las personas eran peces grandes, los más gordos y esas personas eran las que llevaban un auto del año, que acababan salir del banco, que llevaban cosas lujosas. - mientras estaba hablando intentaba comer un poco, era claro que aquello a ella ya no le importaba en lo absoluto. - Mi trabajo era muy sencillo, mientras yo los distraía ellos robaban el auto, si era dinero lo que tenían que robar; el trabajo era más difícil, tenía que distraerlos y llevarlos a un lugar donde no hubiera tanta gente los dejaba haciendo una llamada yo desaparecía y ellos atacaban. Cuando era más pequeña no me daba cuenta, Raúl (un colega de mi padre); siempre procuraba que yo no viera nada de lo que estaba pasando, él siempre intentaba distraerme con cuentos o haciéndome cosquillas, amaba a ese hombre porque mientras estuvo conmigo se comportó como mi verdadero padre; gracias a él, se leer, escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir, se los números, gracias a él no soy tan tonta en matemáticas y tengo varios conocimientos de historia, geografía y ciencias, cuando podía me llevaba libros para que yo los leyera y aprendiera más, por eso lo amaba tanto, me daba dulces y juguetes, él hacia todo lo que Marcos no hacía. - su voz era gélida, aquello ya no le dolía, pero sus ojos no reflejaban el brillo de todos los días. - Cuando me empecé a dar cuenta de lo que hacía fue cuando cumplí los diez años, le dije a Marcos que ya no lo haría, pero él me obligaba, él sabía que yo amaba a Raúl más que a él así que para que yo hiciera lo que él quería; me amenazaba diciéndome que mataría a Raúl. Cada vez las cosas iban creciendo, era más complicado; tenía que atraer a niños para secuestrarlos y pedirle dinero a los padres. - respiro hondo, agacho la mirada y movió la cabeza dos veces de un lado a otro. - Me sentía como una basura, ellos me daban su confianza para jugar conmigo, para que fuera su amiga y yo los traicionaba, sé que no era mi culpa, que era obligada hacer aquello, pero no supe que hacer, veía como los niños lloraban todos los días por querer ir a casa, por estar lejos de sus padres. - volvió a tomar una pausa, trago saliva, alzo la mirada pero esta vez no me miro, solo miraba a la nada. - Cuando Raúl decidió alejarse de todo, también decidió dejarme a mí, le rogué que no me dejara, que me llevara con él, que por favor hiciera algo, pero él sabía y yo también sabía muy en el fondo que él no podía hacer nada por mí. Aquello ha sido lo que más me ha dolido en la vida, él era como un padre para mí y por culpa de Marcos tuvo que dejarme y yo tuve que olvidarme de él, me sentí tan sola, desde ese entonces sabía que ya no tenía a nadie, que ya nadie me protegería y que tenía que hacer algo por mí misma. Nunca me falto de comer, nunca me falto ropa ni zapatos, pero si me hizo falta todo lo que ser humano necesita; amor, cariño, me hizo falta tanto aquello, Raúl me decía todos los días lo mucho que me amaba, lo hermosa que era y que para él yo siempre seria su niña y desde que él se fue todo aquello ya no existía más para mí, alguna parte de lo que soy ahora se lo debo a él. - agacho la cabeza y sonrió, después volvió a mirarme, se aclaró la garganta y su mandíbula volvió a tensarse. - Hay una imagen que tengo muy presente y por más que he querido olvidarme de aquello no puedo, lo tengo tan marcado que podría verlo como si estuviera pasando otra vez; era viernes, ya era algo tarde, yo me encontraba leyendo el último libro que Raúl me había regalado, cuando tocaron a mi puerta, yo abrí y un hombre alto con barba y un poco moreno me dio una bolsa y un refresco de Burger King, (ese hombre trabaja con mi padre, la verdad no recuerdo su nombre), la bolsa traía una hamburguesa, papas y un helado; aquello era mi cena, volví a cerrar mi puerta, decidí cenar antes, no quería que mi hamburguesa se enfriara así que me senté a cenar, en esa ocasión fue la primera vez que llore por extrañar a alguien, fue la primera vez que llore por sentirme tan sola, la primera vez y la única que llore con tanto sentimiento, estaba una niña sola sentada en su cama, mordiendo su hamburguesa. - tomo una pausa y suspiro, sus ojos brillaban, quería llorar. - Desde que Raúl se fue no era la primera vez que cenaba sola, pero aquella ocasión me dio por llorar, porque recordé a Raúl sentado junto a mí, contando cualquier cosa, mientras me acompaña a desayunar, a comer o a cenar. - su voz era cada vez más átona. - Era como un perro de pelea, me tenían encerrada, me alimentaban bien y me sacaban cada vez que iban a utilizarme, desde que Raúl se fue mi vida cambio totalmente, era literalmente una mierda, odie mi vida, odie a Marcos, odie a Dios porque me hacia todo aquello. - se aclaró la garganta y suspiro intentado no llorar. - Cuando termine de cenar, volví a tomar mi libro, escuche, gritos, y jaloneos, pero eso para mí era normal, pensé que solo había traído a alguien más para secuestrar y pedir dinero. Pero no fue así, tal vez por una media hora todo se quedó en silencio, pero después se escucharon gritos de una mujer, jaloneos, risas, groserías, la mujer gritaba, lloraba, se quejaba, y todos reían, eso ya no era normal, así que decidí salir e ir a ver qué era lo que pasaba, Marcos me prohibía entrar a su oficina y era el único lugar donde no tenía que entrar, podía entrar al cuarto de las personas que secuestraban pero no podía hablar con ellas era la única habitación que era demasiadamente grande, aquella ocasión esa no era su oficina era el cuarto de las víctimas, así que se me hizo fácil abrir la puerta. - volvió a mover la cabeza, y apretó sus puños con fuerza. - Todos estaban fumando, tomando, estaban alrededor de la colchoneta donde estaba la chica, todos alrededor mirando como abusaban de ella, como si fuera un maldito espectáculo, se reían mientras ella lloraba, mientras suplicaba que la dejaran, por lo que vi todos abusaron de ella, cuando Marcos se dio cuenta que yo estaba ahí, me saco de un empujón y me grito que volviera a mi habitación, cerró la puerta detrás de sí y yo corrí a mi habitación, cerré la puerta y me acosté a llorar, aquello ya era demasiado. - no quería llorar, pero sus ojos brillaban y comenzaba a sollozar. - Quería el abrazo de alguien, quería que alguien viniera y me dijera que todo iría bien, que no me pasaría nada, que me sacaría de ahí, pero estaba sola, no había nadie para mí, aquella noche llore hasta quedarme dormida. A la mañana siguiente me desperté mire al techo y decidí que eso sería todo, pensé en un plan y solo esperaba que todo saliera bien. - volvió a suspirar, miro el reloj de su muñeca izquierda y volvió los ojos a mí. - Si quieres seguir con esto tendremos que saltarnos la clase del profesor Charly.
-Sí, no importa. - la mire a los ojos, ella tomo su celular y comenzó a teclear, al parecer escribía un mensaje.
-Bien, solamente espere hasta que llegara un niño nuevo, paso solamente un día, para volver a trabajar y atrapar a otro, cuando el niño llego comencé mi plan, espere que se hiciera de noche, que todos fueran a dormir, escribí una nota donde decía lo que pasaba, escribí la dirección y pedía que por favor me ayudaran a salir, me acerque a él le dije que todo estaría bien, que nadie le haría daño, le dije que metería la nota en la bolsa de su pantalón y que por favor cuando volviera con sus padres se las diera; para que ningún niño vuelva a sufrir lo mismo que él y para que ayudara a salir. - bajo la cabeza nuevamente. Esto no me gustaba, nunca me ha gustado ver a las personas que quiero; sufrir. - Llorando me dijo que por favor lo ayudara, lo único que hice fue decirle que todo estaría bien y que si no hacia lo que le pedí él volvería a estar ahí. - tomo una pausa, alzo la cabeza y suspiro. - Así que llego el día, el niño se fue... y enserio rogué porque aquel niño hiciera lo que le había pedido. - se aclaró la garganta, su voz era cada vez más suave, creo que había llegado a su parte favorita, porque se había relajado demasiado. - Pasaron cuatro horas después de entregar al niño y recoger el dinero, estaba ansiosa, mi corazón estaba acelerado, mi pecho estaba agitado, tenía esperanza en que por fin saldría de aquel infierno, estaba feliz... no me preocupaba ni tampoco me sentía mal por Marcos, ahí ya no había nada que me importara, Raúl ya no estaba y Marcos... Marcos nunca fue un padre para mí. Podía ver su gran sonrisa en el rostro, podía ver como festejaban que todo había salido bien, que el dinero que habían pedido se los habían dado y también pude ver la cara que puso al darse cuenta que estaba rodeado y que esta vez no tendría escapatoria; esa fue una de mis mejores sensaciones, mirarlo a los ojos y ver su cara de amargura, estaba desconsolado, sabía que ese sería su fin. Cuando los policías llegaron, apresaron a todos los cómplices de Marcos, revisaron toda la casa y finalmente entro una mujer alta, delgada de cabello castaño y ojos azules, se acercó a mí y me abrazo me dijo que ya todo iba estar bien, me llevo con ella. Me quede (tal vez como una hora) en una oficina, ahí espere a que alguien fuera a hablar conmigo, me sentía feliz, estaba ahí afuera pero no era solamente para atrapar a alguien, estaba ahí porque sería libre al fin. La mujer que me abrazo llego a la oficina, se sentó me dio un jugo de Manzana y me miro a los ojos, suspiro y dijo "Mi nombre es Alexandra, tu puedes llamarme Ale", su voz era dulce y siempre te hablaba con una sonrisa en el rostro. "Toma tu jugo, mientras bebes tu jugo yo te haré unas preguntas, puedes responderme si te sientes cómoda de lo contrario solo di paso. Ok". Lo único que hice fue mirarla a los ojos y dije "le contare todo", sabía cuál era su trabajo y sabia porque estaba ahí, así que simplemente hable de todo lo que vi, de todo lo que hice, simplemente de todo lo que tuve que vivir. - volvió a aclararse la garganta, me miro con una media sonrisa y se acomodó recargando sus brazos en la mesa. - Me quede una semana en un centro para niños huérfanos, toda esa semana tenia que ir a juicio, al final decidieron que me dejarían libre porque todos los actos cometidos fueron obligatorios y no por voluntad propia, podía considerarme como su cómplice pero siempre fui obligada hacer todo aquello y básicamente era una niña. Pero limpia no me fui, tenía que hacer servicio comunitario por un año y no podía salir del país durante ese transcurso de tiempo. - suspiro hondo, sonrió para así misma y sin mirarme siguió hablando. - Cuando mi tía con la que vivo actualmente se enteró de lo sucedido hizo lo posible por ir a España, me busco hasta encontrarme, me dijo que me llevaría con ella, tenía miedo, ya no podía confiar en nadie, me dijo que no me haría daño que ella era la hermana de mi madre, me lo explico todo y al final accedí. Viví un año y dos meses en el orfanato, tenía catorce años cuando salí de España. Nunca me arrepentí de haber tomado la decisión de delatar a Marcos, de haberme venido a vivir a México. - me miro a los ojos, me sonrió y soltó un suspiro. - Adaptarme al acento mexicano me costó trabajo, creí que sería difícil entrar al colegio sin haber estudiado antes, pero no fue así, me hicieron exámenes durante una semana y me dieron mis papeles; de kínder, primaria y entre a la secundaria, los conocimientos que tenía eran los básicos y mi tía les hablo de lo que pase y es por eso que me dieron esa oportunidad. Tiempo después me entere de que mi mamá murió en un accidente automovilístico, tenía la esperanza de volverla a ver, pero lamentablemente no fue así. Después de eso mi vida ya no se complicó, hasta que llegue a esta preparatoria, el director Julio me hizo recordar todo, pero como dice Fer todo fue para bien, mejoro mi forma de expresarme, hacer más abierta y más sociable. - me sonrió y mirándome a los ojos dijo. - Y bien, por mi parte es todo.
-Wau y yo creí que lo que yo viví era demasiado terrible.
-Y lo es, solo que algunos hemos vivido cosas más fuertes que otros. - Miro el reloj de su muñeca y sonrió. - Es la hora de irse. - Se levantó de la silla contenta, tomo sus cosas y caminamos juntas a la puerta de salida. Estaba realmente sorprendida, ella era tan fuerte, en ningún momento había soltado una lágrima, había contado una parte horrible de su vida y ahora estaba feliz. Ella entendía muy bien la frase "La vida sigue sin importar que, el tiempo seguirá pasando aun que tú te detengas".
Capítulo 21.
Cuando llegamos a lado de los chicos, mire que Fer reía junto a Mario y Matías, Fer al ver a América, me busco con la mirada y sus ojos se encontraron con los míos, me sonrió y con cautela se acercó a mí.
-No creí que fuera de ti saltarte las clases. - sin quitarme los ojos de encima y sin dejar de sonreír, tomo un mechón de mi pelo y lo coloco detrás de mí oreja con delicadeza.
-No lo es, pero esta ocasión lo ameritaba. - le sonreí, sus ojos cafés eran realmente hermosos, tenerlo tan cerca me hacía querer estar entre sus brazos.
-¿América te contó todo? - había observado que hoy también traía puesto su anillo, su cabello estaba un poco despeinado y tenía un pequeño rasguño en el cuello.
-Si así es. - respondí con voz suave.
-Bueno... - se aclaró la garganta. - Ahora ya sabes la vida de ambos.
-Sí y me siento bien, ahora si siento que los conozco. - él solo sonrió. América se acercó a nosotros con sigilo, mire que Don Franco se aproximaba para abrir la puerta. Los tres salimos de ahí sin decir ninguna palabra, Fer se quedó junto a mí para esperar el autobús y América de despidió de ambos.
-Por cierto, se me olvidaba, mañana trae ropa cómoda como un pants o algo así para hacer ejercicio. - enarque las cejas y ella sonrió. - Nos toca una clase de deportes, nos vemos mañana. - se dio la vuelta y siguió su camino.
-Antes de que venga tu camión, quería darte esto. - saco un cuadrito de papel, al parecer era una carta, me la extendió con una sonrisa, sus mejillas estaban ruborizadas. - Quiero que lo leas en tu casa, puedes darme tu respuesta mañana en persona, oh puedes marcarme al número que está ahí anotado.
-Está bien. - sonreí, quería lucir tranquila pero no podía estaba sonriendo como una idiota, había dicho "puedes darme tu respuesta", eso me emocionaba tanto. - Puedo preguntar ¿Qué te paso en el cuello? - soltó una risita nerviosa, mire que el autobús ya venía, tome la carta y la guarde en la bolsa del pantalón. - Te veré mañana ten linda noche. - le di un beso en la mejilla.
-Tú también ten linda noche. - me susurro al oído. - Y no es nada importante te cuento mañana. - respondió apurado. Subí al autobús y me senté pensando en lo lindo que se veía hoy, me daba vergüenza pensar en que todos me miraban por la sonrisa de tonta que llevaba en el rostro.
Cuando llegue a casa, lo primero que hice fue subir corriendo a mi habitación, tire mis cosas, saque la carta y me senté en la cama a leerla...
"Podría iniciar diciéndote lo hermosa que eres, los lindos que son tus ojos color avellana, lo deseables que son tus labios, pero ya tendré oportunidad de decírtelo de frente. Hace tiempo no me siento a escribir, hace tiempo no pienso en alguien como pienso tanto en ti, creí que podría sobrevivir mucho tiempo sin enamorarme de alguien pero desde que te conocí ahora me doy cuenta que ya no, me daba miedo abrir mi corazón y ser rechazado, sé que aparento ser rudo enfrente de los demás, pero en el fondo también me dan miedo algunas cosas, sé que pensaras que soy patético y si así es; lo soy pero seré el patético que te hará reír todos los días, seré el patético que te amé y que estará ahí cada vez que lo necesites, nunca he sabido como acercarme a alguien y es por eso que te he escrito esta carta, me he sentado en medio de la noche a abrirte mi corazón y decirte lo mucho que me gustas, lo hermosa que luces cada vez que sonreís, lo feliz que soy al verte todos los días al entrar al salón, tal vez no lo sientas pero tus labios están hechos para besarse con los míos... está bien eso fue una broma. Jess nunca había sentido algo así por alguien más, siempre creí que en una mujer buscaría el amor de mi madre pero ahora que te conozco, ahora que conocí a una mujer tan bella como tú, cuando te sentí tan cerca de mí, me di cuenta que de verdad te quiero, te deseo, me gustas y me encantaría tener una relación contigo. Si me aceptas puedes decírmelo mañana mirándome a los ojos, atreviéndote hacer lo que yo no hice, si a ti también te da pena puedes marcarme. Si no sientes lo mismo que yo, también dímelo sin miedo. Te mando un beso y un abrazo con cariño Fer."
Sonreí, mi corazón estaba al mil, quería gritar, brincar de la emoción, Dios me sentía tan estúpida, debía admitir que me sentía la chica más feliz de todo el mundo, volví a doblar la carta y la metí en mi caja especial de recuerdos, respire hondo, quería correr a contarle a alguien lo que estaba pasando justo ahora dentro de mí, pero debía esperar hasta mañana para contárselo a América. Haría lo que él no se había atrevido hacer, lo miraría a los ojos y le diría que sí, que si acepto tener una relación con él, luego me acercaría a él y lo besaría, pasaría mis manos por su cuello y él me tomaría entre sus brazos, me pegaría más a su cuerpo y sentiría el calor de su pecho... ok Jess basta. Baje a prepararme algo de comer, me era difícil el no pensar en él, y en lo lindo que se veía enfrente de mi entregándome su carta. La tarde paso rápido, había comido hasta llenarme, había hecho mi tarea, vi una película esperando que mi papá o mi mamá llegaran del trabajo, ya eran las nueve de la noche, apague el televisor y me subí a mi habitación, me puse la pijama y me recosté en la cama, mire el techo oscuro, la sombra de las ramas del árbol se reflejaban en las cortinas de mi ventana, afuera estaba haciendo aire, pensé en que pudo haberle pasado en el cuello a Fer, tal vez había peleado con Abraham o había estado jugando con Mario y Matías, el rasguño no se veía grave pero si era algo grande, podía verse desde el cuello hasta el pecho. Que importaba mañana me contaría... cerré por un momento los ojos, los volví abrir de golpe cuando escuche un pequeño golpe en el crista de mi ventana, por un momento creí que sería la rama del árbol, pero luego recordé que el árbol está a tres metros de la ventana, volvió a escucharse; era el ruido de una piedrita aventada desde abajo, abrí la ventana y me asome había alguien ahí abajo, me limpie los ojos, era Fer; llevaba puesta la misma ropa que tenía esta mañana, su cabello esponjado por el viento, sin decir nada comenzó a subir hasta llegar a la altura de la ventana, ¿Cómo era capaz de hacer aquello? Y ¿Por qué estaba aquí ahora tan noche? Me hice a un lado para que pudiera entrar, tenía un mechón de cabello en la frente, me miro a los ojos y me sonrió con malicia, se acercó a mí con brusquedad me tomo de los hombros y me arrojo a la cama.
-¿Qué haces? - pregunte desconcertada pero él seguía sin decir ninguna palabra, se subió encima de mi dejándome sin poder moverme, me beso bruscamente, había agarrado mis manos, no podía moverme él era más fuerte que yo, ato mis manos con el cordón de su sudadera, esto no podía estar pasando, mi primera vez no podía ser así, él no podía estar actuando de esta manera, en su carta era romántico y ahora se comportaba como un salvaje, tenía miedo, mi corazón estaba acelerado, quería gritar y llorar, pero estaba sola sabía que nadie podría venir a salvarme. - ¡Fer! ¿Qué estás haciendo? ¡Por favor déjame! - seguía sin contestarme, se aseguró de que mis manos estuvieran bien atadas, me tenía entre sus piernas, se levantó sentándose en mi vientre. Me había mentido, no era un chico lindo, ni tierno, ni amoroso, había aparentado algo que no era, aquello me había partido el corazón, comencé a llorar. - ¡Basta! Fernando ¡Ya basta! - Comenzó a reírse con malicia, aquella risa, esa maldita risa, con la mano derecha se agarró la parte de la papada y comenzó a quitarse aquello como si fuera una máscara... ese hombre no era Fer... era Orlando, grite, grite lo más fuerte que pude, esto no podía estar pasando, me sentía desesperada, tenía miedo, estaba llorando, volví a gritar hasta que escuche la voz de mi papá...
-Hey, no pasa nada, todo está bien, todo está bien solo fue un mal sueño. - mi padre se sentó en el borde de la cama y me abrazo, abrí los ojos, todo había sido un sueño, estaba empapada en sudor y aún seguía llorando. Tenía miedo, mi corazón seguía acelerado. Era una mala jugada de mi subconsciente; mira que meter al chico que me gusta en lo que más le temo, sin soltarme de los brazos de mi padre mire el reloj, faltaban tres minutos para que mi alarma comenzara a sonar. Mi padre me dio un beso en la frente, me miro a los ojos y me regalo una sonrisa.
-¿Estas mejor? - la manera en como solía mirarme hacia que sintiera que estaba protegida. Solo asentí con la cabeza volvió a besar mi frente y con voz suave dijo. - Bueno entonces deberías irte a bañar. - le sonreí, volvió a mirarme y antes de salir parado desde la puerta moviendo los labios dijo "Te amo". Respire hondo, Salí de la cama, junte mis cosas y me metí a bañar. Podía jurar que aquel sueño podía verse tan real, la imagen de Fer encima de mí mirándome con malicia; no podía salir de mi mente. Mientras cepillaba mi cabello frente al espejo me di cuenta que tenía un pequeño rasguño en el pecho, no era grave ni tan grande se veía como el que tenía Fer en el cuello. *Debí hacérmelo mientras me bañaba* pensé, aliste mis cosas y baje a desayunar, aun me sentía aturdida, me sería imposible mirar a Fer a los ojos.
-Hoy te llevare yo. - hablo mi padre mirándome con una sonrisa
-No es necesario. - respondí con amabilidad. - Estoy bien enserio, solo fue un mal sueño
-No te lo pregunte cariño, así que desayuna y ponte un abrigo porque afuera está haciendo un poco de frió. - le sonreí y el me devolvió la sonrisa, comencé a desayunar y terminando me fui a lavar los dientes, antes de salir tome mi abrigo negro que me llegaba arriba de las rodillas. La mañana estaba nublada y hacia demasiado frió, como era de esperarse en los días de octubre. Cuando llegamos note que América ya estaba ahí como todos los días, me despedí de papá y baje del auto. América hoy llevaba puesta una chamarra color vino que igual que mi abrigo le llegaba arriba de las rodillas.
-Buenos días. - hablo con voz suave.
-Buenos días. - le respondí acercándome a ella, la salude con un beso en la mejilla y ella hizo lo mismo. - ¿Quieres que entremos?
-Si... Dios - se quejó. - Solo espero que haya dentro haga menos frió.
-Adivina que... - hable deleitada.
-¿Qué? - pregunto ella con una sonrisa, entrando al salón, se sentó en el mismo lugar de siempre y se incorporó para así mirarme. - Creo que ya se lo que vas a contarme. Lo quiero todo con lujo de detalle no omitas nada ok. - me miro con ansias y sonrió extasiada.
-Bueno... ayer Fer me entrego una carta, diciéndome lo que sentía por mí, me escribió que le gustaba, que me quería y que me deseaba... - ella se hizo hacia tras, sonrió con picardía y me hizo una señal para que continuara. - Me dijo que podía darle la respuesta hoy atreviéndome hacer lo que él no hizo; mirándolo a los ojos y diciéndole que si o que le marcara y escribió su número al final de la carta.
-Y ¿Qué fue lo que pensaste? ¿Le marcaste? O le dirás que si hoy. - se veía como una niña a punto de saber cuál será el regalo de cumpleaños que le darán sus padres.
-Lo mirare a los ojos y le diré que sí. - antes de que América pudiera decir algo Dominik junto a Marlene y Aidé, entraban por la puerta riendo a carcajadas.
-Buenos días a ambas. - dijeron los tres mirándonos sin dejar de reír.
-Buenos días. - respondimos al unísono, los tres se miraron y volvieron a reír.
-¿Qué es tan gracioso? - pregunto América mirándolos seria.
-A Marlene la asusto don Franco, fue muy gracioso. - dijo Aidé riendo.
-No tanto ya dejen de reírse. - bufo Marlene.
-Hace un rato te estabas riendo porque ahora ya no. - Dominik la miro serio. - No empieces con tus histerias.
-Dominik tiene razón, tómatelo con calma. - Aidé intento tomarla del hombro pero Marlene se apartó.
-No te preocupes Marlene. - hablo América. - A mí también me da miedo don Franco.
-¡Uy! Rápido chicos hay reunión. - Mario entro por la puerta con mucha energía, aquí venia él. Mire de reojo a la puerta y si en efecto venia junto con Matías y Agnes, hoy traía puesto un pants negro, playera blanca, sudadera negra y los clásicos tenis Vans color negro con una franja blanca cruzada en medio, se había cortado un poco el cabello de los lados y había peinado la parte de arriba de sus rulos.
-¿Por qué no esperaron a que todos llegáramos? - hablo Fer divertido.
-No es nada importante Fer. - respondió Marlene sonriéndole nerviosa, oh ¡vaya! No sabía si era idea mía o lo que estaba viendo era real; a ella también le gustaba él. Mire que venían más personas, era Ethan alado de Iban, Daniel, juan y Geraldi. Estábamos casi completos faltaban tres chicas.
-¿Hay junta? - pregunto Geraldi acercándose al medio circulo que habían formado los chicos.
-No hay nada. - respondió exaltada Marlene. - Porque no se van todos a sentar ya.
-Tranquila histe, respira hondo. - Mario se acercó a ella intenta tranquilizarla, toco su hombro izquierdo y ella lo miro furiosa.
-No me toques, ve a tu lugar ya. - Marlene tomo su lugar y Mario solo la miro marcharse.
Después de aquello todos tomaron su lugar no pasaron más de tres minutos cuando por la puerta entro Abraham junto a las tres chicas que faltaban; Cloe, Astrid y Abi. Hubo cinco minutos de silencio y luego entro por la puerta el profesor Charly, hoy Fer no se había acercado a mí para saludarme, tal vez porque desde que llego había estado evitando que su mirada se encontrara con la mía. Después de tener dos horas de Bilogía con el profesor Charly, vino la profesora Camila para darnos la clase de inglés, finalmente tomamos clase de Economía con la profesora Alejandra. No quería que llegara aquel momento pero al fin había llegado; el descanso, mire que Fer se acercó a América y le susurraba algo al oído, después de eso ella salió alado de Mario, esta vez no me había esperado como todas las ocasiones anteriores, estaba agachada cerrando mi mochila, la tome para colocarla en mi hombro y cuando volteé Fer ya estaba ahí, mire a mi alrededor y para mi sorpresa ya no había nadie en el salón.
-Es idea mía o has estado evadiéndome. - me miro a los ojos, baje de inmediato la mirada, estaba serio su mirada era la misma que había visto en aquella ocasión; cuando salí del baño y me acorralo por haber pronunciado su nombre en voz alta.
-Es idea tuya. - argumente tratando de parecer tranquila.
-Te dije que si tu respuesta era un no, podías decírmelo no tienes por qué estarme evadiendo. - se quejó con un toque de tristeza en su voz.
-Es que esa no es la respuesta que iba a darte, he tenido un sueño y no había querido ni siquiera mirarte a los ojos. - alce la mirada y al fin lo mire directamente a los ojos, él estaba sonriendo.
-¿Soñaste conmigo? - hablo asombrado. - ¿Puedo saber qué fue lo que soñaste? Si me lo cuantas estará bien y si no me lo cuantas también estará bien porque podre imaginarme que fue lo que soñaste y por eso no me lo abras contado porque te da pena.
-No quiero que te imagines nada. - me reí. - No voy a contarte mi sueño porque no fue lindo al contrario creo que fue un mal sueño. - la sonrisa se le había borrado del rostro.
-Oahu. - tomo una pausa. - Así que la chica que me gusta tiene pesadillas conmigo.
-No eso no quise decir... yo... ah tal vez te lo cuente en otra ocasión... - vamos Jess donde estaba el decirle que sí y besarlo para poder sentir el calor de su pecho.
-Bueno está bien, solo espero que no sea nada malo. - soltó un suspiro y me miro. - Me darás la respuesta porque creo que si no hablaste ayer es porque hoy me darías la respuesta. - seguía mirándome atento, suspire, estaba nerviosa.
-La respuesta es sí. - lo mire a los ojos, podía sentir ese deseo de lanzarme entre sus brazos y besarlo hasta quedarme sin aliento, pero mi cuerpo no reaccionaba.
-Entonces desde ahora ya eres mi novia. - susurro acercándose a mí, con su mano derecha me tomo de la cintura y me acerco más a él, bajo un poco su cara hacia la mía, podía sentir su aliento, despacio junto sus labios con los míos, al fin podía sentir el rose de sus labios, enrede mis manos en su nuca, sus manos se aferraban a mi cintura, podía sentir el calor de su pecho, sus labios eran suaves, su beso era dulce, cálido, era tan inefable. Cuando el beso termino junto su frente con la mía, nos miramos a los ojos y ambos sonreímos como si hubiéramos tenido una victoria. Ambos salimos al descanso para comer algo, mire que América estaba sentada en la misma mesa de ayer, me acerque a ella para contarle lo que había pasado pero ella me miro de forma inquietante.
-¿Estas bien? - pregunte sentándome a su lado.
-Tengo que decirte algo. - hablo un poco alarmada. Su mandíbula se había tensado, esto no me gustaba.
Capítulo 22.
Lo que veía en sus ojos no me gusta en lo más mínimo, era una combinación de miedo, tristeza y pena. Venia de besar al chico que me gustaba, estaba feliz por al fin obtener el beso deseado, pero ver los ojos de América había provocado que todo aquello se fuera y solo me concentrara en lo que ella tenía que decirme.
-América. - hable con voz átona acercándome a ella despacio.
-Lo que sea que te diga, tú no tienes nada que ver en esto y no es tu culpa. - tomo una pausa y mirándome a los ojos dijo. - Orlando murió. - lo había dicho sin tartamudear, solo lo había soltado así sin más. Cerré los ojos intentando asimilar lo que había escuchado, no me dolía; pero aquello no me lo esperaba. Me senté despacio, América seguía ahí mirándome atenta, por la expresión que tenía en el rostro supe que no me veía muy bien. Él podía tener apenas veinte años, había estado en la cárcel y ahora estaba muerto.
-¿Qué paso? - era la voz de Fer, pero era como si estuviera encerrada en un frasco de vidrio, sus voces y cualquier cosa que estuviera pasando me era difícil escucharla. No podía argumentar nada, ni siquiera sabía que decir, ni que pensar. América se acercó aún más a mí y dijo algo que no había podido entender. Fer se inclinó alado de mí, tomándome de la mano.
-Jess, no es culpa tuya. - mire a América que seguía mirándome con esos ojos miel, estaba preocupada y aquello me había resultado muy lindo.
-¿Qué fue lo que paso? - fue lo único que pude haber dicho.
-Los presos se enteraron de lo que hizo y abusaron de él, lo trataron como a una sumisa y... bueno él no lo resistió. - mi padre había dicho que los hombres como él no podían tener una muerte fácil. Y si él antes de morir sufrió lo mismo que había sufrido Mia; me sentiría mejor. - En verdad lo siento.
-No tienes porque. - dije mirándola, le sonreí, intentando volver. Me preguntaba si la madre de Mia ya se habría enterado de la noticia. - Eso pasaría tarde o temprano.
-Rodrigo murió por lo mismo. - hablo Fer tomando una silla y sentándose alado de mí. - Él también se suicidó por todo lo que le hacían, prácticamente él era para todos la muñeca de hule que puedes usar cuando quieras. Llego un momento que no pudo resistirlo y se suicidó. - Fer hablaba aquello como si fuera cualquier tema, un tema de esos que no tienen mucha importancia pero lo mencionas solo para hacer platica y era obvio que a él eso no le importaba no después de saber que el hombre que asesinó a tu madre murió por haber sido violado miles de veces.
-¿Estas bien? - pregunto América acariciando mi mano derecha.
-Si. - respondí intentando parecer tranquila, intente sonreír para que ella dejara de preocuparse, pero a quien engañaba aquello de verdad no lo esperaba. Él había matado a mi mejor amiga, la había hecho sufrir y ahora él había muerto por haber sufrido lo que ella sufrió junto a él. No me sentía feliz porque a mí no me correspondía decidir cómo es que deberían morir las personas, porque era diferente, porque no era igual a él. Pero muy en el fondo había un sentimiento muy pequeño en mí; que se alegraba de que él estuviera muerto y de que haya muerto por haber sido maltratado como él alguna vez maltrato a una niña. Mire a América que seguía consternada por mi expresión. - Fer y yo ya somos novios. - dije de repente. Quería apaciguar su preocupación, ella me miro y sonrió aliviada.
-Por un momento creí que jamás escucharía eso. - respondió con una risita de burla. - Si me lo cuantas todo a detalle me sentiré mejor. - me miro enarcando el entrecejo, esperando mi respuesta, pero antes de que pudiera decir algo Fer respondió.
-Me metió la lengua cuando la besa, fue muy excitante. - Fer había dicho aquello con una combinación de ironía y sarcasmo.
-Dios. - dijo América asombrada. Luego miro a Fer con cara de asco. - Esos detalles no los quiero oír
-Dijiste que querías todo a detalle. - hablo él en tono de burla.
-Calla, deja que me lo cuente ella, ella es más dulce y romántica para contarme las cosas. Porque no vas a contarles a tus amigos que ya tienes novia, mientras ella le cuenta a su amiga que ya tiene novio. - lo miro enarcando una ceja, Fer la miro con una pequeña sonrisa.
-Eres tan linda. - indico con un tono de vos de resignación, se levantó de donde estaba me dio un beso pequeño en la frente, le dedico una sonrisa a América y se fue. América me miro ansiosa, le conté todo lo que había pasado en el salón con Fer.
-No le metí la lengua. - mencione al final y ella soltó una carcajada. Espere junto a América al profesor de deportes, ella me había explicado que cada tercer semana del mes nos tocaba las ultimas clases de deportes, lo cual era divertido porque no habría que estar dentro del salón. Cuando el profesor de deportes llego nos pidió que lo siguiéramos; era un hombre de cabello negro, joven (tal vez de unos veintiocho años), delgado, alto y de tez güera. Nos llevó al área de gimnasia (área que nunca me imaginé que existiera), había aros, barras, colchonetas y trampolines para caer en una piscina llena de esponjas.
-Hoy trabajaremos en los brazos. - hablo el profesor con voz suave. - Una fila mirando hacia mí por favor. - todos se formaron, América era la primera, yo alado de ella y Fer al lado de mí, de él seguían sus amigos. El profesor nos miró con detenida atención a todos, inicio con Dominik y poso los ojos en mí. - Alumna nueva. - dijo con una sonrisa en el rostro. - Bienvenida mi nombre es Cesar y el tuyo es.
-Jessica. - respondí con una sonrisa, tal vez si no fuera por los braquetes y por las marcas de los granos en sus mejillas podía decir que era lindo.
-Muy bien. - asintió y siguió la mirada hasta terminar con América. - Veo que todos seguimos igual, solo una más. Ok. - pronuncio y dio una aplauso que hizo que resonara en todo el salón. - Haremos lo mismo de siempre, corremos cuatro vueltas alrededor de esta pista y pasaremos al calentamiento de los brazos. - todos asintieron y comenzamos a correr. Dios hacía ya demasiado tiempo que no hacia ejercicio y haber corrido cuatro vuelas a una cancha de me había hecho querer ir corriendo a enfermería. Después de haber corrido, nos formamos nuevamente, nos pidió que giráramos los brazos de adelante hacia atrás y nuevamente de atrás hacia delante; como si nos preparáramos para nadar, después nos pidió hacer lagartijas, o al menos hacer el intento de ellas. Para Fer era claro de que aquello no era difícil, mire que Dominik se había quitado la sudadera negra que llevaba puesta, la playera azul marino que llevaba hacia lucir la figura de su pecho y sus brazos, él y Fer parecía tener el mismo cuerpo. Cuando terminamos los ejercicios el profesor nos dejó hacer lo que quisiéramos. América y yo nos detuvimos un momento para tomar aire, nos sentamos en las colchonetas y tomamos un poco de agua del garrafón que se encontraba ahí. Observe que los demás se esparcían para hacer diferente actividades; Fer, Mario y Matías; hacían ejercicios en la barra, Ethan, Dominik y Daniel practicaban sus volteretas, mientras Iban y Juanpa los veían, Aidé, Agnes y Geraldi; practicaban saltos en el trampolín, Cloe, Astrid y Abi; había desaparecido, por la puerta de donde habíamos entrado. Matías y Mario ya habían hecho suficiente ejercicio, cuando fue el turno de Fer; podía observar cómo se le marcaban las venas de los brazos, sus bíceps parecían romper la playera blanca que llevaba puesta, podía ver la parte de su abdomen en donde la playera se le había alzado un poco, el pants negro no estaba abajo lo suficiente para poder ver el tatuaje que tenía.
-Puedo traerte una cubeta o una toalla si tú así lo prefieres. - menciono América irónica, al parecer me había observado cómo veía a Fer.
-No así estoy bien. Puedo controlarlo. - formule entre risas, ella me miro y luego soltó una carajada.
-Dios, eres tan linda. - vocifero sin dejar de mirarme. - Lo siento pero no pude evitar observar cómo te lo comías con la mirada, no te culpo si yo fuera tú también lo haría.
-Oh pero mira nada más quien se les acaba de unir. - mire que Ethan se unía a Matías y a Mario que observaban con detenida atención como Fer hacia sus ejercicios.
-El show acaba de comenzar. - voceo América con una risita picara.
-¿Cómo es que si eres así tan espontanea, tan libre, no puedes acercarte a él con un apego más del de una amiga? - la mire esperando su respuesta. Ella seguía observando a Ethan, Fer ya había terminado y se había unido a la conversación de los demás. Ella soltó un suspiro y al fin me miro.
-Me da miedo. - hablo con voz monótona. - Me da miedo a ser rechazada, él me gusta pero y si yo no le gusto a él.
-Lose. - pronuncie aquellas palabras con un poco de tristeza, sabía lo que ella sentía. - Pero lamentablemente es el riesgo que tenemos que correr, si es difícil enfrentarse a una desilusión como esa, pero no podemos hacer nada, no podemos quedarnos ahí solo porque alguien nos rechazó o algo así.
-Ya lo sé. - dijo con un poco de pesadez en sus palabras, su atención había regresado a Ethan. - Pero no me atrevería a decirle algo así como "Oye me gustas".
-Pues no pero puedes darle una atención diferente, para que el vea que tú tienes esa atención hacia él, bueno al menos que sea muy tonto para no darse cuenta. ¿Cómo sabes que no le gustas? Eres muy hermosa América.
-Gracias. - respondió sin ganas. - Pero es que me habla muy poco, lo he visto mirarme en algunas ocasiones, pero eso hoy en día ya no significa nada.
-Y si realmente le gustas, pero al él también le da pena acercarse a ti. - no hubo respuesta, mire que los chicos se acercaban a nosotras, Ethan venía con ellos, los risos de Fer se había alboroto un poco, sin importar que estuviera sudado quería abrazarlo.
-¿Han terminado tan pronto? - pregunto América mirándolos, con cierto interés.
-Fer nos ha ganado por supuesto. - respondió Mario.
-No era una competencia pero si... - menciono Fer casi sin aire, sentándose al lado de mí. - Gane, ¿sabes nadar? - me murmuro buscando algo en su mochila. Observe que Mario y Matías se miraban con complicidad, como si estuvieran planeando algo, Ethan se sentó junto América sin decir nada.
-Si. - indique mirándolo con una sonrisa, sus risos había bajado a su frente. Él me miro con una sonrisa, se acercó a mí dándome un beso corto.
-¿Qué les parece si vamos al trampolín grande y vemos quien hace el mejor salto? - anuncio Mario, con un poco de emoción.
-Me encanta. - dijo Fer animado, me tomo de la mano haciendo que me levantara y lo siguiera, Matías y Mario se adelantaron, Fer y yo detrás de ellos, dejando atrás a América y a Ethan. Todos dejamos nuestras cosas cerca de la base del trampolín.
-¿Qué acaban de hacer? - pregunte mirándolos a todos.
-Hicimos lo que probablemente será una relación firme y duradera. - argumento Mario hilarante. - Ahora señorita porque no subes ahí y nos das un buen salto para que nosotros podamos calificarte.
-No la molestes. - indico Fer abrazándome. - Si ella no quiere no puedes obligarla.
-Pero ella si quiere ¿verdad? - dijo Matías mirándome con una sonrisa.
-Está bien. - afirme dándole un beso en la comisura de los labios a Fer, subí a la plataforma de cinco metros he hice un salto en posición carpado. Los chicos intentaron hacer el mismo salto que yo, los saltos habían sido demasiado graciosos, especialmente el de Mario (si lo hubiera hecho en agua apostaría que se hubiera dado un buen golpe al impacto con el agua). Cuando volvimos al salón para tomar la última clase América me conto todo lo que Ethan le había dicho y lo que había pasado, Mario había dicho la verdad ahora ella y Ethan ya eran novios. Era emocionante pensar que ambas cumpliríamos aniversario el mismo día.
Cuando la clase término salimos del aula y nos dirigimos a la salida, don Franco nos abrió y por primera vez note algo, Agnes (la loca según América) lo miraba de una manera muy fría y hostil, eso me había provocado escalofríos. Cuando salimos Fer me dio un beso que hubiera deseado que jamás terminase.
Los días y meses siguientes pasaron como agua, ya me había acoplado a la perfección con los chicos, ya conocía la historia de Ethan, tal vez no a la perfección como la de América o la de Fer pero sabía por qué pertenecía al 13 B. Fer y yo habíamos festejado nuestros seis meses con un viaje de fin de semana a la casa de Ricardo en Zihuatanejo Guerrero, a mis padres les había dado un poco de miedo pero al final habían accedido, confiando en Fer y en mi principalmente. Ya era diciembre el frio se sentía a tope, las vacaciones iniciarían la segunda semana, lo cual me emocionaba porque mis padres habían dicho que iríamos de viaje, por otro lado me sentía triste porque no vería a Fer. Cuando pasaron las vacaciones y volvimos a las clases, todos lucían diferentes, más felices, con más energía me gustaba estar ahí. Fer me había regalado un suéter de lana color blanco era realmente bello, yo le había dado una figura de acción de su superhéroe favorito el cual me había costado realmente caro. Todo seguía con naturalidad los siguientes meses pasaron de la misma manera, el catorce de febrero habíamos decidido festejarlo todos juntos. En abril las lluvias ya habían comenzado y algo en Agnes no estaba bien.
Capítulo 23.
La tarde estaba nublada, estábamos a punto de salir, cuando mire que Agnes estaba recargada en la pared separada de todo el grupo, miraba al suelo con cierto recelo, me acerque a ella dubitativa y Fer me siguió.
-Hola Agnes ¿todo está bien? - pregunte nerviosa, ella transmitía una energía sumamente escalofriante.
-Nada está bien. - replico con un tono de voz que subió y bajo zigzagueando. Enarque las cejas y ella hizo una media sonrisa. - Algo va a pasar, algo malo se avecina. - Fer se acercó tomándome de los hombros por detrás, y me jalo haciendo que retrocediera unos pasos más lejos de Agnes.
-¿A qué te refieres con eso? - pregunto Fer exaltado. - Agnes no digas esas cosas, no puedes decir eso cuando no sabes lo que va a pasar en un futuro
-No veo el futuro Fernando, pero puedo sentir el acercamiento de los sucesos malos. - hablo con voz de espanto, aquello no me gustaba, ahora veía porque América la llamaba la "La loca Agnes".
-Ve a decir tus locuras a otro lado Agnes. - recalco América detrás de nosotros, la miro con recelo de arriba abajo y luego hizo una mueca muy cómica para ser sincera. Agnes la miro furiosa y se fue sin decir nada más.
-Ella no vino a nosotros... - respondió Fer apenado. - Nosotros venimos a ella.
-Jess te pedí que no te acercaras a ella... ella no me gusta para nada... es que... ah solo aléjate de ella. - América sin mirar ni a Fer ni a mí, se fue al lado de Ethan, Fer y yo nos quedamos ahí, luego don Franco apareció y salimos de la escuela.
-¿Por qué ella la odia tanto? - cuestione mientras caminaba de la mano de Fer.
-No la odia. - respondió él mirándome con una sonrisa. Suspiro y se detuvo posándose enfrente mí. - Es solo que Agnes tiene como un don, oh al menos eso es lo que quiero creer. - dijo alzando las cejas y rodando los ojos. - Ella puede percibir cosas y América no lo soporta porque a ella le dan miedo todo ese tipo de sucesos y... - tomo una pausa y se aseguró de que no viniera mi autobús. - Y la última vez que ella dijo que algo malo pasaría así fue; hace casi como dos años, ella dijo que algo malo pasaría, tenía la misma expresión que tenía hoy, se comportó igual que hoy y dos días después de que ella dijera aquello uno de nuestros compañeros se suicidó. - oh dios, lo que mis oídos estaban escuchando no era tan lindo, un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, aunque tenía puesta una chamarra podía sentir como se me ponían los pelos de punta. - El chico llevaba solo cinco meses con nosotros, si se veía triste y América hizo lo mismo que hizo contigo; entro a su expediente y ahí supimos que en efecto lo habían diagnosticado con altos niveles de depresión, nunca nadie supo cómo era su vida o por qué lo hizo, era muy reservado, realmente nunca hablaba con nadie, lo único que sabemos es que ya llevaba dos intentos de suicidio y lo consiguió al tercero.
-Oh dios. - hable con un hilo de voz, Fer se acercó a mí y me abrazo fuerte.
-Ojala que si pasa algo no tenga nada que ver con nosotros. - recalco él sin soltarme, finalmente me dio un beso en la frente y me miro a los ojos, respiro hondo y noto que ya venía mi autobús, me beso con dulzura y en medio de ese beso me susurro "te amo". Volvió a besarme y finalmente me ayudo para subir al autobús.
Dios si todo aquello era real ya no podía sentirme tranquila estos días estando en el salón. Cuando llegue a casa todo estaba bien, debía admitir que tenía un poco de miedo; tenía miedo si algo le pasara a Fer o a América o a cualquiera de los chicos del trece B, aunque no conociera la historia de todos llevaba conviviendo con ellos un año. Cuando se lo conté a mi madre me dijo que estuviera tranquila que tal vez solo era una superstición y que no pasaría nada malo.
Tres días después de aquello todo fue muy bien, todos estaban bien, no había ninguna noticia que afectara al salón trece B y todo seguía su curso normal. Los días habían estado nublados y las tardes lluviosas. El último día de la semana; estaba nublado desde la mañana hasta la tarde, nada iba mal, los chicos de los otros grupos ya habían salido, a nosotros solo nos faltaba una hora de clase. Me encontraba sentada al lado de América, ella estaba contándome lo que había hecho Ethan por ella el día de ayer.
-Tenemos que irnos. - hablo Fer exaltado acercándose a nosotras.
-¿Qué? - cuestiono América sorprendida
-América necesitamos que hagas algo y nos saques antes. - Fer seguía hablando con exasperación en su voz.
-Fer ¿está todo bien? - pregunte mirándolo inquieta.
-Mario y yo fuimos a comprar un agua, luego me pidió que pasáramos al baño y así fue, el único en entrar fue él y mi error fue... - se quedó un momento callado, era claro que estaba pensando muy seriamente si nos diría aquello o no. - Mi error fue mirar a la bodega de don Franco, la puerta estaba cerrada pero había san...
-¡Cállate Fer! por lo que más quieras cállate. - anuncio Mario acercándose rápidamente a nosotros, todos se quedaron en silencio por un par de minutos y luego todos volvieron a sus asuntos. - Tenemos que tomar esta clase e irnos a casa como si nada hubiera pasado.
-No puedo... que no lo entiendes, lo que hemos visto ahí no está bien. - respondió Fer agitado.
-Si hablas de esto todos saldrán perdiendo... - tomo una pausa y se acercó a él, estaban tan cerca el uno del otro que parecía que estuvieran a punto de besarse. - El que no se da cuenta de lo que está pasando eres tú, ellos vendrán aquí y a quien culparan será a nosotros, te recuerdo que todos los que estamos aquí tenemos una mala reputación, nos creen unos locos, asesinos de mierda. - Mario también parecía estar asustado.
-¿Nos culparan de qué? ¿Qué es lo que está pasando? - pregunto América un poco alterada.
-No es nada. - informo Fer mirándola, sus ojos no reflejaban el mismo brillo de siempre, aquello no me gustaba en lo más mínimo. El profesor Charly estaba retrasado a la clase por veinte minutos, esto ya me empezaba a preocupar.
-Chicos si pasa algo es mejor que lo digan, somos parte de este grupo y... - antes de que América pudiera terminar apareció el director Carlos; un hombre alto, delgado, con barba, de ojos cafés oscuros, pelo negro, de aproximadamente unos cuarenta años, llevaba puesto un traje gris. Todos guardaron silencio, entro al salón con cierto enfado y luego se detuvo enfrente de todos, paso la mirada por cada uno de los chicos que estábamos ahí. Ok algo no estaba bien, ese hombre jamás salía de su oficina y mucho menos para venir a vernos a nosotros. Se aclaró la garganta y se paró firme.
-¡Ustedes están aquí, porque yo les he brindado una oportunidad, pero al parecer eso a ustedes les importa un carajo! - estaba claramente enojado. - No podrán salir de aquí hasta que yo pueda averiguar quien fue y por qué lo hizo.
-Disculpe, pero de ¿Qué está usted hablando? - interrogo América alzando la mano, el hombre de traje la miro con repudia.
-Sabes muy bien lo que hicieron, todos ustedes saben lo que hacen, sé muy bien cómo es su comunicación y es mejor que se pongan de acuerdo a ver quién va a delatar primero al asesino. - no podía estar pasando esto, él había dicho asesino. - Nadie se ira hasta que todos sean interrogados. - tomo una pausa y miro a Leonardo quien era un hombre más o menos de treinta años, un poco delgado, algo pequeño y se veía joven para su edad, era quien ayudaba a don Franco con algunas cosas y quien al parecer también era el secretario del director. - Empezaremos contigo Agnes. - la miro y le hizo una señal para que lo siguiera. - ¡Levántate niña! - le grito. - Estarán todos aquí hasta que pase el ultimo, no podrán escapar toda las puertas estarán cerradas y serán vigilados por Leonardo y Franco, si van al baño igual serán vigilados... - nos miró con asco, no lo había demostrado del todo pero podía verlo en sus ojos y finalmente dijo. - Todos ustedes están enfermos y sé que alguien de ustedes lo hizo. - Agnes desapareció junto a él. Leonardo cerró la puerta y todo se quedó en silencio por más o menos cinco minutos.
-¿Pero qué mierda? - pregunto Marlene en voz alta. Todos comenzaron a susurrar y Fer se paró enfrente de todos como lo había hecho el director y como lo hacían todos los profesores al explicar algo.
-Chicos escúchenme... - tomo una pausa y miro a Mario dubitativo. - Creemos que ha pasado algo muy malo, Mario tenía razón ellos creen que alguien de nosotros lo hizo.
-¿Pero que se supone que hicimos? - esta vez quien había preguntado había sido Dominik.
-Ya díselos. - espeto Mario desde su lugar.
-No... - hablo América parándose a un lado de Fer. - No se los digas, si no lo saben los dejaran ir y si lo saben se pondrán nerviosos.
-No tendrían porque, nadie ha hecho nada ¿cierto? chicos - dijo Fer ante ello, todos asintieron con un sí y moviendo la cabeza. - Si es así no habrá ningún problema.
-Fer que no lo entiendes nadie de aquí sabe que es lo que ha pasado solo ustedes dos, si nadie lo sabe todos podremos irnos a casa porque nadie hizo nada... - América tomo una pausa, todos estaban en silencio y la miraban con mucha atención. - En primera nadie sabe qué es lo está pasando, por ende no sabrán que decir porque no saben nada, segunda no se pondrán nerviosos, serán ellos mismos porque no saben nada y tercera si responden tranquilos sabrán que nadie hizo nada.
-Pero están culpándonos necesitamos saber de qué nos acusan. - replico Abraham
-No... Entiendan, que no ven como esta Fer ahora, nervioso, con un poco de miedo tal vez y sé que ustedes también se pondrán así, si Fer nos dice lo que vio. - explico América.
-Yo estoy de acuerdo con América. - hablo Matías desde su lugar.
-Yo también. - informo Geraldi, Daniel y Juanpa desde sus lugares.
-Está bien hagamos algo, levante la mano quien está de acuerdo con que digamos lo que vimos y quien no lo está. - Fer intentaba estar tranquilo, serio y sin perder la compostura, pero lo conocía y sabía que algo le afectaba. - Ok quien esté de acuerdo con América levante la mano. - pidió Fer mirándolos atento. Daniel, Juanpa, Geraldi, Cloe, Abi, Astrid, Aidé, Matías, Mario y yo incluida levantamos la mano, realmente no quería saber aquello, yo sabía lo que era un interrogatorio por un asesinato y aun que tu no hayas hecho absolutamente nada igual podrías ponerte nervioso.
-Está bien y quien está conmigo. - dijo Fer con nerviosismo. Abraham, Ethan, Dominik, Iban, y Marlene, levantaron la mano.
-Ok gano América. - aquellas palabras tenían un poco de alivio. Antes de que Fer pudiera seguir hablando Agnes entro por la puerta, acompañada de Leonardo, ella sin decir nada tomo sus cosas y se fue.
-Aidé por favor ven conmigo. - pidió Leonardo desde la puerta. Aidé con un poco de nervios acompaño a Leonardo, la puerta se volvió a cerrar detrás de ellos y todo volvió a quedarse en silencio.
-Yo si quería saber el chisme. - hablo Abraham divertido.
-Para ti todo es un chiste. - dijo América exaltada.
-No si no me es divertido. - respondió él con una sonrisa. América solo rodo los ojos y dejo de ponerle atención, esperamos a que llegara Aidé, pasaron aproximadamente quince minutos, el mismo tiempo que había tardado Agnes, esta vez quien siguió fue Abraham, después fue Abi y había notado que los estaban llamando por orden alfabético, después de Abi, fue Astrid y de Astrid fue al fin América. Ya se había pasado la hora de salida; eran las dos con veinticinco minutos, América había tardado más tiempo que los otros chicos, el interrogatorio había iniciado a la una de la tarde, nuestra hora de salida era a las dos y seguíamos aquí la mayoría de los alumnos del trece B. Cuando América entro por la puerta se veía un poco enfadada y ella también sin decir nada solo tomo sus cosas y salió del aula, después siguio Cloe, el siguiente fue Dominik, después de él fue Daniel, hasta llegar con Ethan, todos se habían tardado aproximadamente de diez a quince minutos, pero América y Ethan habían tardado más. Ethan también entro un poco serio tomo sus cosas y le hizo una señal a Fer la cual realmente no entendí. Después siguió Fer, quien igualmente se tardó más tiempo, cuando Fer fue por sus cosas se acercó a mí y antes de que pudiera decirme algo Leonardo hablo alzando la voz.
-No puedes hablar con nadie. - dijo. Fer me guiño el ojo y salió por la puerta. Seguido de ello Leonardo llamo a Geraldi, quien desde el principio se llevó sus cosas y saliendo por la puerta no regreso, después llamaron a Iban, luego fue Juanpa y al fin llegaba mi turno. Igual que Geraldi tome mis cosas, respire hondo y salí al lado de Leonardo, me sentí realmente nerviosa, todos mis amigos ya se habían marchado. Cuando di la vuelta para entrar al pasillo de las oficinas de prefectura y dirección, el aliento volvió a mí, cuando mire a Fer, América, Ethan y a Geraldi sentados en las sillas de espera que se encontraban a fuera de la oficina del director. Los cuatro estaban en silencio, todos tenían sus cosas en mano, mi pregunta era ¿Por qué eran los únicos en estar aquí? antes de que pudiera mirar a alguno de ellos a los ojos, Leonardo me guió hacia la puerta, tomo la perilla y la abrió, el director estaba sentado, tenía los codos recargados en su escritorio, se veía enfadado y algo cansado. Me hizo una señal para que me sentara y así lo hice, Dios estaba demasiado nerviosa, América tenía razón no saber las cosas era más seguro.
-Tú sabes quién es... Sé que no eres igual a ellos, tu no mataste a nadie, nunca le hiciste daño a nadie, solo sufriste una perdida. - tomo una pausa, tomo un poco de agua y volvió a mirarme. - Dígame señorita Reyes ¿Quién es?
-Realmente... ni si... ni siquiera sé de qué está hablándome, no sé qué es lo que haya pasado pero yo no sé nada. - estaba intentando parecer tranquila, pero en realidad mi corazón estaba demasiado acelerado.
-No sabe mentir. - afirmo el retador.
-Y es porque no estoy mintiendo.
-Si sabe con qué clase de personas convive día con día verdad señorita Reyes. - alzo las cejas e hizo una media sonrisa
-Lo sé y es por eso que me gusta estar ahí.
-No eres igual a ellos...
-Y que es según usted "ser igual a ellos". - rió burlón, me estaba cayendo mal.
-Unos asesinos, secuestradores, drogadictos, locos y enfermos de la cabeza. - aquello lo decía con tanto desprecio.
-Usted está denigrándolos, si los considera así ¿Por qué los tiene en su escuela?
-Eso a usted no le incumbe señorita, dejemos de lado todo y dígame si sabe o no ¿Quién fue? - se recargo en el respaldo de la silla, seguía sin dejar de mirarme.
-Ni siquiera sé porque está haciendo esto, oh lo está haciendo porque cree que porque esos chicos han sufrido ya piensa que pueden hacer el daño que le hicieron a ellos. - lo mire retadora. - Si lo piensa así, que vacío debe de estar ¿no? Esos chicos hayan pasado lo que hayan pasado jamás harían algo inapropiado como denigrar a alguien por su pasado como lo está haciendo usted, esos chicos tienen más valores que usted, señor director. - enarque las cejas y el hombre se había enrojecido era claro que se estaba enojando. - Esos chicos serán lo que serán, pero no tienen el corazón tan podrido para referirse a alguien como usted lo hace con ellos, de que le sirve llevar un traje y aparentar ser un buen director cuando en realidad como persona es una mierda.
-¡No le voy a permitir que me hable de esa manera! - se incorporó rápidamente y golpeo con las palmas de las manos el escritorio, haciendo que brincara un poco del susto.
-Y yo no permitiré que se exprese así de mis amigos.
-Claro convivir con ellos un año te hizo ser igual. Mire señorita Reyes, conozco a sus padres y conozco su caso y sé que usted no mataría ni una mosca.
-No me rete señor director. - le sonreí y su mandíbula se tensó. Se levantó de inmediato me tomo del brazo haciendo que me levantara, abrió la puerta, me jaloneo y me saco de un empujón.
-¡Se queda! - hablo con furia. - Trae al que sigue. - y cerró la puerta detrás de sí.
-Toma haciendo. - me pidió Leonardo. - No pueden hablar. - recalco y finalmente Leonardo desapareció por el pasillo. Ethan se recorrió un asiento para que yo pudiera sentarme al alado de Fer. Me senté y espere junto con ellos, vi pasar a Marlene, después de ella siguió Matías, ninguno de ellos se había quedado, finalmente quien paso fue Mario. Cuando Mario entro a la oficina y cerró la puerta detrás de él Leonardo nos pidió que fuéramos a nuestro salón y así lo hicimos.
Capítulo 24.
Todo estaba tan silencioso, Leonardo nos acompañó al salón y cerró la puerta al fin podíamos hablar. El primero en romper el silencio fue Ethan.
-¿Por qué no te dejaron ir? - cuestiono mirándome serio. - No quiero sonar grosero pero tú no deberías estar aquí, eres tan linda y tierna que sé que jamás harías algo malo.
-Lo retaste ¿verdad? - interrogo América
-Supongo que sí. - hable dubitativa.
-Jess ¿Qué fue lo que le dijiste? - pregunto Fer acercándose a mí.
-Solo intente defenderlos, él hablo mal de ustedes y yo los defendí... solo eso - mire a cada uno, todos tenían una sonrisita en los labios. Fer me abrazo y beso mi Frente.
-Oh Jess jamás debiste hacer eso, Ethan tiene razón tu no deberías estar aquí. - me tomo de la cara con delicadeza y me miro a los ojos. - Nosotros estamos acostumbrados a eso.
-Si pero eso no está bien. No está bien acostumbrarse a lo malo a lo que te hace daño.
-Eres tan linda. - comento Geraldi con una sonrisa.
-Tranquila ya tiene novio. - vocifero Ethan con una risita.
-Que gracioso. - replico Geraldi poniendo los ojos en blanco.
-Y ustedes ¿Por qué están aquí? - consulte mirándolos atenta.
-Por lo mismo que tú hiciste... - respondieron América y Ethan al unísono
-¡Fui yo! - grito Mario entrando al salón, todos brincamos del susto, él se arrodillo simulando estar llorando.
-¡No es gracioso Mario! - rechisto América.
-Está bien, está bien lo siento... - Mario se acercó y formo parte de nuestro circulo. - No puedo creer que enserio estemos aquí porque él piensa que nosotros la matamos.
-¡Ósea que alguien está muerta! - cuestiono Geraldi sorprendida.
-Ya deberías decirles. - espeto Mario serio.
-Cuando Mario y yo fuimos al baño, Mario fue el único en entrar, yo me quede a fuera y vi que la bodega de don Franco estaba cerrada lo cual es muy raro porque esa bodega siempre está abierta... - los miro a todos muy atento, todo estaba en completo silencio, no había rastro de Leonardo o de don Franco o del director. - Vi que por la rendija de abajo estaba saliendo un líquido rojo, me acerque y note que no era cualquier líquido si no que era sangre. Espere a que Mario saliera y le pedí que me acompañara a ver, la puerta no estaba cerrada totalmente solo estaba entrecerrada, cuando la abrí la vi ahí, sentada y con sangre. - se quedó en silencio y luego miro a Mario.
-Era una chica de otro grupo, estaba sentada, le salía sangre de la cabeza y tenía una cortada en la entre pierna de ahí salía la sangre que Fer vio. - siguió contando Mario con cierta cautela. - Era muy bonita, pero ya estaba muerta.
-¿No creen que la policía o los peritos ya deberían de haber llegado? - pregunto Geraldi seria.
-Es verdad... - respondió Ethan, nadie dijo nada.
-No entiendo, lo único que hicimos fue retarlo, pero jamás dimos indicios para que pensara que nosotros fuimos, ¿Por qué mierda nos tiene aquí? - explico América.
-Es claro que él no soporta que lo retemos y si él sabe quién lo hizo quiere tener a alguien a quien culpar y que mejor que los chicos que están enfermos. - informo Ethan.
-Pues eso no debería ser así... Espera, ¿por qué sabría él quien fue?... - hable detenidamente.
-Y ¿Por qué le teme a que lo sepan?, ¿Por qué la policía no ha llegado? - siguió Fernando serio. - Y si en realidad nosotros también corremos peligro.
-No lo creo, si fuera así no hubieran dejado a tantos y solo se hubieran quedado Tú y Mario quienes fueron los que descubrieron a la chica. - respondió Ethan.
-Solo somos seis chicos, chicos; que están enfermos, que tienen una mala reputación y hay algo muy importante él piensa que nuestra familia no podría tomar tanta importancia si algo nos pasara porque somos niños abandonados, nadie de aquí vive con sus padres. - comento Mario serio.
-Ella sí. - aclaro América señalándome a mí con la mirada.
-Él no quiere que se sepa porque su reputación acabaría y no solo la de él si no la de la escuela, pero la verdadera pregunta es si no quiere que nadie sepa ¿Por qué aun nos tiene aquí? - explique mirándolos, antes de que alguien pudiera decir algo se escucharon unos ruidos en el pasillo.
-¿Escucharon eso? - pregunto Geraldi asustada.
-Debe ser don Franco o Leonardo. - respondió Mario indiferente.
-Ya son las cinco. Dios no puedo creer que hemos estado aquí diez horas. Podría alguien marcar a mis padres para que me saquen de aquí. - replico Geraldi, mirando el reloj redondo que se encontraba colgado en la pared, arriba del pizzarron.
-Leonardo nos dijo que habían avisado a nuestros tutores que llegaríamos un poco tarde. - informo Fer mirándola.
-¡Pero que mierda! Eso no es justo. - Geraldi estaba enfadada. Todo se volvió a quedar en silencio y nuevamente se volvieron a escuchar ruidos a fuera.
-Otra vez. - dije en un susurro.
-¿Quieren ir a ver? - interrogo Ethan.
-¡Estás loco! - exclamo Geraldi. - No, nadie puede salir que no lo entiendes.
-Bueno iremos Fer y yo. - Fer lo miro enarcando las cejas y Ethan rió. - Vamos amigo no seas cobarde. - Fer se levantó y fue junto a Ethan, ambos salieron por la puerta y en menos de dos minutos volvieron con una nota en la mano.
-¿Qué paso? - pregunto Mario mirándolos un poco asustado.
-Nos dejaron esto. - Fer enseño la nota y se acercó al círculo se sentó al igual que Ethan y empezó a leer la nota. - "No estarán aquí por mucho tiempo, si deciden no decir nada a nadie serán libres, de lo contrario se atendrán a las consecuencias." - todo se quedó en silencio, todos parecían sostener la respiración, nos miramos los unos a los otros y nadie dijo nada durante diez minutos.
-Ok, firmamos todos, el papel aceptando los términos y condiciones y nos vamos como si nada hubiera pasado. - hablo Mario mirándonos a todos.
-No... Alguien la mato y nosotros lo sabemos. - respondió Geraldi nerviosa.
-Sí y por esa razón nos van a matar. - afirmo Mario. - Podemos irnos y estando ahí afuera a salvo decimos todo lo que paso.
-Que listo. - reconoció Ethan.
-Está bien todos firmen el papel. - hablo Fer mirándonos, la primera en firmar fue América, luego Ethan, Geraldi, Mario, yo y por ultimo Fer. - Lo dejaremos con don Franco, le pediremos que nos habrá y nos iremos a casa. - Todos asentimos con cierto nerviosismo, tomamos nuestras cosas y todos juntos salimos del salón. Quien iba hasta enfrente era Fer, las chicas íbamos en medio y Ethan junto a Mario iban en la parte de atrás, todo estaba en silencio, no había rastro de Leonardo o de don Franco, fuimos a la dirección, pero la oficina ya estaba cerrada, parecíamos estar solos.
-Vayamos haya riba desde ahí podremos ver si el director ya se fue. Por favor nadie se separe. - opino Ethan. A Geraldi y a Mario nos les pareció mucho la idea pero no querían quedarse ahí abajo ellos solos, subimos al mismo lugar donde Fer me había llevado para mirar el amanecer, habían abierto la puerta como Fer la había abierto la primera vez, quien tuvo el valor de asomarse al estacionamiento fue Ethan. - Ya no está, su auto ya no está. - informo serio.
-Espera que... él se largó - refunfuño América.
-Tenemos que irnos. - hablo Mario con un hilo de voz. Todos volvimos a bajar, cuando estábamos bajando las escaleras todas las luces se apagaron, comenzaron los truenos y cae la lluvia.
-Lo que nos faltaba. - renegó Geraldi. Seguimos bajando con más cuidado y regresamos al salón.
-Está cerrado. - explica Fer asustado.
-No... No... Fer por favor haz algo. - balbuceo Geraldi.
-Déjame intentarlo. - Fer se hizo a un lado y Ethan intenta abrir la puerta pero esta sigue sin abrirse. - Mario dame el gancho. - no hay respuesta.
-Mario... ¿Dónde está? - cuestiona alarmado Fer.
-¡Dios! Les dije que no quería que se separaran... - hablo Ethan irritado, tomo una pausa e intento relajarse. - Tenemos que buscarlo. - se vuelven a escuchar unos ruidos extraños, comienzan a escucharse unos pasos apresurados, las luces comienzan a titilar y el ruido del viento y la lluvia cayendo siguen presentes ahí afuera. Con el ruido de la lluvia y los truenos no podíamos distinguir si los ruidos eran provocados desde la parte de arriba o venían de aquí abajo. Nadie se movió, Fer me tomo de la mano, al sentir su tacto por un momento volví a sentir alivio. Intentamos concéntranos para distinguir de donde provenían los ruidos, cuando se escuchó una voz pidiendo ayuda.
-Debe ser Mario. - Ethan intenta ir pero América lo toma por el brazo. Comienzan a escucharse ruidos en la parte de arriba.
-No, podría ser peligroso Ethan. - opino mientras miro la cara de miedo de América.
-Vayamos todos. - indico Fer.
-Y si solo quieren confundirnos, hay ruidos aquí abajo y ruidos arriba. - opino Geraldi, todos la miramos atentos, ella tenía razón y si solo era una trampa.
-No podemos dejarlo aquí él es nuestro amigo. - afirma Ethan serio.
-Está bien vayamos todos entonces. - comente nerviosa. Todos contuvieron la respiración al mirar una silueta acercándose a nosotros.
-Chicos...
-Si te acercas más juro que te mato. - hablo Ethan intentando parecer rudo.
-Cálmense solo soy yo. - explico Mario acercándose más a nosotros.
-Hijo de perra... - replico Ethan, se acercó a él y lo tomo del brazo. - Les dije que no se separaran. ¿A dónde fuiste?
-Tenía que hacer del baño... - tomo una pausa y se soltó del agarre de Ethan. - El cuerpo... ya no está. - respiro hondo. - Tenemos que irnos.
-A que te refieres con que ya no está. - comento América acercándose a él.
-Fui al baño y luego me asuste porque escuche a alguien pidiendo ayuda, creí que era alguno de ustedes. - explico el exaltado.
-Tú también lo escuchaste. - hablo Fer. - Nosotros creímos que eras tú.
-Volví a subir creyendo que seguían ahí arriba, como no los encontré volví a bajar y note que la puerta de la bodega estaba abierta como todos los días, ahí fue cuando vi que ya no estaba... - tomo un poco de aire y siguió hablando. - Tenemos que irnos haya sido quien haya sido sigue aquí y nosotros corremos peligro.
-Está bien... Fer tienes una idea. - pregunto Ethan mirándolo con cautela.
-Sé por dónde pero es algo arriesgado para las chicas. - explico él, aún tenía mi mano entrelazada con la suya.
-Solo sácanos de aquí. - indico América. Fer respiro hondo, tomo mi mano con más fuerza e intento sonreír.
-Vamos. - Ethan tomo la mano de América y Mario tomo la mano de Geraldi, las reglas eran claras, nadie tendría que perder de vista a Fer y nadie tendrá que separarse ni del grupo ni de su pareja. Fer nos dirigió a la parte de las canchas, corrimos hasta llegar al gran domo donde se encontraba la alberca escolar, todos estábamos empapados. Mario saco el gancho y Fer comenzó a abrir la puerta, todos teníamos frio, la puerta se abrió y Fer volvió a tomarme de la mano, cerró la puerta detrás de nosotros y seguimos avanzando. Subimos las gradas al punto donde había unas ventanas, Fer era alto pero aun así no alcanzaba a ver por aquellas ventanas, podrían faltarle tal vez unos setenta centímetros.
Capítulo 25.
Fer nos miró a todos, se sacó la mochila de los hombros e intento secarse el agua que le recorría por la cara.
-Ethan, ven ayúdame. - Ethan se acercó y espero las indicaciones de Fer. - Me ayudaras a llegar ahí arriba, uno de estos vidrios está mal colocado y se podrá quitar sin necesidad de romperlo.
-¿Sabes cuál es? - cuestiono Ethan agitado.
-No exactamente, pero tiene que estar entre estos cuatro, ven me subiré a tus hombros. - Ethan se puso en posición y Fer subió a sus hombros con cuidado, comenzó a tocar los primeros dos vidrios, ninguno se movió, Fer pidió que diera dos pasos a la derecha para pasar a la siguiente ventana y estaba ahí, el vidrio se había movido, Fer lo quito con cuidado y se lo paso a Mario, era un cuadrado de aproximadamente cuarenta centímetros por cuarenta. Fer paro en seco cuando volvió a mirar hacia afuera.
-Fer estás algo pesado amigo. - se quejó Ethan.
-Bájame rápido. - Fer bajo de los hombros de Ethan lo más rápido que pudo, Ethan casi caía al suelo por el movimiento tan brusco.
-¿Qué paso? - pregunte mirándolo a los ojos, su brillo seguía sin aparecer.
-Es don Franco... - paso la mirada por todos. - Él estaba metiendo algo a su auto, creo que era el cuerpo.
-¿Crees que te haya visto? - cuestiono América asustada.
-No lo creo. - respondió el dubitativo. - Vamos tenemos que irnos, Ethan te parece ir primero para poder atrapar a las chicas.
-Está bien. - respondió Ethan.
-Bien... ten mucho cuidado, del lado derecho hay un borde, podrás poner los dos pies ahí, de ahí ya no es mucho para brincar hacia abajo. - lo miro e intentando transmitirle tranquilidad le sonrió. - Ten cuidado. - Ethan asintió con la cabeza. - Te subiré quiero que mires si ya no hay nadie.
-Ok - Ethan suspiro y subió a los hombros de Fer. Se asomó y tardo aproximadamente dos minutos. - No hay nada. - hablo tranquilo.
-Genial, ve intentando subir. Cuando estas haya abajo chíflame y seguirá la siguiente chica - Ethan asintió y así lo hizo; saco medio cuerpo por la ventana se acomodó y luego desapareció, lo único que podíamos ver eran sus dedos y después desapareció por completo. En menos de dos minutos se escuchó el chiflido de Ethan. -¿Quién quiere ser la primera?
-Geraldi. - hablo de inmediato América.
-¿Qué? - respondió Geraldi angustiada.
-Vamos no tenemos tiempo para esto. - replico Mario. Geraldi soltó un bufido y se acomodó con mucho cuidado para que Fer pudiera subirla. Siguió el mismo procedimiento que Ethan y en menos de un minuto ella ya estaba abajo, la siguiente fue América ella fue más hábil que Geraldi y Ethan.
-Con mucho cuidado ok. - comento Fer mirándome a los ojos, me dio un beso en la frente y luego me ayudo a subir. Estaba siendo un poco complicado la lluvia caía por mi cara y la pared estaba muy resbalosa. Pero había llegado al borde que Fer había indicado, mis pies cabían a la perfección, me acomode para saltar y Ethan ya estaba ahí esperándome, Ethan sin mucho esfuerzo me atrapo y me bajo con cuidado, me acerque a las chicas que se encontraban debajo del borde para cubrirse un poco de la lluvia, luego miramos a Mario quien al saltar se había torcido el pie.
-No es nada estará bien, solo fue una torcedura leve. - explico acercándose a nosotras. - Fer aventara nuestras cosas Ethan. - Ethan asintió, América lo ayudo a atrapar nuestras mochilas. Dios tenía demasiado frio. Fer tardo un poco más, estaba asustándome, el alma volvió a mi cuando lo vi caer al piso.
-¿Todos están bien? - consulto Fer, mirándonos.
-Si. - respondimos al unísono.
-Vámonos entonces. - Fer me tomo de la mano y nos guio para poder salir a la calle, habíamos recorrido toda la parte de atrás de nuestra escuela, era realmente grande. Faltaban tal vez tres metros para llegar, cuando escuchamos una respiración muy desesperada.
-¿A dónde van muchachos? - todos paramos en seco, el alma me había caído hasta los pies, esa voz, esa maldita voz tan ronca y áspera. Ethan se volvió de inmediato al igual que Fer, ambos se pusieron enfrente de nosotros como escudos humanos.
-Sabe que no le conviene hacer esto viejo. - replico Ethan con furia.
-Si Fer no me hubiera visto subir el cuerpo al auto, los hubiera dejado ir. - explico el viejo quien llevaba una gabardina café y el agua bajaba por su barba blanca, estaba igual de empapado que nosotros.
-Sabe quiénes somos y lo que podría pasar, es mejor que no lo haga. - indico Fer parándose firme.
-No les tengo miedo a ustedes niños tontos, ustedes mataron por defensa propia no por maldad como yo. - replico don Franco con una sonrisa, la cual me había provocado ganas de vomitar.
-No nos rete anciano. - anuncio Ethan. El hombre avanzó dos pasos, soltó una risita maliciosa y luego saco un cuchillo grande. Dios otra vez no, respire hondo, podíamos correr, él tenía un arma y nosotros nada. Fer rió y luego grito "Corran", todos corrimos lo más rápido que pudimos, Geraldi resbalo por el piso mojado y don Franco la tomo del cabello, la alzo he hizo que nos detuviéramos solo nos encontrábamos a un metro de la avenida, la lluvia se había intensificado.
-Harán lo que yo diga o ella muere. - la apretó bien entre sus brazos y coloco el cuchillo en la garganta de Geraldi. La chica estaba llorando, la respiración de don Franco era de miedo.
-Por favor. - rogaba ella con lágrimas en los ojos. - Por favor no me dejen.
-Está bien. - hablo Fer resignado. A América se le cayó la mochila, se agachó con cautela para recogerla y luego volvió a su sitio. - No diremos nada.
-¿Por qué debería confiar en chicos como ustedes? - interrogo el hombre serio.
-Porque somos iguales viejo estúpido. - hablo América con repudia e hizo un moviendo tan rápido que apenas pudo distinguirse, lanzo una piedra a la cabeza de don franco y este se quejó, soltó a Geraldi quien se zafo del garre, se quejó de algo pero aun así corrió lo más rápido que pudo, todos comenzamos a correr sin mirar atrás.
-¡Hey! ¿Está bien todo? - interrogo un hombre de uniforme azul marino, era un oficial, oh Dios, el alma volvió a mí.
-Un hombre... - hablo América con voz agitada, tomo aire y miro al oficial. - Un hombre quiere matarnos. - mire a Geraldi, quien se estaba tocando el cuello, estaba completamente pálida y tenía su mano y todo el cuello de su suéter estaban empapados en sangre, don Franco la había cortado al soltarse.
-¡Dios! - me acerque a ella, la alcance a tomar por los brazos, estaba a punto de desmayarse. - Ayuda. - grite. Fer se acercó corriendo a auxiliarme, el oficial también se acercó hizo una llamada y luego todo se volvieron gritos cuando su compañero atrapo a don Franco.
-Por favor díganme que todos están aquí. - pidió Fer sin aliento.
-Si. - afirmamos todos cuidando de Geraldi.
-Mañana no hay que venir a clases. - hablo Fer divertido. Todos comenzamos a reír, pasaron aproximadamente diez minutos para que llegara la ambulancia. Los paramédicos tomaron a Geraldi y la subieron a la ambulancia, nos revisaron a todos, pero todo estaba bien. Mario, Fer, América y yo nos sentamos en la banqueta, esperando que terminaran de revisar a Ethan.
-¿Están bien? - pregunto Ethan sentándose al lado de América.
-Si. - respondimos casi sin voz.
-¿Les gustaría volver a vivir una aventura como esta? - cuestiono mirándonos a todos. Todos nos miramos y comenzamos a reír.
-No. - respondimos todos. Luego comenzamos a reír. Lo único que esperábamos por ahora era que Geraldi estuviera bien.
Cuando nuestros familiares llegaron, lo único que pedimos fue que nos llevaran a casa, los oficiales pidieron información, nuestros datos y todo eso para estar en contacto y pudiéramos atestiguar sobre lo sucedido. Nos interrogaron por dos días, al parecer todos habíamos coincidido con los relatos porque los oficiales habían quedado muy tranquilos, don Franco fue sentenciado a veinticinco años de prisión por asesinar a una chica de diecisiete años y abusar así también de ella. El director fue condenado a dos años por ser cómplice, Leonardo quien no sabía absolutamente nada, fue igualmente interrogado y dejado en libertad, pero fue despedido del instituto. Después de dos semanas sin clases y de reunirnos cada día en una casa diferente para hablar de lo sucedido, nos fuimos enterando de más cosas, la primera y la que más me afecto es que la chica que Mario y Fer habían visto en aquella bodega era la misma chica que había venido a mí; mi primer día de clases en esa escuela, la segunda era que la chica seguía con vida cuando Fer y Mario la vieron en la bodega, solo estaba inconsciente y de ahí llegamos a la conclusión que quien había gritado pidiendo ayuda había sido ella y la tercera y última era que quien había llamado a la policía había sido Agnes.
Después de que todo haya quedado aclarado volvimos a clases, los chicos de otros grupos nos miraban peor que antes, no nos miraban con repudia, pero sus miradas eran muy evidentes, tan penetrantes que nos producían incomodidad, pero ya estábamos acostumbrados a eso. Teníamos un director diferente, esta vez la conserje era una mujer y el director era demasiado diferente, nos preguntó si queríamos cambiar nuestro horario y unirnos a otro grupo, pero todos dijimos que no. Muy en el fondo todos sabíamos que no pertenecemos a otros grupos solo nos pertenecemos a nosotros, a las personas que son iguales, a las personas a las que saben nuestro pasado, conocen nuestros monstros y aun así siguen ahí a nuestro lado, sin denigrarnos, sin juzgarnos, simplemente amistad. Además ya faltaba muy poco para salir de la preparatoria.
A veces la vida no suele ser justa, unas veces aunque tú no lo quieras va a pasar algo malo y eso va a marcarte, tal vez al punto de que te señalen o te juzguen como lo hacían con ellos por haber hecho algo que ellos no querían que pasara, porque ninguno es mala persona a veces solo tu destino te hace hacer cosas que no deberías. Daniel, Iban y Juanpa no son malos chicos solo tomaron malas decisiones, Dominik y Aidé no son diferentes solo por sufrir trastornos mentales, son igual al resto solo que ellos luchan contra sí mismos, Ethan no mato a un hombre porque así lo deseara, solo defendió a su hermanita pequeña, quien como dice él es su adoración, América no secuestro, robo ni fue cómplice de todos los delitos que su padre cometió porque ella fuera así, sino porque él la obligaba hacerlo, Agnes solo tiene un don; pero ama tanto la vida como cualquier ser humano que está sano, Mario y Matías fueron ambos abusados por hombres, ambos huérfanos y ellos dicen que no tendrían nada que perder pero aun así aman su libertad, disfrutan su vida como ellos solo lo saben hacer, Geraldi no está enferma por ser homosexual, ella no nació con dos padres o dos madres, no fue abusada por nadie simplemente ella es así, Marlene es buena persona pero es muy explosiva porque vivió por siete años con una mujer que sufría de esquizofrenia, Abraham es muy inteligente pero es demasiado engreído y egocéntrico a veces suele comportarse sádico pero según él nunca le han detectado nada, Cloe, Abi y Astrid son así porque ellas quieren, sus padres nunca les pusieron reglas, anduvieron en la calle desde pequeñas y tal vez a eso se debe que sean así, Fernando actuó por impulso y quien no lo haría cuando estás viendo a los ojos al hombre que mató a tu madre y por ultimo estoy yo, quien sufrió una gran pérdida, solo eso. Se dice que todos llevamos un loco dentro y es verdad, mi psicólogo me pregunto una vez si me daba miedo estar loca cuando le conté que hablaba con una voz dentro de mi cabeza y le respondí que no, hay personas que han sufrido cosas mucho peores que yo, que hay maldad y que hay gente que de verdad está loca pero aun así sigo amando la vida y todas las cosas lindas que tiene, como por ejemplo mirar la sonrisa de mi madre y de mi padre, mirar sonriendo a mis amigos, mirar los hermosos ojos de Fer, sentir la brisa, respirar el olor de la tierra mojada, hay muchos placeres que la vida te ofrece y que te hacen bien, solo es cuestión de encontrarlos.